domingo, diciembre 19, 2010

El cosismo de Piñera y el voluntarismo de la oposición


El cosismo de Piñera y el voluntarismo de la oposición
Hernán Narbona Véliz
Se cierra el 2010 y el resultado, más allá de las catástrofes, epopeyas y tragedias que hemos vivido de manera acelerada, muestra que el Gobierno de Sebastián Piñera sigue bien apreciado por la opinión pública, y ha sido capaz de sobrellevar una oposición aún traumatizada por la pérdida del poder, que en forma reactiva se debate entre la colaboración y la negación de la sal y el agua.

En una crónica de fines del año pasado escribí que en política  los errores se pagan y caro. Es lo que está sufriendo la Concertación que se debate en una prolongada crisis existencial, en donde los expulsados, los díscolos, los descolgados, las primarias amañadas, las patadas bajo la mesa y en cámaras, significaron en definitiva la derrota electoral después de 20 años de gobierno. A ello se agrega el lamentable epílogo de la inacción demostrada en los momentos cruciales de la catástrofe del 27 de febrero, cuando se apreció una actitud irresoluta de la Presidenta, con un nombramiento tardío de los jefes de plaza para ordenar la emergencia, lo cual que derivó en saqueos que pudieron haberse evitado. Fue un triste cierre, previo a la entrega del gobierno a la Alianza por el Cambio.

Durante este período en que la Concertación sale del gobierno, la actitud de los partidos que la integran ha sido de maquillaje, pero sin los cambios de fondo que se suponía produciría la derrota electoral. Al interior de los partidos no ha habido recambio, no han asomado liderazgos nuevos. En general, al no asumir con autocrítica las razones del desencanto que provocó el resultado en las elecciones presidenciales, se ha apostado a una amnesia forzada que la gente no ha comprado. La reacción ha sido de alejamiento de la sociedad civil de la política chilena con una notoria brecha entre lo que preocupa a las elites concertacionistas y los intereses de la ciudadanía.

Entender que hacer oposición es negarse a todo, ha sido el error de muchos. Esgrimir una actitud confrontacional que busque agudizar las contradicciones corresponde a una dialéctica que no conjuga con las percepciones actuales de la ciudadanía. No parece serio que los mismos que fueron neoliberales al extremo durante 20 años, aparezcan de pronto desempolvando consignas de cambios profundos. El chileno sabe que las bases del modelo están enclavadas en la institucionalidad, en la Constitución y las leyes orgánicas y que sería iluso pretender que el primer gobierno democrático de derecha, después de 50 años, pueda venir a revolucionar un sistema que le es propio. Sin embargo, Piñera ha sorprendido a la oposición al atender dentro de su programa a muchas reivindicaciones sentidas por los sectores medios y que estuvieron postergadas por décadas. Rompe esquemas el ver que se puedan implementar dentro del accionar de este gobierno de derecha, medidas apreciadas y comprometidas en las promesas de campaña. Y de allí deriva la desesperación de algunos por bloquear iniciativas que no encontraron voluntad política para realizarse en los cuatro gobiernos anteriores.

La reforma educacional es uno de estos megaproyectos. Michelle Bachelet tuvo la gran oportunidad de trascender como estadista al haber llevado adelante la reforma que reclamaron los pingüinos en el primer año de su mandato, pero los amarres políticos, la participación empresarial de prominentes personeros y sectores oficialistas en ese negocio, impidió que se avanzara en una mejor fiscalización de los sostenedores o que se mejorara la situación integral de los profesores. Hoy el proyecto es impulsado con energía por el Ministro Lavín y la probabilidad de éxito es alta, en la medida que se vean cambios efectivos en la actitud de los profesores que sientan dignificada la función docente y abierta una opción para un retiro digno, con una indemnización atractiva.

Diferencias profundas han debilitado el ánimo asociativo dentro de la Concertación  Cicatrices y heridas abiertas. El laguismo, que organizó sus redes transversales para mantener a sus miembros circulando por diversos cargos del Estado, tiene a su haber facturas pendientes, por exclusiones de amplios sectores concertacionistas. La autocrítica no va con Lagos y sus seguidores y por ello jamás llegaron las críticas internas por las prácticas llevadas en materia de obras públicas, concesiones, carreteras, Ferrocarriles, Transantiago, cárceles concesionadas.  Ahora, ubicados en la oposición, esos mismos sectores  se han blindado para pretender recomponer su poder en las instancias partidarias. Pero otros líderes, con presencia propia, como Guido Girardi, le han salido al paso al laguismo en el seno del PPD y del PS para convocar a un nuevo referente para el progresismo. Así, cuando saltan al tapete las críticas a la gestión de las cárceles concesionadas, el país conoce de los conflictos internos que existieron entre los adherentes a Lagos y el equipo de Expansiva. El Ministro Bitrán tumbó el puente para Chiloé por el sobre precio con que se había diseñado y lo mismo ocurrió con las cárceles concesionadas. Bitrán ha sido el único Ministro que se pronunció por una nueva Ley de Concesiones, para evitar los espacios leoninos que tienen en la actual normativa los contratistas para paralizar al Estado. Su posición crítica le costó el cargo, por presiones del sector laguista.

Hoy, supuestamente para ordenar a la oposición, arremete Lagos, sin embargo no logra que los ex presidentes respalden a la Concertación y eso muestra que las brechas internas son serias. Guido Girardi impulsa una nueva alianza progresista amplia. Grupos como el MAS del Senador Navarro o el Movimiento Progresista de Marco Enríquez Ominami, plantean también rearticular al progresismo, pero no hay una idea fuerza que aglutine, no se levanta una bandera programática diferente y lo que se observan son acciones que provocan ruidos internos, como promover la despenalización del consumo de la marihuana, cuestión que se aleja sensiblemente de la clase media, que aspira, por el contrario, a una acción más efectiva del Estado en el combate contra las mafias. Sin claridades conceptuales, sin ofrecer un común denominador de sociedad que motive entusiasmo o incorporación de los sectores medios que no quieren meterse en política, estas convocatorias aparecen como un ejercicio de las elites, una competencia por ocupar y controlar los partidos como instrumentos de poder, antes que como visiones de país.

Por su parte, la DC  toma distancia de este reacomodo de fuerzas al interior de lo que sería la centro izquierda. Sigue la DC amarrada a la propuesta neoliberal, su perfil internacional es de centro derecha, pero en Chile son la UDI y RN los que se ubican en ese espacio y si la DC siguiera un camino propio sería electoralmente suicida. Pero, inmersa en un alejamiento de la feligresía católica de la Iglesia, a causa de las situaciones de abusos por parte de sacerdotes, la falta de un ideario progresista cristiano que tenga repercusión social, deja a la DC a merced de las tensionadas relaciones grupales internas, donde se mantienen los mismos vetustos liderazgos, con baja renovación y sin documentos políticos doctrinarios que puedan llenar el vacío de esta coalición derrotada, quedando sólo aglutinada en función de mantener los cupos de poder parlamentario, con acciones reactivas y no propositivas.

El gobierno mantiene una adhesión mayoritaria y la administración por objetivos de Piñera comienza a demostrar que se logran cosas. El cosismo es un estilo de trabajo del Presidente Piñera que va con su personalidad y le ha permitido imprimir velocidad al aparato público y moverse con flexibilidad de acuerdo a las situaciones de coyuntura. La agenda comienza a llevarla cada vez más el Ejecutivo, que dejó de enfrascarse en polémicas ociosas frente a los dichos opositores. Sin embargo, ha sorprendido el proyecto de ley para reposición del aborto terapéutico presentado por los Senadores  Evelyn Matthei, UDI, y Fulvio Rossi, PS. El proyecto presentado obliga a un debate y deja en evidencia la debilidad que en materias valóricas de gran impacto ciudadano demuestran los partidos de ambas coaliciones. Cuando estos temas se abordan y se discuten, la sociedad puede ver que la acción política aborda sus sensibilidades y puede evaluar en qué medida los representantes populares reflejan sus visiones personales.

El mapa de las dos coaliciones que han sido el eje del sistema político chileno, se complementa con la acción extraparlamentaria del Juntos Podemos, liderado por el partido Comunista, ahora con presencia parlamentaria,  que plantea frente a las dos derechas una propuesta de cambio de sistema. Es la única propuesta doctrinaria contestataria definida. En el mundo sindical, Juntos Podemos trata de competir con la UDI que es el primer partido popular, que supo penetrar en los sectores populares cuando la Concertación, enfrascada en el poder, iba desatendiendo y dando la espalda a esa base social que abrió en los ochenta los caminos a la democracia. Cuestión que ha sido un pecado capital que pesa sobre los partidos instrumentales que sólo perviven gracias a las garantías del binominalismo.

El episodio del reajuste a los empleados públicos es lo más próximo al descalabro. Una mala estrategia negociadora de ambas partes. Colgándose de la movilización gremial, los partidos concertacionistas plantearon una negociación posicional que fue estirando el elástico al extremo. La abstención realista del diputado Andrade permitió que no fracasara el aumento y evitó que los empleados públicos se quedaran sin nada. Un 4,2 % de reajuste se aprobó en el momento extremo. ¿Agudizar las contradicciones a costa de los trabajadores? Parecía algo absurdo y primó la sensatez, pese a los reclamos y epítetos que se llevó el ex Ministro del Trabajo y actual Presidente del PS. Esto puede ser la guinda de este pastelito, donde la racionalidad política en medio de tantas cabezas calientes, parecía ausente, hasta que el Diputado Andrade salió de la sala y no votó.

Con todo, el 2010 ha mostrado que si todas las contingencias pusieron a prueba al equipo del Presidente Piñera, el resultado para el oficialismo ha sido positivo, mientras que una Concertación sin poder ha tenido que abordar su nuevo rol, con voluntarismo e improvisaciones.

Periodismo Independiente, 19 de diciembre de 2010.








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