domingo, abril 23, 2023

Memoria en los 50 años del golpe cívico militar.

Perteneciendo a la generación del setenta, viví muy joven  pero intensamente  el histórico período de la Unidad Popular,  partiendo por el Comando de Prensa en Valparaíso y Santiago en 1970. Por ello, fui parte de la utopía de llegar al socialismo por la vía democrática, la alternativa a la que confluíamos los cristianos junto a los marxistas. La reacción que partió la misma noche del 4 de septiembre de 1970, las vilezas de la ultraderecha y el ala conservadora de la DC, que fuera financiada por la CIA, el complot, los asesinatos de René Schneider; de Pérez Zujevich que estaba por la salida negociada con la UP; del Edecán Araya, la escalada de violencia en las calles, la ultra derecha  generando el paro de los camioneros, el mercado negro.  Y, del interior del gobierno,  la indisciplina, el fatal cuoteo, la traición de quienes nunca respaldaron el camino de reformas que proponía Allende. Y, en ese escenario, liderando el llamado al golpe de Estado, la DC guatona, con Juan de Dios Carmona, ultraderechista que asesoraba a Frei Montalva, y Patricio Aylwin, encabezando negociaciones que nunca tuvieron el ánimo de prosperar sino de derrocar al gobierno democrático, manipulando la institucionalidad en contra del pueblo. Las culpas también de una ultraizquierda que le hizo el juego al golpismo y la DC como instrumento del golpismo, pese a los esfuerzos de Renán Fuentealba , Radomiro Tomic y Gabriel Valdés. Apostando a que los militares le devolvieran el poder, los derechistas demócrata cristianos fueron parte del golpismo y detonadores del mismo. En los ochenta todos nos unimos para sumar fuerzas para sacar la dictadura, pero sin olvidar esas acciones espurias,  creyendo que vendría un mea culpa sincero en la DC, pero nuevamente se impuso el ala conservadora que desplazó a los verdaderos constructores del No, hasta que llegó al poder el mismo que había promovido el golpe y que jamás asumió la responsabilidad histórica sobre ese oscuro tiempo, concluyendo en nuevas traiciones al pueblo, como fue el profundizar el modelo neoliberal, coludirse cobardemente con los grupos económicos que habían saqueado al Estado durante la dictadura y plantear cínicamente "Justicia, en la medida de lo posible".
Por eso estamos como estamos.

martes, abril 18, 2023

ESPACIOS PARA UN CAMBIO MORAL Columna del 18 abril 2011


He  tenido la suerte de conocer América, desde México al sur, y siempre he  sostenido, quizá como un sueño esperanzador, que si se lograra coordinar  los movimientos ciudadanos, generando gobiernos honestos, erradicando  las prácticas corruptas, construyendo proyectos comunes -como podrían  serlo los corredores bioceánicos, las redes integradas de energía, el  turismo cultural regional o una gran economía rural comunitaria  orientada a las exportaciones- en definitiva, si actuásemos  participativamente, con una visión de continente, otro gallo cantaría en  nuestra situación social.

 
Pero, desafortunadamente, la realidad  muestra en el barrio el deterioro de las comunidades periféricas, en  gran medida, como consecuencia de grupos de poder que han manejado la  historia reciente y han asumido, sin capacidad contestataria, un modelo  de capitalismo salvaje. Obviamente, hemos vivido un ciclo liberal  extendido. El fenómeno global se ha expresado en el accionar planetario  de gigantescas organizaciones supranacionales que han colocado sus  enclaves en nuestros países.
 
 El contrapeso necesario debió ser  un Estado fuerte y probo, capaz de ejercer un control efectivo para que  esos conglomerados no abusaran y fueran un aporte a los países. Cuando  el Estado pierde o debilita su capacidad fiscalizadora, cuando la  corrupción corroe la institucionalidad, es casi inevitable que aparezcan  situaciones que afectan a la ciudadanía. Si no hay frenos al poder de  los grupos, el poder del dinero para conseguir sus objetivos termina  seduciendo a elites que, patéticamente, se inclinan ante el imperio del  individualismo y el lucro, olvidando vetustas utopías y allanando el  camino a los más turbios negocios, con sospechosas acciones de lobby, en  desmedro del medio ambiente, de los pueblos originarios y de su  cultura.
 
Se podrá decir que siempre la política tuvo cajas  negras y formas de clientelismo, pero la amenaza en este periodo de  globalización ha sido mayor, ya que se ha vivido no sólo la  privatización sino también la desnacionalización de las principales  fuentes de riqueza, que fueran generadas en el siglo pasado al alero de  un Estado locomotora del crecimiento económico.
 
Han sido las  grandes mayorías, en especial la clase media -integrada por todos  nosotros, hijos de obreros, de marinos, de oficinistas, de comerciantes  pequeños- la que va viendo depredada su calidad de vida, sufriendo la  brecha económica y pauperizándose, principalmente en materia de  espiritualidad y afectos.
 
El modelo neoliberal funcionó en  América, dictaduras mediante, masacres y desterrados mediante. El miedo  fue su base y eso se siente en Chile como una telaraña que inmoviliza.  La gente aún se aísla, pretende cuidarse y salvarse sola, desconfía del  vecino, desconfía del colega, cualquiera es un enemigo potencial. Y  todos viven a la defensiva, aprovechando la más mínima ventaja,  resignando valores, entrando en amoralidades profundas, que anulan el  remordimiento y la conciencia que lo produce. El miedo sigue siendo la  columna vertebral de nuestra sociedad.
 
El rango de lo posible,  la capacidad de maniobra, depende de cuántas personas se animen a  superar la abulia, el miedo, el individualismo, para unir esfuerzos y  generar espacios alternativos al estilo dominante. Me tocó trabajar en  diferentes países promoviendo los consorcios de exportación, las  cooperativas, las joint ventures y modernizando los sistemas aduaneros  de los países. Enfocando el tema de la internacionalización desde el  sitial y las capacidades de las empresas familiares, pequeñas y  medianas, para que ellas pudieran participar en algo de los flujos de  riqueza que produce el comercio internacional.
Muchos proyectos  modestos que he conocido, me han demostrado que efectivamente hay  opciones al individualismo imperante y que el asunto es tener la  convicción de las potencialidades del pueblo organizado, de la validez  de los usos y costumbres de las comunidades locales y de los pueblos  originarios, de la imperiosa necesidad de asociatividad y de la  capacidad de aporte que tienen las casas de estudios. Con estos  elementos en conjunción se puede emprender y generar riqueza,  construyendo empresa, compatibilizando esfuerzo y calidad, con  cooperación.
 
Desde otro punto de vista, para esta clase media,  aún consciente de su potencial, pero abúlica, resignada a la repetición  de ciclos tediosos de centralismo, plutocracia y doble estándar, el tema  actual es organizar a los consumidores, defenderse de los monopolios,  de los corruptos. Llegar a tener un mínimo control de las  administraciones locales, de los servicios mal concesionados, del  sistema financiero que esquilma a deudores pequeños. Creo que en esta  clase media está latente la necesidad de recuperar espacios de  confianza, de coordinación, aspirando a mejorar en algo el sistema de  mercado, rescatando visiones alternativas que no caben en la óptica  dominante.
 
Exagerando el optimismo, algo que podría sonar a  expresión de deseo. Noto una reacción entre los jóvenes, que va  ampliándose. Es un retorno a los estilos clásicos de familia unida por  compromisos sólidos, con gran acento en la responsabilidad por cambiar  por lo menos su microespacio, rescatando la amistad, reconstruyendo  confianzas, bajándole el tono al hedonismo, elevando la crítica a un  mundo de competencia salvaje que llega a la antropofagia, postulando si  no una revolución altisonante ni una consigna libertaria inconsistente,  sí un camino diferente para relacionarse en el terreno social y laboral.  Tratando más allá de las quejumbres, de implantar una propuesta  honesta, que permita combatir la corrupción como una aspiración  ciudadana, transversal, supra ideológica, para hacer más humano el mundo  en que les tocará crecer.
 
Hernán Narbona Véliz

Una mirada libre a nuestro entorno

He  tenido l

viernes, abril 07, 2023

El Gatopardismo en el poder


Estamos bajo la avalancha de la mentira. Se conjuga un clima mundial lleno de amenazas, con una realidad interna enfrascada en la agenda que ha impuesto la oposición, mientras el gobierno no aparece, ya que no logra llevar el timón y parece no escuchar el clamor de quienes lo eligieron.
Los hilos del fascismo siguen manipulando a un pueblo aterrorizado y colocan sus remaches constitucionales para mantener y perpetuar  su orden.  A espaldas del  soberano, redactan sus edictos  expertos designados por las máquinas partidarias. Las instancias de gobernanza son funcionales al poder omnímodo del dinero. Mientras la hecatombe se avecina, los poderosos cuidan sus palacios. Tienen esbirros comtrolándolo todo. Son pretorianos a su servicio, útiles a sus propósitos, pero más allá de usarlos, al mismo tiempo, los desprecian.
La delincuencia y el crimen organizado han copado las noticias y la impunidad sigue permeando los laberintos del sistema de justicia. Los medios imponen un derrotero que sume a la población en un agobio extendido.
En un proceso indignante, avanza la ignominia sobre un pueblo confundido, presa de temores y distractores. Se lamenta la ausencia de liderazgos; sin embargo, en los suburbios circula y crece la resistencia  lúcida de los sencillos, buscando superar la impotencia de ver que legislan los propios victimarios. La decepción lacera a los habitantes, comunidades de gente laboriosa, que por más de 200 años han tratado de  conquistar un espacio de armonía y justicia social. El terrorismo de Estado enarbola nuevamente sus doctrinas de seguridad, volvemos a ser sus enemigos, por el simple hecho de pensar en una sociedad diferente o esgrimir la palabra desde nuestras catacumbas, mientras la mentira y el dinero corrompen las instituciones. Se criminaliza el movimiento social y la ley maldita gestada en la evidencia de una delincuencia organizada, implanta un estado policial donde las historias de montajes, secuestros y desapariciones, ponen en duda la vociferante "buena fe" de quienes la han aprobado.
La tragedia de la desesperanza aprendida se instala una vez más en los barrios desolados de este estrecho país. Pero es nuestro deber, tal como los antiguos escribas, ir dejando testimonios de estos procesos vergonzosos que nos enclavan en un pasado que creíamos superado.
El shock de la desilusión nos mantiene desconcertados, esquivando los zarpazos de la bestia depredadora, que quiere imponer leyes mordaza y cambios cosméticos que consoliden la impunidad histórica de la opresión. En el Rescate de la Memoria, el gatopardismo es inadmisible y los trabajadores de las comunicaciones y la palabra debemos dejar descrita esta larga noche, que parece no terminar nunca.

Hernan Narbona Véliz. Una mirada libre a nuestro entorno.

         Periodismo Independiente, Corresponsal Diario La Razón.cl