sábado, julio 31, 2021

Cuidemos la Convención Constitucional




 

Fuimos un 80% de los que votamos en el Plebiscito de Octubre 2020, los que expresamos la voluntad soberana de escribir una Nueva Constitución a través de una Convención Constitucional,  en la que se eligiera el total de los convencionales constituyentes por elección popular.

 

El 15 y 16 de mayo se realizó esa elección de constituyentes y mayoritariamente fueron las listas de independientes las que impusieron un nuevo derrotero para Chile. 

 

Desde las élites políticas esto ha sido traumático, pues a partir de esa derrota reiterada, se asume en los partidos políticos del binominalismo, los mismos que amistosamente habían acomodado las piezas para seguir monopolizando la representación popular, que su tiempo había concluido.

 

La tozudez de la clase política, significó que muchos connotados políticos salieran del Parlamento para intentar incorporarse a la Convención Constitucional. Los partidos del Rechazo intentaron lograr ese tercio maldito que les permitiera vetar los cambios,  llevando el proceso constituyente a la vía muerta. Pero fracasaron en su intento y quedaron atrincherados en una treintena de convencionales dedicados en su mayor parte a frenar y desprestigiar el proceso iniciado el 4 de julio.

 

La reacción está usando toda su capacidad mediática para enlodar el proceso, generando noticias distractivas, que denigran y farandulizan el trabajo que se ha venido realizando, destacando por su virulencia, las vociferantes intervenciones y ataques de Cubillos y Marínovic.

 

Nada de esto es casual. Junto con el manejo oscuro del presupuesto asignado para el funcionamiento de la Convención,  la improvisación en la instalación de los elementos y equipamiento básico para su funcionamiento, se han ido sumando la generación agresiva de dichos agravantes y de amenazas en contra de Elisa Loncón, la Presidenta de la Convención. 

 

Pero también ha habido fuego amigo, que surge de destempladas voces de la Lista del Pueblo, que han resistido abrir la mesa a la presencia minoritaria del grupo de derecha o Rechazo, creyendo que aislarlos era lo correcto  sin darse cuenta que eso podría deslegitimar el proceso constituyente, arriesgando con ello el plebiscito de salida y, porqué no, una asonada golpista desde la ultraderecha.

 

Esta posición infantilista del grupo de independientes de la Lista del Pueblo, provocó que dos  convencionales mujeres se descolgaran de esa coalición por no estar de acuerdo en usar la ley del Talión.

 

Elisa Loncón convocó a un diálogo desde el amor, donde se asuma la responsabilidad de estar  creando un mejor país para nuestros niños.  El mensaje ético prendió y la mesa integró a constituyentes del Rechazo, sabiendo que, en la deliberación,  son las ideas y la razón  las que van legitimando el proceso, en decisiones que van sustentadas en argumentos y acordadas al final democráticamente. Se aprecia en esta estrategia una inteligencia democrática que invoca la razón  y no la fuerza.

 

La Convención avanza en la preparación de su Reglamento y se ha ganado mucho tiempo, pese a las zancadillas que ha puesto el stablishment.  Tratar de blindar a la Convención de la contingencia ha sido otro desafío de la Mesa, toda vez que la política partidaria sigue enfrascada en la competencia electoral, en las primarias legales y privadas, en las listas parlamentarias y la elección presidencial de noviembre. 

 

En los medios oficiales esto ha servido para bajarle el perfil a la Convención en la agenda noticiosa. Lo cual puede ser malo porque instala como relevante algo que juega sus descuentos, haciendo creer a la opinión pública que esto es lo importante, a la par que se presenta el proceso constituyente como desordenado, improductivo e innecesario si sigue vigente este otro escenario electoral tradicional.

 

Pero, a la vez, esta tendencia mediática puede hacerle bien a la Convención Constitucional en la medida que deja avanzar con menos ruidos e interferencias a las Comisiones,  colocando las reglas para ir tomando decisiones a medida que avanza el trabajo de equipo. Pero, es necesario que se genere una comunicación fluida, directa y fehaciente de la Convención con las organizaciones sociales y territoriales, para que los medios oficiales no desinformen con chimuchina los avances del proceso constituyente. 

 

Las fuerzas reaccionarias están colocando todos sus recursos para bloquear los cambios y preservar sus privilegios, la ultraderecha está provocando con esbirros que destruyen murales y memoriales a las víctimas de la explosión social del18 de Octubre de 2019. Todo el sistema se colude en agudizar la situación de abuso e injusticia y a esa provocación, lamentablemente, responden desde la emoción visceral, los grupos que tienen encima el dolor porque son los que han ofrecido sus vidas y sus ojos para abrir este camino que termine con la Constitución de la dictadura.

 

Hoy, defender el proceso constituyente es patriótico y revolucionario, es poder desmontar por la vía pacífica y democrática una dictadura que trascendió al dejar enquistados en la sociedad un modelo y una cultura individualista. Los partidos políticos han sido cooptados por el dinero. Pero, hoy hablamos de refundar el país, colocar la vida, la razón y la justicia como norte de este camino.

 

En este propósito, asumiendo que caminamos en un campo minado, sabedores de que el poder nos ve como sus enemigos, desde la base social, desde nuestro puesto de trabajo y convivencia, no nos traguemos sus noticias falsas. Codo a codo, espalda con espalda, unamos fuerza y espíritu para apoyar a nuestros constituyentes,  cerrando filas en los cabildos, en los colegios profesionales,  en las comunidades escolares, en los barrios y campos, para ir cada día escribiendo un párrafo más de este sueño colectivo, donde todos estamos invitados.

 

Hernán Narbona Véliz

Somos Poder Constituyente, Periodismo Independiente 31 de julio 2021.

 


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domingo, julio 11, 2021

El primer grito Constituyente: No Más Represión

Ese domingo, 4 de julio 2021, todo Chile estuvo expectante, tenso, emocionado hasta las lágrimas, sobre todo cuando, en medio de las fuerzas de orden público, personas de civil levantaban las manos para impedir el desplazamiento de los guanacos y se sentía en todo el mundo  el primer grito de la Constituyente: “No Más Represión”.

En el ciclo Conversaciones por la Vida, quise hacer el Día Después, un programa que registrara el momento vivido ese 4 de julio, dejando el registro de las emociones que se entrecruzaban durante la tensa y vibrante jornada inaugural de instalación de la Convención Constitucional, pero las emociones nos rebasaban.   Junto  a mi compañera,  a mis hijos, sentíamos que un viento fresco llenaba un túnel extendido por casi 40 años. Ese domingo, todo Chile estuvo expectante, tenso, emocionado hasta las lágrimas, sobre todo cuando, en medio de las fuerzas de orden público, personas de civil levantaban las manos para impedir el desplazamiento de los guanacos y se sentía en todo el mundo  el primer grito de la Constituyente: “No Más Represión”.

Llegó el lunes 5 de julio: a las 15 horas los convencionales se daban cita para empezar su trabajo y allí donde se debía realizar la primera sesión, no había nada preparado. La rabia por esa falta de respeto, se elevó en una vorágine de bronca frente al Ejecutivo, frente  al despropósito - por simple estupidez, ineptitud o por  ramplona soberbia - de quienes tenían la responsabilidad de dar todas las condiciones para su funcionamiento y no lo hicieron.

En una semana, con la instalación tardía e incompleta en cuanto a logística, la Convención comenzó a dar sus primeros pasos. Resolviendo en la apertura un tema de principios, un reconocimiento a la génesis del proceso constituyente, gracias al cual se abrió este momento histórico.

Reconocer para la Historia de Chile que, estar donde estamos, no ha sido por generosidad del modelo, sino que se debió a los millones de compatriotas que nos sumamos a la  explosión social de octubre 2019, y que fuéramos declarados “un enemigo implacable y poderoso que no respeta a nada ni nadie” por el Presidente Sebastián Piñera, mientras la primera dama planteaba estar  frente “a una invasión alienígena y que tendrían que compartir sus privilegios”.  

Ese estallido social ha significado la represión brutal a través de agentes del Estado que han cometido violaciones persistentes y extendidas a los Derechos Humanos, con una reiterada intención de dañar a los manifestantes con sus escopetas a pedigones, sus bombas lacrimógenas y sus gases y agua tóxicos. Y siempre quedarán en la nebulosa esas situaciones registradas, en donde se evidenciaba que la fuerza policial se retiraba, para que enseguida ingresaran vándalos a saquear, en una táctica fascista que han usado todas las dictaduras, de cualquier tono, para criminalizar a sus opositores, permitiendo su exterminio.

Ha sido así como, junto a la represión brutal, ha venido la criminalización y ha aparecido el partido del orden, justificando y respaldando la barbarie y las violaciones sistemáticas a los DDHH. Se aplicó a los presos de la revuelta, medidas cautelares que les han significado de facto, la aplicación de  una pena corporal,  sin pruebas ni juicios, sólo mediante la denegación o dilación del debido proceso, obviando el principio de presunción de inocencia y retardando formular la imputación, por carecer de pruebas válidas y suficientes. Esto ha significado que, muchos jóvenes, de extracción popular, fueran detenidos por estar en las protestas y, por meras declaraciones de los carabineros que los detenían, han permanecido por más de año y medio, encarcelados y muchos de ellos, han salido exonerados de todo cargo por la falta de pruebas o la debilidad de las probanzas presentadas por la Fiscalía.

La necesidad de una justicia transicional, que venga a reconocer la situación de estallido social de Octubre de 2019, se presenta como una salida política para plantear la construcción de un país distinto. Piñera, enceguecido, no parece reconocer que se trata de una situación de crisis política y no de un asunto de orden público. El 80% de los chilenos votó por una Convención Constitucional, aprobando ir a una nueva constitución. Para iniciar el camino despejando esas situaciones que se mantienen como injusticias y actos de trinchera, la Convención Constitucional, sin pretender atribuirse facultades de los poderes del Estado, invocando a un espíritu republicano que procure la distensión del conflicto social que encaminó a Chile a este momento constituyente, acordó por amplia mayoría formular una Declaración, llamando a los poderes del Estado a que se apruebe una amnistía, actualmente en trámite en el Senado, para todos los presos de la revuelta que fueron detenidos y han sido objeto de querellas por Ley de Seguridad del Estado, a fin de restaurar con este gesto institucional una paz social que permita desarrollar el proceso constituyente, que el país se ha dado democráticamente.

En paralelo, el Instituto Nacional de Derechos Humanos, INDH entró en crisis. La Asociación de funcionarios del INDH se declaró en paro, exigiendo la renuncia de Sergio Micco, su director y consejero. Esto ocurrió tras la toma el jueves 8 de octubre de  la sede central del INDH, por estudiantes de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES), quienes exigían libertad para los detenidos en el contexto del estallido social, los presos políticos de la revuelta.

Aferrado a sus facultades de papel, un presidente fallido, que no ha sabido entender la crisis política en que se ha sumergido al país, pretende frenar un proceso soberano ratificado reiteradamente en las urnas y que no tiene parangón en el mundo: el inicio de un proceso democrático para poner término a un modelo instaurado a sangre durante una dictadura y que, ahora, con un costo social gigantesco, puede cerrar un ciclo político abyecto, permitiendo  recuperar un país  más humano, respetuoso y custodio de su ambiente y territorio.

Magistralmente, desde el alma tronchada de Chile, la presidenta de la Convención Constitucional, Elisa Loncón, en forma bilingüe, mapudungun y español, ese 4 de julio expresó: “Vamos hacia un Estado Plurinacional, Intercultural y Plurilinguístico” .

Y, en la Historia de Chile quedará escrito que, esa mañana,  el Primer Grito de la Convención Constitucional fue: “No Más Represión”.

Hernán Narbona Véliz, Periodismo Independiente, Conversaciones por la Vida.

 

 

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