sábado, febrero 17, 2007

Una mirada al devenir mundial, desde mi aldea.

Una mirada al devenir mundial, desde mi aldea.

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Un debilitado George W. Bush recibe el rechazo del Congreso norteamericano.

Si el Congreso Norteamericano negó a Bush presupuesto para enviar 30 mil hombres más a Irak, engrosando el actual número de 140 mil, es una importante señal del cambio que los demócratas provocarán en la política exterior norteamericana cuando sean gobierno; y un momento de inflexión en las prioridades de la reserva federal, en orden a prevenir el descalabro que habría significado seguir aumentando el déficit fiscal, que ha hecho a Estados Unidos dependiente de China.

Bush comienza a aparecer como lo que es. Como un cadáver político que tiene agotado su crédito público y al que los propios republicanos esperan sacudirse para que no los arrastre en su fracaso. Pese a los intereses creados que conforman el entorno de los halcones, Estados Unidos como sociedad parece reaccionar para evitar su decadencia estratégica como superpotencia, como consecuencia de una secuencia de errores profundos, como lo fue su política en Asia, el oriente medio y, particularmente, Irak. La ejecución de Sadam no aportó credibilidad a Bush, sino que sacó a relucir las inconsistencias históricas de los actos de su partido y de su propio progenitor, que en su momento respaldaron a Sadam, como aliado en contra de Irán, haciendo vista gorda frente al genocidio de kurdos y opositores al tirano.

En estos momentos, la política exterior norteamericana parece querer recuperar principios elementales, como el respeto a los principios fundacionales de libertad, que fueron atropellados por la Ley Patriot; y una mayor conciencia frente al calentamiento global que ha agravado la mala imagen del actual gobierno en el mundo. La presencia mediática global de Al Gore defendiendo al planeta frente a la soberbia de George W. Bush, ha generado una corriente de opinión pública que ha ido abriendo en Estados Unidos un gran frente cívico frente a los halcones y sus tácticas pretorianas.

Estados Unidos como sociedad busca recuperar espacios de libertad

La movilización del pueblo norteamericano para recuperar sus libertades cívicas, pasa a abrir en los escenarios mundiales un oasis de diplomacia democrática en medio de una expandida violencia, que contrasta con las guerras preventivas y el fundamentalismo de ultra derecha que pregonó el grupo en torno a Bush, en “defensa de los valores occidentales y cristianos” frente al “eje del mal”.

El pueblo norteamericano, al sufragar por el Partido Demócrata y al elegir como segura próxima Presidenta a Hillary Clinton, está dando un último portazo de despedida a quien usara el temor a los atentados, como un argumento irracional para justificar invasiones y negar sus derechos al justo proceso o directamente asesinar a supuestos terroristas. Dentro del sistema norteamericano se siente una brisa refrescante cuando la civilidad reacciona para recuperar sus emblemáticas libertades públicas.

China le pena a Estados Unidos

En materia económica esto podrá significar próximas medidas restrictivas al gasto fiscal, para que el déficit que arrastra EE.UU. pueda cambiar su tendencia. Esto podría impactar, como un freno al crecimiento global en el mediano plazo, toda vez que el mismo ha tenido como motor principal, el crecimiento de la economía china, que ha sustentado el déficit de balance de pagos, como principal inversionista en títulos del tesoro norteamericano.

Esta situación ha sido una atrevida apuesta del gobierno republicano de Bush, pero tiene la fragilidad de quedar dependiendo de un gigante que juega sus propias cartas y que, con paciencia y timing muy peculiares, espera el desgaste natural, consecuencia de sus propias torpezas, del Estado norteamericano.

En estos escenarios, América Latina aparece perfilada como una región que se plantea en el discurso en forma contestataria de la política oficial del imperio; pero que postula a una disciplina de sus cuentas fiscales y a una relativa autarquía energética y alimentaria, que le permitiría participar con diferentes ejes de interacción con el mundo, dejándose querer, logrando diversificar, con la participación de China y de la Unión Europea, las fuentes tecnológicas y financieras, lo cual puede sustentar proyectos atrevidos en materia social, como se aprecia en los casos de Venezuela, Bolivia y Ecuador.

¿Y qué queda para Chile?

Es así como, en este círculo que va dando la política de Estados Unidos hacia el patio trasero, se augura un período diferente al que ha existido en el período republicano de los últimos 8 años, que puede parecerse a las épocas de Carter y Clinton, con un mayor margen de maniobra para nuestros países para poder establecer alianzas intrazonales, como podrían serlo los corredores bioceánicos o los sistemas energéticos integrados.

Chile no puede mantener sin plazo de término su economía extractiva y debe abocarse tardíamente a la diversificación productiva, lo cual marcará el éxito o fracaso en términos de desarrollo.

En este contexto, Chile aparece con actitudes reactivas, jugando el mismo juego que en la década de los noventa, sin poder plasmar aún esa plataforma extendida de servicios que le permitiría alcanzar un liderazgo regional. Su plataforma productiva en vez de ampliarse se reduce como consecuencia de la concentración de las firmas líderes y el centralismo decisional de su megalópolis.

Sin una incorporación decidida de los sectores medios al intercambio comercial de bienes y servicios, las chances que tiene Chile de poder capitalizar la apertura y los tratados, para lograr una complementación regional, se sienten aún lejanas.

18 de febrero de 2007




Una mirada libre a nuestro entorno

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