miércoles, junio 17, 2020

La genuina solidaridad es el camino

Tres meses de Conversaciones por la Vida, en medio de la Pandemia.

En el desarrollo de la emergencia sanitaria por la pandemia del Covid-19, he podido desplegar como Periodismo Independiente, Conversaciones por la Vida, un fructífero espacio de diálogo ciudadano que, usando la conectividad que ofrecen las redes sociales, ha permitido dialogar con compañeros de ruta, ciudadanos de diversas latitudes, constituyendo un punto de encuentro para tomar el pulso a la realidad, cruzando ideas, emociones, aprehensiones y expectativas, en medio de esta catástrofe que nos golpea, y soñando en forma colectiva formas de sobrevivir a ella.

Creo que se ha dado en la sociedad civil, la misma que mayoritariamente se había movilizado durante la explosión social de Octubre, una acción instintiva de acercamiento y reconstrucción del tejido social. Al inicio de este año un amplio porcentaje de la población cifraba sus esperanzas en el plebiscito del 26 de abril, que abriría el proceso constituyente hacia una Nueva Constitución realmente democrática. La pandemia permitió al gobierno reagrupar fuerzas. Se pospuso el plebiscito para el 25 de Octubre. El desafío es evitar que el poder niegue, de cualquier forma, esta ruta legal ya fijada.

En este período que cubre prácticamente tres meses, se han roto, afortunadamente, las burbujas de individualismo, competencia salvaje, para dar paso a un ánimo gregario de colaboración, de desideologización y de sentido común.

Los ciudadanos, en general tildados como “enemigos” por una autoridad que se ocupó en el verano, prioritariamente, de reforzar el equipamiento represivo del Estado, hemos actuado desde el sentido común, conocida la tragedia que la pandemia había provocado en Italia y España. A partir de marzo, gran parte de la población, con una relativa capacidad para afrontar la crisis económica que se agudizaba, se confinó en teletrabajo y en cuarentenas voluntarias, para evitar los contagios, como una acción lógica frente a las medidas incoherentes con que el gobierno, desde los Ministerios de Interior, Hacienda y Salud, conducía la crisis.

Jaime Mañalich, conducía la lucha contra la pandemia apostando a la inmunidad de rebaño, sin aportar recursos a la prevención del contagio. Incoherencias, verdades a medias y mezquindad, se fueron mostrando a medida que avanzaba la crisis. Chile perdió así tres meses de ventaja, al estar en el último lugar del mundo. La presión de los grupos económicos se hizo sentir: lo primero era la economía. La primera ayuda a los más pobres fue mezquina, por debajo de la línea de la pobreza, apenas $65000, menos de 80 dólares por persona estratificada. ¿La ayuda a las pymes? un volador de luces, ya que, en vez de usar a CORFO o SERCOTEC, los recursos fueron inyectados a la banca, sin fijar ninguna condición de tasa para que ese crédito llegara a los sectores medios, todos al borde de la quiebra.

Sin ningún soporte de datos, se habló de meseta y se publicitó la nueva normalidad, algo que recién se ensayaba en Europa después de dos meses críticos y trágicos. A poco andar se pasó de la nueva normalidad al retorno seguro. Una improvisación más, cuando la escalada recién se iniciaba. Señales contradictorias: el Ministro de Educación quiso reanudar las clases a fines de abril, otra Ministra invitó a compartir un café, una instrucción presidencial forzó a los empleados públicos a volver al trabajo presencial, un Alcalde abrió un mall. La gota que rebasó el vaso fue el reportaje de CIPER, ue demostró que el Ministerio de Salud había entregado cifras distintas a la OMS y a la opinión pública, en sus entregas matutinas. Una diferencia de más de 2 mil fallecimientos terminó por tumbar al contumaz Ministro Mañalich y sus verdades a medias.

En su conducción de la crisis se negó con contumacia la entrega de información de los enfermos por comuna a los Alcaldes, lo que impidió trazar los contagios. Esta negativa afectó a Alcaldes de la coalición de gobierno que están hoy entre las comunas con más muertos. La excusa fue que la oposición podría malusar la información perjudicando al gobierno.

La opción temprana de una cuarentena obligatoria se descartó tozudamente, seguramente, porque el gobierno sabía que ello habría demandado entregar a las familias una ayuda real y oportuna, lo que habría significado medidas de Estado que contrariaban al modelo y su Constitución.

Es así como se rechazó la posibilidad de que parte de los ahorros de los afiliados en las AFP, pudiesen disponerse para pasar la crisis; se negó extender el postnatal; se ayudó sí a LATAM a través del Banco Estado, el mismo que denegaba casi la totalidad de créditos FOGAPE para la pequeña y mediana empresa.

En otra improvisación, el gobierno anunció el reparto de 2,5 millones de cajas de alimentos y artículos de limpieza para la población más pobre, de acuerdo a registros de estratificación social. ¿Nadie le dijo al Presidente que eso era logísticamente imposible? Para rematar la falta de escrúpulos, se confeccionó un instructivo para que, mediáticamente, la entrega de las “cajitas felices” -así llamadas en RRSS para relacionarlas con las que daba LATAM a sus pasajeros- tuviese un efecto propagandístico para el Presidente. Descubierto el hecho, la vocera Karla Rubilar se inculpó totalmente del despropósito.

Recién después de la tardanza en hacer llegar la ayuda, el poder central se resignó a tener que trabajar coordinadamente con los Alcaldes, pero el tiempo transcurría y la pandemia cundía fuera de control. El viernes 13 de Junio se produce el cambio de Ministro de Salud, ingresando a la conducción de la pandemia el Dr. Enrique Paris, siendo integrados a la mesa los especialistas que ya en marzo habían pedido corregir el manejo de la crisis. El corolario de este período ha sido un acuerdo cupular, con un reducido número de partidos, que de suyo arrastran una falta de adhesión cercana al 2%, otro acuerdo de espaldas a la sociedad civil, que ha buscado llevar una ayuda a las familias chilenas. Se ha decretado cuarentena total en comunas que lo venían pidiendo hace dos meses y se proyecta un período llamado de hibernación, con confinamiento total obligatorio, toque de queda y Fuerzas Armadas custodiando el país. Como la reporteara el periodista Rafael Marín, de Veracruz, Méjico, un tufo a dictadura se percibe como un efluvio plomo que apronta escenarios oscuros para la sociedad chilena.

En Conversaciones por la Vida, el académico Jorge González Moya, Presidente de la Academia de Diálogo Ciudadano, señaló que esta pan-demia ese ha convertido en una sistemia, entendiendo por tal una enfermedad que abarca todo el cuerpo social, donde lo sanitario ha dejado en descubierto las perversidades estructurales del modelo neoliberal, en salud, educación, economía, la desigualdad estructural y el desprecio por la vida.

En esa línea de análisis, la Doctora Juanita Fernández, ex Presidente del Departamento de Derechos Humanos y Medio Ambiente del Colegio Médico, Regional Valparaíso, parafraseando a la filósofa Hannah Arendt, señaló que en las acciones de este modelo neoliberal, enfrentamos al fascismo y la banalidad del mal, con una clase dominante que se rodea de una burocracia parásita que, en forma obsecuente, sigue, sin ningún parámetro ético o moral, las acciones depredadoras sobre las personas y el medio ambiente que ordenan los grupos fácticos que tienen el poder real, queriendo dominarnos con su cultura de la muerte, que esbirros y pretorianos, siguen sin la más mínima autocrítica.

En medio de la crisis, persiste a mega sequía, se mantiene el agua en manos privadas y el panorama se agudiza, ya que, en medio del confinamiento social, los poderes fácticos siguen actuando y, en denuncia ciudadana de MODATIMA, se comprobó que se sigue autorizando proyectos mineros que ponen en riesgo ambiental a localidades como Putaendo. El gobierno no ha variado un ápice su postura de defensa de los intereses privados y ha pasado por encima de las legítimas demandas por el Derecho al Agua como bien de uso público. En medio de la pandemia, extensas comunidades no tienen agua para lavarse las manos.

Como una definición del intento premeditado de adulterar la verdad y de procurar imponer la pos verdad, la Doctora Fernández Álamos, señaló que Chile sufría un gaslighting de la clase política, lo que se entiende como la manipulación perniciosa para hacer dudar a las personas de su propio criterio. Se entiende esto como el negacionismo y la promoción de una amnesia colectiva respecto a la historia, se enfrenta una comunicación de masas, por medios que son de propiedad de los grupos dominantes, la cual relata y difunde realidades ficticias, contrarias a lo que estamos viviendo, palpando y sintiendo, lo cual es un intento propio del fascismo, el stalinismo y todos los “ismos” que atentan contra la humanidad y la naturaleza.

La situación de empobrecimiento y desprotección, ha sido acompañada, además por un sector de la población que, generacionalmente, se ha formado en el modelo educacional del sistema y por ello tiene una visión centrada en el yo, con incapacidad de pensar en el otro, de conjugar un nosotros, de dolerse ante el dolor del prójimo. Esta indolencia, en parte, ha explicado esas fiestas clandestinas que se dan en medio de una situación macabra, con personas vulnerables muriendo en las calles o en espera de atención que no llega. Esta situación refleja la crisis moral profunda del modelo individualista y del sálvese quien pueda que aplican en sus relaciones humanas, un sector importante de la población.

Existe, a partir de los factores anteriores, un grave riesgo de enfermedad mental, en cuanto las personas, sometidas al rigor de situaciones extremas y profundamente dolorosas, física y espiritualmente, puedan caer en lo que la Psicología Clínica denomina Desesperanza Aprendida. La desesperanza aprendida, también llamada indefensión aprendida, es la condición de aquel que se comporta pasivamente porque así lo ha aprendido. De esta forma, esta persona piensa que no puede hacer nada ante todo tipo de situaciones adversas, cuando en la mayoría de ellas sí podría sobreponerse. Se trata de una persona que baja los brazos frente a la adversidad y pierde toda capacidad de resiliencia, es decir capacidad de superar situaciones traumáticas. De acuerdo al Psicólogo Ángel Bustos Balladares, participante de Conversaciones por la Vida, esta enfermedad mental deja a las personas a pasos del suicidio.

La solidaridad sincera, surgida de la propia sociedad civil empoderada, que ha vuelto a retomar las ollas comunes, las juntas vecinales, los colegios profesionales, es lo único cercano que puede evitar que, como sociedad, nos precipitemos en la tragedia de multitudes de desesperanzados aprendidos, que caminen cabizbajos a su autodestrucción. La solidaridad desde las comunidades, de los pueblos originarios, de las capas medias, de los creadores, los científicos, los héroes anónimos de la Salud, que resisten la sistemia y recrean nuevas utopías, desde la realidad de una pobreza digna, parece ser la respuesta colectiva para tomar las riendas de nuestro destino como sociedad, en toda su diversidad plurinacional.

Es lo que se ha vivido en estos res meses de pandemia, con un gobierno que ha pretendido tapar el sol con un dedo, para defender el sistema neoliberal a toda costa, siendo los seres humanos un factor descartable en la ecuación de sus mezquinos intereses.

Hernan Narbona Veliz Periodismo Independiente, 17.06.2020.

 






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