La
Política: una crónica para la Memoria Ciudadana.
La concepción autoritaria que se viste de democracia es la peor de las mentiras que empantana a nuestra sociedad, ya que el ciudadano no es visto como sujeto crítico de la polis, sino como un consumidor pasivo del producto político que generan los comités creativos y que colocan en el mercado, territorial o sectorialmente, los operadores políticos.
La publicidad engañosa, el consignismo barato,
las imágenes prefabricadas, el efecto multiplicador de los medios que venden
sus espacios al mejor postor, buscan asignar a determinados personajes públicos
cualidades que nunca tuvieron, ocultando sus errores con inusitados blindajes que se montan al
máximo nivel internacional.
En la mascarada
electoral del binominalismo, los partidos son espacios
de poder que constituyen un verdadero oligopolio. En ellos se concentran las
designaciones de candidatos. Salir como independiente para algún cargo es casi
utópico, todo está hecho para que el poder se lo repartan los dos sectores
oficiales.
A través de la
farándula que conlleva el marketing político se posicionan rostros, todo se
construye con slogans, se elude el debate, no hay una tabulación transparente
de cómo ha actuado un candidato, ninguno se hace voluntariamente el test de la
blancura, como podría ser la declaración de intereses o un examen de pelo para
excluir el consumo de psicotrópicos. Nadie sabe a ciencia cierta quién es o qué
hace cada candidato.
La democracia
es penosamente una dedocracia, con caudillos y tribus
que actúan como sectas al interior de los partidos, con reticencia a exponerse,
con primarias que han sido vergonzosas,
una mera forma de lavarle la cara a la falta de representatividad que conlleva
el sistema.
Un puñado de
militantes tiene el derecho de nominar candidatos a Alcalde, a Concejales, a
Consejeros Regionales, a Diputados, Senadores y Presidente de la
República. Cuando salíamos del régimen
militar, a través del Plebiscito de 1988, la civilidad estaba movilizada,
luchando por el retorno a la libertad. Pero, en la transición amañada, las
élites concertacionistas que monopolizaron el poder, fueron premeditadamente
desmovilizando a la civilidad y amarrando sus redes y sus parcelas de poder,
sumamente cómodos en el binominalismo. Y lo hicieron desplegando un marketing
político que vendía una pseudo izquierda democrática, pero que en los hechos
reales resultó más entregada a los intereses multinacionales que las propias
fuerzas opositoras herederas de la dictadura. Recuerdo que el cantautor Oscar
Andrade los denunciaba diciendo que escriben con la izquierda , pero cobran con
la derecha.
El marketing
político en la sociedad mediática de los noventa tapó grandes escándalos de
corrupción, genero mitos urbanos respecto a
determinados personajes políticos que a la hora de la verdad fracasaron. Frente
a este espectáculo, sólo escasas voces alternativas persistieron denunciando a
las máquinas corruptas. La colusión de la Concertación con los medios
oligopólicos significó que dejaran caer medios de prensa valiosos, como fuera
el Diario La Época, las Revistas Hoy, Análisis, Apsi, Nueva Voz; las radios que habían servido de canales de
comunicación para la disidencia contestataria durante los ochenta. Para un
candidato "renovado" y
"con fines de lucro" aparecer en El Mercurio o La Tercera era
tocar el cielo y eso explica la alianza tácita de la Concertación con estos
medios durante los 20 años de gobierno.
La llave que tiene
el marketing político para colocar un producto es el dinero. Una campaña para
Senador se estima que cuesta unos 50 millones de dólares. Una campaña
Presidencial mucho más. El gran riesgo de nuestra sociedad es el oscuratismo
que rodea el financiamiento de las campañas políticas, donde nadie sabe el
origen de las platas y ellas podrían fácilmente derivar de ilícitos, como el
narcotráfico o actos de corrupción.
El Estado y las
instituciones se ven ocupados por grupos de poder que
se enquistan en el sistema binominal con lealtades sectarias y así, la
democracia profunda, participativa, que procura relaciones más justas para
todos los habitantes del país, sufre la estafa constante de esa llamada clase
política oficial. El descreimiento y el repudio que generan sus manejos, lleva
al sistema democrático a precipicios de alto riesgo. Basta con escuchar las
propuestas anti Estado de los dirigentes sociales jóvenes para darse cuenta de
la confusión y anarquismo que se produce como respuesta visceral a la
manipulación mediática de masas que
organiza el marketing político para vender buzones.
Con el ímpetu e
independencia de la juventud, las generaciones jóvenes actuales ven que el
sistema globalizado ha generado alianzas estratégicas sórdidas de élites
políticas con intereses multinacionales y que sirven a esos patrones antes que
al interés colectivo. El resorte de la
rebelión puede ser desgastador porque el sistema actúa como un sólido bloque
impermeable.
En el marketing
político aparecen discursos encendidos de cambio, pero, a la hora de la
verdad, en la trastienda, los controles
y el mando altamente concentrados, frenan las buenas intenciones de abrir
espacios. Por ello, para ese poder tras bambalinas la
democracia representativa podría ser una
opción descartable, dado que, si la situación rebelde amenazare los pilares del
sistema, el pragmatismo mediático pasaría sin asco a los planes B del
autoritarismo.
La democracia
profunda, sin embargo, comienza a incubarse a partir del desencanto y el
cansancio. La desconcentración del poder conlleva redistribución de la riqueza
y potenciar los gobiernos locales y regionales.
La generación de
candidatos provenientes de la sociedad civil y no de los partidos es un
ejercicio difícil. La fortaleza potencial de los nuevos 4 millones de personas
que pueden votar podría ser una gran sorpresa, con liderazgos genuinos y no
prefabricados.
El marketing
político que nos vende pomadas debería retroceder, pero todo depende de un
cambio cultural y conductual de los nuevos ciudadanos y de su grado de
compromiso para asumir responsabilidades y deberes y así mejorar las cosas,
negociando con inteligencia una mayor transparencia en las contiendas
electorales que se vienen.
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Periodismo
Independiente, Hernán Narbona Véliz, 16 de Marzo de 2012.
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