sábado, marzo 10, 2007

Transantiago, el glorioso retorno de los SAPOS



Transantiago, el glorioso retorno de los SAPOS
Hernán Narbona Véliz
periodismo.probidad@gmail.com


ERAN ESOS PERSONAJES urbanos que gesticulaban en medio de las calles, esquivando los buses, subiendo y bajando sobrecorriendo de las pisaderas, avisando a los chóferes a cuantos minutos iba de su antecesor. Estos trabajadores que se instalaban en algunas esquinas con sus relojes control y que recibían de cada bus unas pocas monedas, esos trabajadores que se las ingeniaban para aprender un oficio urbano lleno de riesgos, integraban la geografía de personajes callejeros típicos, junto a los cantores populares y los vendedores ambulantes. Pero de pronto, los sorprendió la mentada modernidad.

El Transantiago propuso sustituirlos por los GPS, ese software de control satelital de flujos que pueden mapear electrónicamente una flota vehicular para ir dirigiéndola desde las centrales. Pero, la realidad mostró que esos objetivos no se han logrado, que alguien incumplió compromisos contractuales. Que hay 2300 GPS y debieran funcionar 5600. Que los contadores de pasajeros en muchos buses no están funcionando, que ha habido demoras de los operadores y que todo ello se ha traducido en una situación desesperante para la gente, que amenaza con convulsionar la megalópolis santiaguina.

Es una realidad de esta puesta en marcha del Transantiago que el Metro ha colapsado en horarios de punta, que se ha conocido con vergüenza de país que existen depravados operando y que han agregado inseguridad a los desplazamientos de mujeres y niños. Una actitud solapada e inescrupulosa de degenerados anónimos que aprovechan la multitud para realizar tocaciones a mujeres. La reacción ciudadana frente a esos individuos debe ser drástica para que se realicen arrestos civiles cuando se les detecte.

En ese escenario de cambio profundo que remece la capital, el sistema vuelve los ojos de nuevo a estos apuntadores de tráfico, esos trabajadores que transitaban en la precariedad laboral, ganando del monedero de los buses que controlaban. Yo los bauticé como Supervisores Administrativos de Procesos Operativos, SAPOs, y hoy a la distancia, aplaudo ese reconocimiento humano que se ha dado hoy a su presencia urbana.

La calidad de vida de una ciudad, la reducción de la contaminación, el lograr que la capital no colapse, exige responsabilidad de los privados que se comprometieron a que los sistemas funcionaran. Y dentro de los ajustes que implica empujar un plan de este tipo, resulta por decir lo menos simpático, en medio de un clima tenso, ver que esos SAPOs volverán a integrarse al sistema, para seguir dando ese servicio pequeño pero crucial para que las flotas alcancen una máxima eficiencia.

A un año de gobierno, la Presidenta Bachelet debe tomar la conducción personal de un proyecto que ha puesto en jaque a la Concertación a quien se la acusa de una actitud displicente frente a un problema de Estado, que requiere el concurso de todo el Gabinete. Desde las regiones el reclamo es instantáneo, pues el monstruo del centralismo sigue absorbiendo los recursos como un barril sin fondo, lo cual, en definitiva profundiza inequidades estructurales de un país que ha crecido a contramano del desarrollo humano. Hay problemas cruciales en las provincias, pero el Transantiago se lo traga todo. No por nada, la capital tiene 5 millones de electores y es donde se seguirá decidiendo el destino político del país, aunque a los regionalistas no nos guste para nada.

Pero, tratando de sumar una mirada de optimismo a este complejo tema, podemos encontrar una lección humana en el rescate que se ha hecho de los SAPOs que parecieron estar condenados a la desaparición. Porque la realidad ha demostrado lo contrario: si en una transformación de la envergadura de este proyecto de modernización del trasporte público, se necesitan liderazgos tenaces, casi heroicos, como el que representa el Ministro Sergio Espejo, así también se requieren los aportes sencillos y silenciosos de quienes como los SAPOs ayudan a ordenar el flujo de buses en las grandes ciudades. Bien por ellos.




10 de marzo de 2007




Una mirada libre a nuestro entorno

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