viernes, abril 07, 2023

El Gatopardismo en el poder


Estamos bajo la avalancha de la mentira. Se conjuga un clima mundial lleno de amenazas, con una realidad interna enfrascada en la agenda que ha impuesto la oposición, mientras el gobierno no aparece, ya que no logra llevar el timón y parece no escuchar el clamor de quienes lo eligieron.
Los hilos del fascismo siguen manipulando a un pueblo aterrorizado y colocan sus remaches constitucionales para mantener y perpetuar  su orden.  A espaldas del  soberano, redactan sus edictos  expertos designados por las máquinas partidarias. Las instancias de gobernanza son funcionales al poder omnímodo del dinero. Mientras la hecatombe se avecina, los poderosos cuidan sus palacios. Tienen esbirros comtrolándolo todo. Son pretorianos a su servicio, útiles a sus propósitos, pero más allá de usarlos, al mismo tiempo, los desprecian.
La delincuencia y el crimen organizado han copado las noticias y la impunidad sigue permeando los laberintos del sistema de justicia. Los medios imponen un derrotero que sume a la población en un agobio extendido.
En un proceso indignante, avanza la ignominia sobre un pueblo confundido, presa de temores y distractores. Se lamenta la ausencia de liderazgos; sin embargo, en los suburbios circula y crece la resistencia  lúcida de los sencillos, buscando superar la impotencia de ver que legislan los propios victimarios. La decepción lacera a los habitantes, comunidades de gente laboriosa, que por más de 200 años han tratado de  conquistar un espacio de armonía y justicia social. El terrorismo de Estado enarbola nuevamente sus doctrinas de seguridad, volvemos a ser sus enemigos, por el simple hecho de pensar en una sociedad diferente o esgrimir la palabra desde nuestras catacumbas, mientras la mentira y el dinero corrompen las instituciones. Se criminaliza el movimiento social y la ley maldita gestada en la evidencia de una delincuencia organizada, implanta un estado policial donde las historias de montajes, secuestros y desapariciones, ponen en duda la vociferante "buena fe" de quienes la han aprobado.
La tragedia de la desesperanza aprendida se instala una vez más en los barrios desolados de este estrecho país. Pero es nuestro deber, tal como los antiguos escribas, ir dejando testimonios de estos procesos vergonzosos que nos enclavan en un pasado que creíamos superado.
El shock de la desilusión nos mantiene desconcertados, esquivando los zarpazos de la bestia depredadora, que quiere imponer leyes mordaza y cambios cosméticos que consoliden la impunidad histórica de la opresión. En el Rescate de la Memoria, el gatopardismo es inadmisible y los trabajadores de las comunicaciones y la palabra debemos dejar descrita esta larga noche, que parece no terminar nunca.

Hernan Narbona Véliz. Una mirada libre a nuestro entorno.

         Periodismo Independiente, Corresponsal Diario La Razón.cl 

 


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