Ya lo vivimos con la gripe Aviar, ahora es el Ébola. Una psicosis colectiva cunde a nivel mundial frente a un virus que pudo haber sido objeto de manipulación como arma biológica. Una enfermedad que surge en 1973 en el centro de África, una epidemia que se suma al dengue hemorrágico, a la malaria, al SIDA y otras pandemias similares que brotan en ambientes sin higiene, sin las más mínimas condiciones de salubridad pública.
Desde hace décadas los noticieros perro mundo nos han traido imágenes de las desgracias que afectaban a pueblos del cuarto mundo, con el hambre, la desertificación y guerras tribales de exterminio. Esa realidad, afortunadamente, está lejos de América Latina. Sólo Haiti en nuestro continente se acerca a ese nivel de miseria, donde el Estado es inviable para poner orden y dar seguridades mínimas a la población.
Por eso, es importante llamar al sentido común para tener una actitud racional frente a una amenaza lejana, pero que en la globalización y comunicaciones instantáneas de hoy, se nos entrega como una amenaza inminente. Frente a ello, el sentido común marca que las familias pueden actuar preventivamente para evitar los ambientes en que se incuban este tipo de virus. La OMS ha entregado una simple receta de limpieza, basada en agua con cloro, que pueda desinfectar ambientes.
En esta tribuna queremos aportar, desde ese sentido común y recurriendo a la experiencia de nuestros ancestros, mecanismos de limpieza de nuestras casas. Lavar los pisos, las veredas, evitar la acumulación de basuras, de fecas animales, hervir eucalipto en las habitaciones, colocar cebollas debajo de las camas, ventilar la casa. En cuanto a recomendaciones alimenticias, seguir una dieta alcalina, bicarbonato con limón un par de veces por semana. Eliminar azúcar, usar miel, propoleo. Consumir frutos secos y mucha cebolla cruda, ajo y verduras verdes.
El sistema inmunológico es la barrera que el ser humano tiene para vivir entre bacterias y virus, por lo que reforzarlo, evitando la acidificación de la sangre, es una buena práctica de vida sana y equilibrada. Las abuelas tenían la sabiduría de las yerbas medicinales autóctonas y eso hay que rescatarlo, en forma solidaria, compartiendo aloes vera, boldo, natre, esa amplia gama de herbarios naturales.
Más que la amenaza de las pandemias se debe temer a la manipulación y la codicia de los laboratorios farmacéuticos internacionales. Es sabido que hacen de las enfermedades crónicas su fuente principal de negocios, sin buscar verdaderamente la salud de la población.Estas reflexiones están basadas, por lo tanto, en la sabiduría popular y desde allí podemos ir al rescate del sentido común, dudando razonablemente de las pandemias con que quieren aterrorizarnos. Una hipótesis que viene también del sentido común.
Periodismo Independiente, @hnarbona en Twitter, 13 octubre 2014.
Una mirada libre a nuestro entorno
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