domingo, diciembre 29, 2019

2019: año de crisis climática y social

2019: año de crisis climática y social
2019: año de crisis climática y social
Este año ha sido de explosión social y se ha comprobado que la humanidad enfrenta una profunda crisis de supervivencia, con los pueblos cada vez más sometidos a la dominación de un orden mundial depredador, centrado en combustibles fósiles, que pretende mantener un crecimiento ilimitado, imposible de sostener sin un daño ambiental severo.
Un orden basado en la codicia de pocos en desmedro y hambre de muchos, que ha hecho de la acumulación de la riqueza en esos pocos, su declarado objetivo: maximizar las ganancias en el menor tiempo posible.

En el sistema global, estamos en medio de una crisis climática que no frena, toda vez que, pese a la fanfarria de la COP25, se seguirá irrespetando los ciclos que la naturaleza marca para la renovación de los recursos.

Atrapados en un sistema que no es sólo intergubernamental porque los poderes financieros globales están por encima del ámbito público; con acuerdos internacionales redactados para asegurar el modelo global, donde son las compañías multinacionales y los mercados de capitales los protagonistas principales. Metódicamente, se ha ido quitando poder y soberanía al Estado Nación, como máxima organización soberana de los pueblos, con convenciones internacionales que limitan las políticas públicas que el Estado puede emprender, que se lo trata como a un privado más y como tal puede ser objeto de demandas en tribunales extranjeros.

Por otra parte, un sistema que ha permeado las instituciones con el tráfico de influencias, lo que se ha expresado en una corrupción transversal de las instituciones. Todo el aparataje jurídico del modelo neoliberal global ha apuntado a asegurar a las multinacionales reglas que las favorezcan. Pero, si la normativa no alcanzare, se ha aplicado metódicamente la corrupción del aparato público, en colusiones público privadas que han hecho de los representantes populares, aliados serviles y funcionales a los intereses internacionales. La seguridad ha admitido en las potencias, una privatización de la guerra, con una industria asociada a las políticas que el imperio se ha dado para actuar preventivamente en cualquier lugar del globo en donde se deba defender intereses. En esta lógica, el Estado ha quedado a merced de los estadios jurídicos supranacionales, con poco margen de maniobra para tomar decisiones que puedan lesionar, directa o indirectamente, dichos intereses foráneos.

La realidad reseñada del orden mundial, explica de manera clara las condicionantes que ha tenido que enfrentar la explosión social de Chile, un país en que el modelo global se impuso por la fuerza, con una Constitución Política generada en dictadura, negociada en 1989 como retorsión para abrir paso a una democracia representativa protegida, sin que se tocara ese orden económico ni con el pétalo de una rosa. Los administradores del modelo fueron gobiernos supuestamente progresistas, pero que profundizaron el modelo y se sirvieron de él, agudizando la desregulación y renunciando a fiscalizar, dejando a los privados una desregulación, que no podrían encontrar en ninguna otra economía capitalista. Baste observar como la economía capitalista de la Unión Europea y los países escandinavos, siguieron el paradigma social demócrata de economía social de mercado, construyendo un Estado de Bienestar, con una fuerte tributación directa y derechos sociales asegurados en salud, previsión social, educación, vivienda. Ni siquiera en Estados Unidos habrían podido encontrar la permisividad que se ha dado en Chile, en un extremismo neoliberal sin par, lo que explica la obsecuencia de las instituciones cooptadas por los poderes económicos y la impunidad de que han gozado respecto a delitos económicos que nunca se han pagado con cárcel. La evidencia de vivir en una sociedad mediática controlada por los poderes fácticos, que, al mismo tiempo, se convirtió en un mercado de prueba para los adelantos tecnológicos, tuvo la contrapartida de una comunidad dotada de conectividad, con un grupo etario menor a 35 años que se formó en las tecnologías de información y comunicaciones, dominando las redes sociales.

Esos jóvenes vienen de haber sufrido en carne propia la deshumanización de la sociedad chilena, comprobando que sus derechos básicos al agua, a la educación, a la salud, son bienes de consumo, que si tienes dinero los alcanzas o, si no, te friegas. Jóvenes corriendo detrás de títulos que resultaron estafas, jóvenes que cargan la mochila de deudas a tasas de usura, contraídas para poder estudiar; jóvenes que han sido presa del individualismo, con hogares fracturados, con padres endeudados sin llegar a fin de mes; todos enfrascados en la pertenencia materialista al sistema, con una competencia salvaje y depredadora. La generación detonante de la explosión social en Chile, han sido jóvenes que han visto a sus abuelos morir trabajando o hacerlo en listas de espera en la salud pública. Mientras la prensa oficial les vendía la pomada de ser los jaguares, ellos vivían la ruptura del tejido social, de la afectividad social, con adultos enclaustrados en casas enrejadas, cada cual en lo suyo. Corresponde a una generación formada en una mentira de democracia y de supuesto éxito regional, que, a partir del 18 de octubre de 2019, despertó a Chile y mostró los pies de barro, la fragilidad y la crueldad del modelo. Porque el sistema les negó todo, los excluyó o condenó a ser ciudadanos de segunda clase, esos jóvenes, sin miedo, conformaron una Primera Línea, amortiguando la represión desatada contra civiles desarmados que ejercían su derecho a manifestarse libremente. Esa Primera Línea no es ni extraterrestre ni obedece a planes tenebrosos, son jóvenes que, como en toda época, enfrentan en las protestas a las fuerzas represivas, dan primeros auxilios a  los heridos, protegen a los más viejos, a las mujeres que remecen al mundo con su canto libertario; no son bandas de narcos ni vándalos, son jóvenes quizá marginados por la institucionalidad, quizá chicos que sufrieron el SENAME, chilenos que buscan una política con credibilidad y no la han escuchado del gobierno represor.

En 1970, el imperialismo decidió impedir en Chile que asumiera y concluyera un gobierno democrático que ofrecía construir una sociedad más justa, de lo cual quedó la nacionalización del cobre. Cuando Augusto Pinochet dicta la Constitución de 1980, la concibe como pilar y baluarte de un orden económico en donde el mercado es el que ofrece soluciones a las necesidades de los individuos. Luego, en 1989, con la anuencia de los políticos que tomaban la posta para volver a la democracia representativa, Chile quedó en una camisa de fuerza. Un sistema blindado mediante quorum calificado hizo casi imposible cambiar la Constitución. Los presidentes de la Concertación nunca se propusieron en serio cambiarla. La presión siempre fue desde la sociedad civil. El 2006 fueron los pingüinos, en el 2011, los universitarios, siguieron los paros de los empleados públicos, de los profesores, surgió el Movimiento No Más AFP que movilizó millones de manifestantes, y el sistema, con el gobierno de turno que fuese, siempre actuó como un mono porfiado, con faramallas de participación, “mesas de te club”, comisiones gigantescas e inconducentes, para quedar al final, como siempre, bonos más o bonos menos.

Por ello, existe una perfecta simetría entre el modelo neoliberal global, del cual Chile ha sido activo protagonista con su inserción internacional basada en exportación de recursos básicos, y la crisis social que se ha vivido este año en Colombia, Ecuador, Perú y Chile.

Sin embargo, este 2019 hubo conjunción de aristas que explican la explosión social, que se dio en llamar la primavera de Octubre. El descreimiento total en las instituciones, toda la corrupción acumulada en los procesos de PENTA, SQM,  terminaron saneados con cinismo por los gobiernos de Bachelet y Piñera; los gigantescos robos a recursos públicos y fondos reservados del cobre, en el Ejército y en Carabineros, que habrían ameritado configurar el delito de alta traición a la Patria, se fueron desperfilando, invisibilizados por los medios oficiales, aunque en la opinión pública la memoria sigue viva y existe una percepción clara de desconfianza total en esos cuerpos armados; estuvo latente la ratificación del TPP11, que venía a consolidar el poder de las multinacionales por encima de la soberanía del Estado; la sequía que afecta al centro norte de Chile y el robo de agua denunciado por las comunidades rurales del valle de Petorca; los reconocimientos internacionales a Rodrigo Mundaca, Ingeniero Agrónomo, líder social de MODATIMA; la COP25 que exigía señales concretas de descarbonización de la matriz energética; la APEC que daría ocasión a un supuesto término de la guerra comercial entre China y EEUU; el Movimiento No Más AFP, los profesores, los portuarios, los aduaneros, todo estaba ahí, a la vista, muchos lo habíamos alertado, vivíamos un mentira y la explosión social era crónica de una crisis anunciada. Los únicos sordos y ciegos fueron los personeros de la clase política. Los estudiantes saltaron los torniquetes del metro y vino un efecto catalizador de una energía social que palpitaba en los barrios de todo Chile.

Mientras las fuerzas conservadoras tratan de distorsionar el clamor popular, el gran avance del 2019 es que la clase política y la institucionalidad hayan aceptado que el pueblo abrió el 18 de octubre un proceso constituyente. Se ha logrado además que exista paridad de género en esa Convención Constituyente. Cada concesión ha sido difícil de obtener. A la hora de esta crónica falta definir la postulación de independientes y la existencia de cupo para pueblos originarios.

Y, aunque quieran introducir eufemismos y hablar de Convención Constituyente en vez de Asamblea Constituyente, y, aunque pretendan amarrar las decisiones que pueda tomar esa instancia constituyente, exigiendo un quorum de 3/5, lo crucial como ciudadanía es que ya existe evidencia cuantitativa y cualitativa de la voluntad de cambio de la constitución por un nuevo texto. Porque en la consulta comunal desarrollada en 225 comunas de Chile una mayoría aplastante se manifestó por cambiarla. En el plebiscito de abril, esa ciudadanía ha decidido darse un nuevo orden, sin amarres dictatoriales.

Los que defienden el modelo son los mismos que han obtenido con leyes corruptas quedarse con el mar y sus recursos; son los mismos que atesoran el agua y especulan con ella mientras la miseria y la muerte destruye a lo pequeños campesinos y pastores de nuestros valles; los que quieren mantener el modelo, son los dueños de clínicas, de laboratorios , ISAPRES y por eso no quieren que se fortalezca la salud pública sino seguir recibiendo suculentos recursos de Estado para sus negocios privados; los que están por el modelo, no quieren que un Estado los fiscalice y los haga tributar debidamente; pretenden seguir drenando las divisas del país fugando capitales a paraísos fiscales; los que no quieren cambiar el modelo, no quieren que se fortalezca la Educación Pública, que se acorten las carreras ni se terminen las estafas con carreras que no se necesita y que no tienen campo laboral. Si se busca solucionar en Chile la sequía, un Estado capaz de planificar y con descentralización, podrá convocar a inversionistas a colaborar en planes de desarrollo regional, podremos recuperar ferrocarriles, infraestructura, en un Estado que no esté infiltrado por operadores políticos que sólo buscan el enriquecimiento ilícito.

Un Chile decente se juega su destino en este 2020. La primera gran batalla cívica será ganar arrolladoramente, por un 80 o 90% la opción Yo Apruebo ir a una Nueva Constitución, mediante una Convención democrática Libre y soberana. Haciendo de Chile un país decente, recuperando la República, podremos reconocernos como un pueblo plurinacional y respetar las historias de nuestro ancestros y héroes anónimos.

Lo social y lo ambiental son inseparables. Si no se cambia el modelo, poco podrá hacerse para proteger nuestra flora y fauna. Frenar el despojo y la depredación de nuestro territorio, significa no olvidar que estamos cruzando el umbral crítico y en las próximas décadas ya no habrá vuelta atrás en la crisis climática.


Hernán Narbona Véliz, Periodismo Independiente, 21 diciembre 2019.


Una mirada libre a nuestro entorno

viernes, diciembre 20, 2019

miércoles, diciembre 18, 2019

HOY, DOS MESES DESPUÉS.


Hoy a las 6 de la tarde pasaba a buscar a Rosy a casa de una amiga que vive justo allí en la Plaza Victoria. Hoy se cumplían dos meses del inicio de la explosión social y, mientras la Cámara de Diputados se negaba a que exista paridad de género y cupo especial para los pueblos originarios, en la calle se presionaba frente a esas tratativas excluyentes, que parecen no haber escuchado el clamor popular ni los más de dos millones  de personas que votaron en la consulta municipal, en 225 comunas, exigiendo una Asamblea Constituyente, libre y soberana, con paridad de género y cupo reservado para representantes de los pueblos originarios.

Cuando llegué a la plaza Victoria entré a la zona cero y el olor a lacrimógenas llenaba el aire.  Bajé sobrecorriendo de una micro y logré entrar al edificio, mientras crecía la cantidad de personas ganando el espacio de la plaza y el frontis de la Catedral. Por Pedro Montt las fuerzas especiales gaseaban a discreción toda esa zona cero. Esperamos un rato en el departamento de nuestra amiga, pero decidimos salir y cruzar esa primera línea, donde la policía desplegaba dos zorrillos y dos guanacos. Los capucha y el infaltable perro Matapacos ocupaban la esquina y  devolvían a los pacos las lacrimógenas que ellos disparaban o tiraban con la mano.

Decidimos despedirnos y buscar como fuera, un camino a casa. Salimos a Independencia y nos cubrimos las narices con mascarilla y pañuelos, caminando hacia las Heras y pasando frente a Falabella. Los ojos lloraban, la cara picaba. Antes de llegar a la esquina de Las Heras un auto tenía las puertas abiertas y la mujer que manejaba se bajó porque, al parecer su hijo, estaba afectado por los gases. Un par de voluntarios entró al auto y la ayudaron. Fue en es momento que, una jovencita quinceañera, se nos acerca y ofrece ayudarnos. Nosotros íbamos del brazo y tapándonos la nariz. Entonces la chica nos dice que descubramos los rostros, que me saque los lentes, y con un frasco con rociador nos mojó la cara y los ojos con agua con bicarbonato, mojando también la mascarilla de Rosy y el pañuelo de papel que estaba usando. Sentimos gran alivio inmediato, pero también una gran emoción y le agradecimos a  la voluntaria, que siguió apoyando a quienes se notaba afligidos por los gases. En ese mismo momento, un grupo de jóvenes con cascos pasó hacia la zona de choque con las fuerzas especiales, eran del Instituto Nacional de Derechos Humanos; Rosy se acercó y los felicitó, gracias muchachos, son unos valientes.

En ese momento, apreciamos, ya más relajados, que mucha gente transitaba por las veredas, casi todos hacia Avenida Francia, para tomar alguna locomoción hacia el cerro por Avenida Alemania. Fue justo en la vereda de Avenida Francia, entre Independencia y Colón, que vimos un árbol navideño muy especial. Era una estructura de alambres con la forma de un pino, pero, en vez de adornos y luces, estaba lleno de mensajes en cartulinas de colores que colgaban con decenas de mensajes de la estructura. Un árbol ciudadano con sueños de un Chile más justo. Allí pude leer deseos de la gente, a dos meses de que Chile Despertó. Algunos que recuerdo decían No Más SENAME; No Más AFP; Que se vaya, pero preso; Menos Armas Más Libros; Justicia; Asamblea Constituyente. Esta será una Navidad popular y solidaria, que se frieguen los malls, nosotros nos quedamos en el barrio.

Espontáneamente va surgiendo la energía vital de Chile. Recordamos con mi compañera cuando marchábamos con nuestros hijos niños todavía, para recuperar la democracia. Después del 90 siempre dijimos que lo peor fue la traición de los que creíamos compañeros de ruta y que se vendieron al dios dinero y hasta hoy siguen defendiendo sus parcelas de poder. Rosy siempre ha dicho que esos miserables nos robaron la esperanza. Pero, en estos dos meses, en esos jóvenes que pueden ser nuestros nietos, se ha logrado recuperar la esperanza, ya no nos sentimos como francotiradores, luchando contra molinos de viento.
Ahora, asumiendo que no podríamos estar en primera línea, seguimos en permanente apoyo a una causa libertaria que ha quedado a cargo de jóvenes y chicas adolescentes que están recogiendo heridos, que están ayudando espiritualmente para que el movimiento no desfallezca. Le dimos gracias esta tarde a los hijos de nuestros hijos, que están invirtiendo la energía de sus sueños juveniles para devolver un país más humano a los abuelos que han sido abusados por las pensiones de hambre; a los padres, frustrados y endeudados porque el chorreo fue una mentira más y están hoy más pobres que nunca antes.

Esta tarde se cumplían 2 meses y Valparaíso está curando sus heridas, se está uniendo como un gran gigante dormido para tumbar los pivotes del egoísmo que nos ha sometido por décadas y, como dice Baradit, por siglos. Esta tarde, con mi compañera, cruzando la primera línea, sin miedo, apoyados por voluntarios que están en esa retaguardia inmediata de primeros auxilios y sentimos, en el fondo del corazón, que la dignidad sí se está haciendo costumbre y no se perderá nunca más.


Hernán Narbona, Periodismo Independiente, 18 de diciembre de 2019.

Una mirada libre a nuestro entorno

sábado, diciembre 14, 2019

viernes, diciembre 13, 2019

Nueva Constitución: la sociedad civil empoderada




La explosión social que se ha producido en este tercer trimestre del año 2019 ha sido consecuencia de décadas de cansancio de la mayoría de los chilenos frente a la desigualdad, la inequidad, los reiterados abusos y la desprotección.
 
El sistema político económico ha mercantilizado las necesidades humanas básicas, con lo cual, quien no tiene dinero para pagar por una buena atención queda desprotegido. Las pésimas pensiones que están recibiendo los adultos mayores; la deplorable salud pública, que ha significado condenar a muerte a miles de pacientes; una educación de mala calidad, que vende ilusiones, ofrece profesiones saturadas sin espacio laboral y ha endeudado a miles de jóvenes; un sistema de transporte caro, ineficaz; el agua en manos privadas, en un sistema perverso que privilegia los negocios por sobre la vida de las comunidades rurales; una corrupción extendida y transversal que ha gozado de impunidad y que hemos vivido en sucesivos gobiernos, clientelismo, tráfico de influencias, uso de paraísos fiscales e información privilegiada, cohecho, malversación de recursos públicos, abusos contra mujeres, infancia y ancianos. Cifras siderales que han sido robadas al Estado de Chile, en el Ejército, en Carabineros, en obras públicas, en Codelco; financiamiento ilegal de la política, dietas escandalosas en el Poder Legislativo y prevaricación en el Poder Judicial; abusos a menores en las Iglesias, en SENAME; colusiones en las farmacias, los pollos, el papel higiénico; corruptelas en el fútbol en la Banca, el Retail. Han sido 30 años y los chilenos explotaron en una crónica de rebelión anunciada.
 
Demandas todas que, al principio o al final, confluyen en la necesidad de cambiar el marco constitucional que ha generado esta realidad. Generar una Nueva Constitución para humanizar el sistema político económico de Chile que exige darnos como país una nueva Constitución Política. Y para llegar a consensuar el país más justo y decente que queremos tenemos que ir, en forma soberana a un proceso constituyente.
 
De hecho, ha sido la movilización social con más de 5 millones de chilenos en las calles, lo que abrió el proceso constituyente en Chile. Tardíamente, el Presidente Piñera quiso convocar a un Congreso Constituyente. Pero, La Unidad Social respondió de inmediato que exigían ir a una Asamblea Constituyente, convocada a través de un Plebiscito. Ya en el último gobierno de Bachelet se había iniciado un proceso de conversación nacional, con cabildos, asambleas en organizaciones de base. Esto se extendió a todo Chile, con  múltiples cabildos, asambleas, conversatorios y debates en juntas vecinales, liceos, cámaras empresariales, colegios profesionales, gremios, clubes deportivos, para alimentar las bases de una nueva constitución.
 
El 15 de noviembre, la clase política acordó formalizar un proceso constituyente. Lo primero fue acordar que se iría a una Nueva Constitución que partiría a fojas cero, lo que descartaba definitivamente parchar la del 80. En segundo lugar, se convoca a un Plebiscito de apertura para Abril 2020. Pero, como el interés de los partidos políticos ha sido subirse a un proceso que se inició desde la sociedad civil, han tratado, letra chica mediante, de tratar de controlar ese proceso: primero, sin acordar que sea con voto obligatorio el plebiscito inicial; segundo, proponer una Convención Constituyente mixta en donde la mitad sea de elección popular y la otra sean ellos, como parlamentarios; tercer punto, ha sido pretender que los candidatos a delegados constituyentes no sean independientes sino militantes de partidos, o bien, que sean postulados al alero de un partido; cuarto punto de discordia, que, frente a puntos no acordados, éstos vayan a un Comité Técnico de parlamentarios para que se fije la salida.  Y el punto más grave del acuerdo del 15Nov es que para acordar el texto de cada artículo de la nueva constitución se exija que un 66% lo vote aprobándolo, es decir, exigiendo un quorum de dos tercios de los delegados constituyentes 2/3. 
 
La sociedad civil, organizada en la Unidad Social a través múltiples organizaciones, ha rechazado el intento de la clase política por mediatizar y distorsionar la soberanía popular que, en consecuencia, ha precisado lo que exige: Plebiscito de apertura con voto obligatorio; que en ese plebiscito se coloque la opción de Asamblea Constituyente, de elección en un 100% de sus miembros, libre y soberana para acordar su funcionamiento; que los independientes puedan postularse libremente; que se reserve cupos para pueblos originarios; que en caso de no acuerdo en algunos temas, para dirimir se realicen plebiscitos complementarios definitorios, es decir que se consulte al pueblo y que no se resuelva cupularmente.
 
La sociedad civil está recuperando soberanía popular y, pese a los intentos de los sectores conservadores oficialistas, que han realizado campañas del terror contra la participación de la gente y aspiran a que todo esto se vaya a la vía muerta, la ciudadanía, a través de los municipios ha llevado adelante, en diciembre, una Consulta Municipal que se ha llevado en paralelo en más de 200 comunas, lo que está demostrando la voluntad de actuar en forma madura, sin prejuicios ideológicos ni religiosos, en la definición de un orden institucional que elimine el privilegio de abusar que han tenido los sectores dominantes. 
 
Y en la construcción de este nuevo Pacto Social, las grandes definiciones surgirán de un debate extendido, con propuestas que darán un marco estable a Chile. Desde las Ciencias Políticas y Sociales, se cruzan ideas fuerza  para un Estado Unitario, Plurinacional Unitario y Responsable, Regulador y Fiscalizador, Laico, con libertad de expresión, de economía mixta, que sancione la concentración económica, con  capacidad para planificar, invertir y gestionar, por sí o en alianza con el sector privado y en donde el bien común signifique respeto a la vida, el medio ambiente, con el foco en las personas y la justicia social. Los políticos deberán volver a ser servidores públicos que trabajen sin prebendas especiales y la ciudadanía, siempre participando, deberá tener capacidad para ejercer fiscalización y exigir transparencia. El debate de ideas es el gran desafío del año 2020. 



Valparaíso, 13 Diciembre 2019
Hernán Narbona Véliz, Periodismo Independiente 
@hnarbona en Twitter.
 
 



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