domingo, abril 27, 2008

Más Estado o Mejor Estado

Más Estado o Mejor Estado

Hernán Narbona Véliz [1]

Cuando hemos ingresado a nuevas turbulencias internacionales, en una crisis compleja, en la que se combinan la crisis energética, el aumento desmedido y especulativo de los commodities alimentarios, y en la que se han dado factores múltiples para componer una tormenta perfecta, cobra una relevancia fundamental la calidad que haya alcanzado el Estado Nación para poder terciar en hechos económicos, políticos y sociales de implicancias supranacionales, para atenuar los efectos internos de la crisis.

Resumiendo en breves pinceladas la presente crisis, se advierten como variables de fondo el entrampamiento de Estados Unidos en las guerras de Irak y Afganistán, que empujaron los precios del petróleo al alza y han aumentado el déficit fiscal norteamericano, que ha sido cubierto con la venta de bonos soberanos que adquirió principalmente China.

Los biocombustibles utilizados como alternativa del crudo, aumentaron sus precios, lo cual redireccionó las producciones agrícolas hacia plantaciones de maíz y soja, con destino a la producción de energía. Es así como se dispararon los precios y países como Argentina y Brasil debieron terciar para evitar que el campo desatendiera otras producciones alimentarias provocando inflación interna.

La crisis sub prime en el mercado inmobiliario fue la punta del iceberg de una recesión anunciada. Por otra parte, los mercados de capitales han agregado el factor especulativo a los precios de materias primas y producciones alimentarias demandadas por China y la India.

El gran tema es si es posible navegar esta crisis con un Estado débil.

Ya en 1996 en su Memoria anual el Banco Mundial señalaba que el modelo global multinacional necesitaba del contrapeso del Estado Nación, destacando la necesidad de un Estado democrático fuerte, probo, efectivo y moderno, capaz de poner reglas de conducta al fenómeno corporativo internacional.

La cualidad de probidad debía basarse en una organización con una alta ética pública, una profundización de las libertades públicas, principalmente de expresión, un potenciamiento de la sociedad civil y el valor de la transparencia.

Ser efectivo significa hacer las cosas bien, con un buen manejo de los recursos y un cumplimiento de objetivos en las políticas públicas. La medición de resultados es un elemento clave para evaluar este atributo del Estado Moderno, lo cual implica la responsabilidad y la consecuente rendición de cuentas por parte de las autoridades públicas.

La tecnificación apunta a un Estado que incorpora las tecnologías de automatización y de gobierno electrónico. Esto lleva a mejorar la fiscalización de los hechos económicos y productivos de manera eficaz, con capacidad para erradicar del sistema las malas prácticas y la corrupción. Paralelamente, el Estado asegura por esta vía que el lícito comercio ocurra sin distorsiones y con una creciente simplificación.

Siguiendo esa línea de análisis, si el Estado se debilita en sus elementos fundamentales y no es capaz de cumplir con su rol regulador y fiscalizador, los resultados repercuten en la calidad de vida de la sociedad en su conjunto, produciendo los fenómenos que nos afectan y amenazan, como la concentración económica, la desprotección ciudadana y crecientes convulsiones sociales.

Más Estado, pero de calidad.

En la definición neoliberal del Estado se acuñó el concepto de Estado Subsidiario, que fue consagrado como principio constitucional en el sistema chileno y pasados 18 años, sigue pesando como una gran ancla que impide al Estado recuperar un rol activo y ejecutor, responsable y empresario. Recién ahora, en declaraciones de prensa del actual Ministro de Obras Públicas, Sergio Bitar, se advierte la aspiración de recuperar el paradigma de Estado locomotora de la economía, con capacidades de inversión y ejecución directa de grandes obras necesarias para el país, que no deberían esperar la magia del mercado para su implementación.

También cabe mencionar el intento fallido del ex Ministro Bitrán quien planteó la necesidad de crear una Superintendencia de Concesiones, lo que provocó la reacción sectorial y la acción inmediata de los lobbistas de turno. Es increíble comprobar que contando con enormes recursos disponibles y con también enormes necesidades de reconversión energética, plantas desalinizadoras de agua, agricultura de desierto, manejo hídrico, nuevas plataformas portuarias, puentes, túneles, complejos fronterizos, caminos internacionales para vertebrarnos con América del Sur, no se ponga en ejecución desde el Estado, con un diseño inteligente de inversiones directas, un gran plan estatal de inversiones de esta envergadura.

Haber funcionado con el principio de subsidiariedad por casi 30 años, sin que se fortaleciera debidamente como contrapeso la capacidad fiscalizadora y sancionadora del Estado, ha significado que la relación de Chile con el sistema corporativo multinacional entronizado en el país, ha permitido la existencia de contrataciones diseñadas contra el interés general, como lo fueran los sistemas de carreteras o los casos del Transantiago o EFE, con contratos sobrevalorados, mal negociados, con amarres que limitaban la fiscalización y la capacidad sancionatoria del Estado. La explicación de esta realidad habría que buscarla en una falta de transparencia y debilidades objetivas en ese requisito de probidad del que hablaba el Banco Mundial, lo cual es también consecuencia indirecta de una ciudadanía dispersa que no ejerce sus derechos y deberes fiscalizadores en el sistema.

Para poder transitar esta crisis mundial que ya nos impacta, es necesario soltar amarras y abrir espacios para que el Estado no sea subsidiario, sino inversor y ejecutor directo de grandes obras, las cuales pueden surgir de las regiones con un dinamismo real, que refrescaría la política actual, estancada en conflictos menores y de coyuntura, que impiden una mirada de Estado, para el mediano y largo plazo. Siempre se ha dicho que las crisis encierran oportunidades. Recuperar Estado, pero mejor Estado es la oportunidad emergente.

Atacama, domingo, 27 de abril de 2008



[1] Escritor y Columnista. Administrador Público y Licenciado en Relaciones Internacionales.





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