Tres meses de Conversaciones por la Vida, en medio de la Pandemia.
En el desarrollo de la emergencia sanitaria por la pandemia del
Covid-19, he podido desplegar como Periodismo Independiente, Conversaciones por
la Vida, un fructífero espacio de diálogo ciudadano que, usando la conectividad
que ofrecen las redes sociales, ha permitido dialogar con compañeros de ruta,
ciudadanos de diversas latitudes, constituyendo un punto de encuentro para
tomar el pulso a la realidad, cruzando ideas, emociones, aprehensiones y
expectativas, en medio de esta catástrofe que nos golpea, y soñando en forma
colectiva formas de sobrevivir a ella.
Creo que se ha dado en la sociedad civil, la misma que mayoritariamente
se había movilizado durante la explosión social de Octubre, una acción
instintiva de acercamiento y reconstrucción del tejido social. Al inicio de
este año un amplio porcentaje de la población cifraba sus esperanzas en el
plebiscito del 26 de abril, que abriría el proceso constituyente hacia una
Nueva Constitución realmente democrática. La pandemia permitió al gobierno
reagrupar fuerzas. Se pospuso el plebiscito para el 25 de Octubre. El desafío
es evitar que el poder niegue, de cualquier forma, esta ruta legal ya fijada.
En este período que cubre prácticamente tres meses, se han roto,
afortunadamente, las burbujas de individualismo, competencia salvaje, para dar
paso a un ánimo gregario de colaboración, de desideologización y de sentido
común.
Los ciudadanos, en general tildados como “enemigos” por una autoridad
que se ocupó en el verano, prioritariamente, de reforzar el equipamiento
represivo del Estado, hemos actuado desde el sentido común, conocida la
tragedia que la pandemia había provocado en Italia y España. A partir de marzo,
gran parte de la población, con una relativa capacidad para afrontar la crisis
económica que se agudizaba, se confinó en teletrabajo y en cuarentenas
voluntarias, para evitar los contagios, como una acción lógica frente a las
medidas incoherentes con que el gobierno, desde los Ministerios de Interior,
Hacienda y Salud, conducía la crisis.
Jaime Mañalich, conducía la lucha contra la pandemia apostando a la
inmunidad de rebaño, sin aportar recursos a la prevención del contagio.
Incoherencias, verdades a medias y mezquindad, se fueron mostrando a medida que
avanzaba la crisis. Chile perdió así tres meses de ventaja, al estar en el
último lugar del mundo. La presión de los grupos económicos se hizo sentir: lo
primero era la economía. La primera ayuda a los más pobres fue mezquina, por
debajo de la línea de la pobreza, apenas $65000, menos de 80 dólares por
persona estratificada. ¿La ayuda a las pymes? un volador de luces, ya que, en
vez de usar a CORFO o SERCOTEC, los recursos fueron inyectados a la banca, sin
fijar ninguna condición de tasa para que ese crédito llegara a los sectores
medios, todos al borde de la quiebra.
Sin ningún soporte de datos, se habló de meseta y se publicitó la nueva
normalidad, algo que recién se ensayaba en Europa después de dos meses críticos
y trágicos. A poco andar se pasó de la nueva normalidad al retorno seguro. Una
improvisación más, cuando la escalada recién se iniciaba. Señales
contradictorias: el Ministro de Educación quiso reanudar las clases a fines de
abril, otra Ministra invitó a compartir un café, una instrucción presidencial
forzó a los empleados públicos a volver al trabajo presencial, un Alcalde abrió
un mall. La gota que rebasó el vaso fue el reportaje de CIPER, ue demostró que
el Ministerio de Salud había entregado cifras distintas a la OMS y a la opinión
pública, en sus entregas matutinas. Una diferencia de más de 2 mil
fallecimientos terminó por tumbar al contumaz Ministro Mañalich y sus verdades
a medias.
En su conducción de la crisis se negó con contumacia la entrega de
información de los enfermos por comuna a los Alcaldes, lo que impidió trazar
los contagios. Esta negativa afectó a Alcaldes de la coalición de gobierno que
están hoy entre las comunas con más muertos. La excusa fue que la oposición podría
malusar la información perjudicando al gobierno.
La opción temprana de una cuarentena obligatoria se descartó
tozudamente, seguramente, porque el gobierno sabía que ello habría demandado
entregar a las familias una ayuda real y oportuna, lo que habría significado
medidas de Estado que contrariaban al modelo y su Constitución.
Es así como se rechazó la posibilidad de que parte de los ahorros de los
afiliados en las AFP, pudiesen disponerse para pasar la crisis; se negó
extender el postnatal; se ayudó sí a LATAM a través del Banco Estado, el mismo
que denegaba casi la totalidad de créditos FOGAPE para la pequeña y mediana
empresa.
En otra improvisación, el gobierno anunció el reparto de 2,5 millones de
cajas de alimentos y artículos de limpieza para la población más pobre, de
acuerdo a registros de estratificación social. ¿Nadie le dijo al Presidente que
eso era logísticamente imposible? Para rematar la falta de escrúpulos, se
confeccionó un instructivo para que, mediáticamente, la entrega de las “cajitas
felices” -así llamadas en RRSS para relacionarlas con las que daba LATAM a sus
pasajeros- tuviese un efecto propagandístico para el Presidente. Descubierto el
hecho, la vocera Karla Rubilar se inculpó totalmente del despropósito.
Recién después de la tardanza en hacer llegar la ayuda, el poder central
se resignó a tener que trabajar coordinadamente con los Alcaldes, pero el
tiempo transcurría y la pandemia cundía fuera de control. El viernes 13 de
Junio se produce el cambio de Ministro de Salud, ingresando a la conducción de
la pandemia el Dr. Enrique Paris, siendo integrados a la mesa los especialistas
que ya en marzo habían pedido corregir el manejo de la crisis. El corolario de
este período ha sido un acuerdo cupular, con un reducido número de partidos, que
de suyo arrastran una falta de adhesión cercana al 2%, otro acuerdo de espaldas
a la sociedad civil, que ha buscado llevar una ayuda a las familias chilenas.
Se ha decretado cuarentena total en comunas que lo venían pidiendo hace dos
meses y se proyecta un período llamado de hibernación, con confinamiento total
obligatorio, toque de queda y Fuerzas Armadas custodiando el país. Como la
reporteara el periodista Rafael Marín, de Veracruz, Méjico, un tufo a dictadura
se percibe como un efluvio plomo que apronta escenarios oscuros para la
sociedad chilena.
En Conversaciones por la Vida, el académico Jorge González Moya,
Presidente de la Academia de Diálogo Ciudadano, señaló que esta pan-demia ese
ha convertido en una sistemia, entendiendo por tal una enfermedad que
abarca todo el cuerpo social, donde lo sanitario ha dejado en descubierto las
perversidades estructurales del modelo neoliberal, en salud, educación,
economía, la desigualdad estructural y el desprecio por la vida.
En esa línea de análisis, la Doctora Juanita Fernández, ex Presidente
del Departamento de Derechos Humanos y Medio Ambiente del Colegio Médico,
Regional Valparaíso, parafraseando a la filósofa Hannah Arendt, señaló que en
las acciones de este modelo neoliberal, enfrentamos al fascismo y la banalidad
del mal, con una clase dominante que se rodea de una burocracia parásita
que, en forma obsecuente, sigue, sin ningún parámetro ético o moral, las
acciones depredadoras sobre las personas y el medio ambiente que ordenan los
grupos fácticos que tienen el poder real, queriendo dominarnos con su cultura
de la muerte, que esbirros y pretorianos, siguen sin la más mínima autocrítica.
En medio de la crisis, persiste a mega sequía, se mantiene el agua en
manos privadas y el panorama se agudiza, ya que, en medio del confinamiento
social, los poderes fácticos siguen actuando y, en denuncia ciudadana de
MODATIMA, se comprobó que se sigue autorizando proyectos mineros que ponen en
riesgo ambiental a localidades como Putaendo. El gobierno no ha variado un ápice
su postura de defensa de los intereses privados y ha pasado por encima de las
legítimas demandas por el Derecho al Agua como bien de uso público. En medio de
la pandemia, extensas comunidades no tienen agua para lavarse las manos.
Como una definición del intento premeditado de adulterar la verdad y de
procurar imponer la pos verdad, la Doctora Fernández Álamos, señaló que Chile
sufría un gaslighting de la clase política, lo que se entiende como la
manipulación perniciosa para hacer dudar a las personas de su propio criterio.
Se entiende esto como el negacionismo y la promoción de una amnesia colectiva
respecto a la historia, se enfrenta una comunicación de masas, por medios que
son de propiedad de los grupos dominantes, la cual relata y difunde realidades
ficticias, contrarias a lo que estamos viviendo, palpando y sintiendo, lo cual
es un intento propio del fascismo, el stalinismo y todos los “ismos” que
atentan contra la humanidad y la naturaleza.
La situación de empobrecimiento y desprotección, ha sido acompañada,
además por un sector de la población que, generacionalmente, se ha formado en
el modelo educacional del sistema y por ello tiene una visión centrada en el
yo, con incapacidad de pensar en el otro, de conjugar un nosotros, de dolerse
ante el dolor del prójimo. Esta indolencia, en parte, ha explicado esas fiestas
clandestinas que se dan en medio de una situación macabra, con personas
vulnerables muriendo en las calles o en espera de atención que no llega. Esta
situación refleja la crisis moral profunda del modelo individualista y del
sálvese quien pueda que aplican en sus relaciones humanas, un sector importante
de la población.
Existe, a partir de los factores anteriores, un grave riesgo de
enfermedad mental, en cuanto las personas, sometidas al rigor de situaciones
extremas y profundamente dolorosas, física y espiritualmente, puedan caer en lo
que la Psicología Clínica denomina Desesperanza Aprendida. La desesperanza
aprendida, también llamada indefensión aprendida, es la
condición de aquel que se comporta pasivamente porque así lo ha aprendido. De
esta forma, esta persona piensa que no puede hacer nada ante todo tipo de
situaciones adversas, cuando en la mayoría de ellas sí podría sobreponerse. Se
trata de una persona que baja los brazos frente a la adversidad y pierde toda
capacidad de resiliencia, es decir capacidad de superar situaciones
traumáticas. De acuerdo al Psicólogo Ángel Bustos Balladares, participante de
Conversaciones por la Vida, esta enfermedad mental deja a las personas a pasos
del suicidio.
La solidaridad sincera, surgida de la propia sociedad civil empoderada,
que ha vuelto a retomar las ollas comunes, las juntas vecinales, los colegios
profesionales, es lo único cercano que puede evitar que, como sociedad, nos
precipitemos en la tragedia de multitudes de desesperanzados aprendidos, que
caminen cabizbajos a su autodestrucción. La solidaridad desde las comunidades,
de los pueblos originarios, de las capas medias, de los creadores, los
científicos, los héroes anónimos de la Salud, que resisten la sistemia y
recrean nuevas utopías, desde la realidad de una pobreza digna, parece ser la
respuesta colectiva para tomar las riendas de nuestro destino como sociedad, en
toda su diversidad plurinacional.
Es lo que se ha vivido en estos res meses de pandemia, con un gobierno
que ha pretendido tapar el sol con un dedo, para defender el sistema neoliberal
a toda costa, siendo los seres humanos un factor descartable en la ecuación de
sus mezquinos intereses.
Hernan Narbona Veliz
Periodismo Independiente, 17.06.2020.