Perteneciendo a la generación del setenta, viví muy joven pero intensamente el histórico período de la Unidad Popular, partiendo por el Comando de Prensa en Valparaíso y Santiago en 1970. Por ello, fui parte de la utopía de llegar al socialismo por la vía democrática, la alternativa a la que confluíamos los cristianos junto a los marxistas. La reacción que partió la misma noche del 4 de septiembre de 1970, las vilezas de la ultraderecha y el ala conservadora de la DC, que fuera financiada por la CIA, el complot, los asesinatos de René Schneider; de Pérez Zujevich que estaba por la salida negociada con la UP; del Edecán Araya, la escalada de violencia en las calles, la ultra derecha generando el paro de los camioneros, el mercado negro. Y, del interior del gobierno, la indisciplina, el fatal cuoteo, la traición de quienes nunca respaldaron el camino de reformas que proponía Allende. Y, en ese escenario, liderando el llamado al golpe de Estado, la DC guatona, con Juan de Dios Carmona, ultraderechista que asesoraba a Frei Montalva, y Patricio Aylwin, encabezando negociaciones que nunca tuvieron el ánimo de prosperar sino de derrocar al gobierno democrático, manipulando la institucionalidad en contra del pueblo. Las culpas también de una ultraizquierda que le hizo el juego al golpismo y la DC como instrumento del golpismo, pese a los esfuerzos de Renán Fuentealba , Radomiro Tomic y Gabriel Valdés. Apostando a que los militares le devolvieran el poder, los derechistas demócrata cristianos fueron parte del golpismo y detonadores del mismo. En los ochenta todos nos unimos para sumar fuerzas para sacar la dictadura, pero sin olvidar esas acciones espurias, creyendo que vendría un mea culpa sincero en la DC, pero nuevamente se impuso el ala conservadora que desplazó a los verdaderos constructores del No, hasta que llegó al poder el mismo que había promovido el golpe y que jamás asumió la responsabilidad histórica sobre ese oscuro tiempo, concluyendo en nuevas traiciones al pueblo, como fue el profundizar el modelo neoliberal, coludirse cobardemente con los grupos económicos que habían saqueado al Estado durante la dictadura y plantear cínicamente "Justicia, en la medida de lo posible".
Por eso estamos como estamos.
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