Este es un espacio de periodismo de análisis y opinión, desarrollado por Hernán Narbona Véliz, Poeta y Escritor chileno. Administrador Público, Licenciado en Relaciones Internacionales, Columnista de diversos medios, miembro de Periodistas Frente a la Corrupción.
sábado, julio 14, 2007
La celebración de San Pedro en Barquito
Participar como vecino y sorprendido observador de una festividad popular junto al mar, ha sido una experiencia que vale la pena compartir. La religiosidad popular en el Norte de Chile toma esas cualidades altiplánicas que generaron los pueblos originarios al ser obligados por la dominación a incorporar una religión católica extraña, en principio, a sus raices ancestrales. De esa mixtura nace la religiosidad de los pueblos nortinos y honrar a sus santos es demostrarles su afecto a través de la danza. Organizar la festividad de San Pedro como la de La Tirana, pasa a ser una motivación comunitaria, donde el resultado son hermosos conjuntos de baile, trajes de colorido inusual, máscaras, instrumentos, todo organizado en un verdadero carnaval que llena la festividad de pitos, batucadas, música andina. Pregones del desierto que se elevan en la alegría de los barrios que sacan sus pendones y concurren a la caleta a llevar en andas al patrono de los pescadores, San Pedro.
Esta fiesta popular, talvez como muchas otras, no se explota comercialmente en las rutas turísticas, pero cuando uno llega a conocerlas, se convierte inmediatamente en su difusor voluntario. Porque son patrimonio cultural que vale la pena conocer, son historia viva de comunidades, como la de Chañaral o Caldera, que están marcadas por la minería y la pesca, en un territorio agreste donde la devoción a la Pachamama es profunda, de respeto y devoción, presentada en estas procesiones populares donde todo el pueblo sale a las calles a reir, bailar, saborear las delicias del mar y compartir el destino común que abre el magnífico océano que encandila los ojos.
San Pedro y San Pablo, 29 de junio de 2007, un día especial para mi familia y que pude disfrutar allí en Barquito, como un vecino más, junto a mi compañera y musa inspiradora, que registraba en su corazón un nuevo afecto por esta tierra que nos ha acogido con cariño.
Una mirada libre a nuestro entorno
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