Ya es medianoche en Chile y la Bolsa de este país emergente, ubicado en la trastienda del planeta, también supo hoy de los coletazos de mercados marcados por la desconfianza.
Luego del anuncio de plan de rescate de la administración Bush, en la sumatoria de las expectativas de los operadores, el resultado fue marcado por el pesimismo, con millones de decisiones de escape de los títulos percibidos como inseguros.
Un 10% cayó la Bolsa de Santiago de Chile, en un hecho histórico, donde la pérdida la sufrieron principalmente los pequeños ahorristas, fundamentalmente por las caidas de las bolsas y del valor de los títulos de renta variable, en donde se ubican títulos tales como bonos y acciones.
La crisis de los bonos basura ha tenido como causas principales la especulación irresponsable en los mercados inmobiliarios de los banqueros, quienes debían ser custodios de los mercados financieros. Pese al anunciado rescate que haría el Gobierno de USA, la desconfianza cundió desde Asia hasta occidente, con pérdidas que afectan los precios de las exportaciones de commodities, las materias primas que Sudamérica vende al mundo.
Ya es tarde para quienes perdieron sus pequeñas inversiones, ya las bolsas por el suelo no podrán recuperarse en el corto plazo. Millones de personas han perdido sus empleos, los bancos se han convertido en depositarios de inmuebles cuyo valor real hoy es exiguo, en el mercado no hay liquidez, se secaron las fuentes naturales de financiamiento.
El sistema de intermediación financiera en el mercado de valores, así como en los mercados financieros, ha quedado en números rojos, la falta de controles preventivos desde el Estado ha hecho evidente el agotamiento del modelo neoliberal que con tanto dogmatismo se ha enseñoreado por la región por casi tres décadas.
No es momento de llorar sobre la leche derramada. Hace falta repensar los roles del Estado, la necesidad de transparentar el manejo que hacen las Administradoras de Fondos de Pensiones, quienes especulan con dinero ajeno, sin que los afiliados puedan controlar debidamente el detino de sus ahorros.
Si hubiese que revertir la crisis en oportunidades, diría que es el minuto en corregir de emergencia el mercado de capitales, fijar encajes a los capitales especuladores de corto plazo y favorecer la inversión en nuevas fuentes de energía alternativa o en proyectos productivos y de infraestructura que le den tiraje a la economía. El papel que el Estado debe jugar, más allá de las maniobfras de apoyo o rescate ensayadas por el gobierno, debiera ser el de locomotora para la expansión del sistema productivo y de servicios.
Siendo esta una noticia en desarrollo, podemos marcar como síntesis que Asia desconfía del Plan Bush y ha tomado medidas precautorias por el freno que se producirá en la demanda norteamericana sobre el mercado mundial. También se vislumbra la incapacidad de la Unión Europea de seguir manteniendo una economía llena de subsidios y técnicamente se ha asumido estar en plena recesión, terrible palabra que los gobernantes evitan pronunciar, pero que ha llegado con su indesmentible efecto de reducción de la inversión, la falta de liquidez, la contracción de la demanda y el desempleo creciente.
Un 10% cayó la Bolsa de Santiago de Chile, en un hecho histórico, donde la pérdida la sufrieron principalmente los pequeños ahorristas, fundamentalmente por las caidas de las bolsas y del valor de los títulos de renta variable, en donde se ubican títulos tales como bonos y acciones.
La crisis de los bonos basura ha tenido como causas principales la especulación irresponsable en los mercados inmobiliarios de los banqueros, quienes debían ser custodios de los mercados financieros. Pese al anunciado rescate que haría el Gobierno de USA, la desconfianza cundió desde Asia hasta occidente, con pérdidas que afectan los precios de las exportaciones de commodities, las materias primas que Sudamérica vende al mundo.
Ya es tarde para quienes perdieron sus pequeñas inversiones, ya las bolsas por el suelo no podrán recuperarse en el corto plazo. Millones de personas han perdido sus empleos, los bancos se han convertido en depositarios de inmuebles cuyo valor real hoy es exiguo, en el mercado no hay liquidez, se secaron las fuentes naturales de financiamiento.
El sistema de intermediación financiera en el mercado de valores, así como en los mercados financieros, ha quedado en números rojos, la falta de controles preventivos desde el Estado ha hecho evidente el agotamiento del modelo neoliberal que con tanto dogmatismo se ha enseñoreado por la región por casi tres décadas.
No es momento de llorar sobre la leche derramada. Hace falta repensar los roles del Estado, la necesidad de transparentar el manejo que hacen las Administradoras de Fondos de Pensiones, quienes especulan con dinero ajeno, sin que los afiliados puedan controlar debidamente el detino de sus ahorros.
Si hubiese que revertir la crisis en oportunidades, diría que es el minuto en corregir de emergencia el mercado de capitales, fijar encajes a los capitales especuladores de corto plazo y favorecer la inversión en nuevas fuentes de energía alternativa o en proyectos productivos y de infraestructura que le den tiraje a la economía. El papel que el Estado debe jugar, más allá de las maniobfras de apoyo o rescate ensayadas por el gobierno, debiera ser el de locomotora para la expansión del sistema productivo y de servicios.
Siendo esta una noticia en desarrollo, podemos marcar como síntesis que Asia desconfía del Plan Bush y ha tomado medidas precautorias por el freno que se producirá en la demanda norteamericana sobre el mercado mundial. También se vislumbra la incapacidad de la Unión Europea de seguir manteniendo una economía llena de subsidios y técnicamente se ha asumido estar en plena recesión, terrible palabra que los gobernantes evitan pronunciar, pero que ha llegado con su indesmentible efecto de reducción de la inversión, la falta de liquidez, la contracción de la demanda y el desempleo creciente.
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