domingo, febrero 17, 2008

Anticipándonos a la pesadilla...


Anticipándonos a la pesadilla

Hernán Narbona Véliz

Para dimensionar el problema de falta de agua imaginé la pesadilla de no tenerla por un largo período. La boca agria, sin poder lavar mis dientes, el excusado repleto y maloliente, las moscas zumbando en las orejas, el sudor que se seca en el cuerpo, la tierra impregnada a la piel reseca, las oficinas, los hoteles, los restaurantes, las escuelas, todos los lugares públicos convertidos en focos de insalubridad, La gente haciendo filas interminables para obtener un sorbo de agua de un camión aljibe, peleas para llenar un bidón para lo mínimo. Un cuadro que alguna vez hemos vivido en algún terremoto, pero siempre como algo pasajero. Cuando esta pesadilla de la falta de agua amenaza con hacerse realidad, viene la angustia por el futuro sin ese recurso que es sinónimo de vida.

Con el crecimiento de la población del mundo y el aumento del uso de agua por persona, la demanda de agua dulce se está elevando enormemente. Pero los suministros de agua dulce son limitados y se cierne sobre ellos la amenaza de la contaminación. Para evitar una crisis, los países deben conservar agua, reducir la contaminación, regular el suministro y la demanda, educando a la población. El número de habitantes continúa aumentando rápidamente, pero la tierra no tiene ahora más agua que 2000 años atrás, cuando estaba habitada por menos del 3% de la población actual.

Preocupado por este problema, escribo desde la Región de Atacama, conocida por tener en su territorio el desierto más árido del mundo, pero donde han surgido gigantescas producciones agrícolas de exportación que han dado verdor al valle de Copiapó hasta el borde mismo de la pre-cordillera. La situación hídrica de la región es delicada, ya que tanto la minería, la agricultura como el consumo humano, compiten por disponer del escaso recurso y una de las fuentes para obtenerlo está aquí, en un extenso litoral, el agua de mar.

Las plantas desalinizadoras de agua de mar han producido agua potable desde hace muchos años. Sin embargo, hasta hace poco la desalinización sólo se ha empleado en circunstancias extremas, debido al altísimo consumo de energía del proceso. La desalinización de agua de mar es una alternativa que se hace cada vez más económica, tanto por el menor precio de las tecnologías para producirla, como por el costo de oportunidad que está teniendo el recurso de agua dulce.

Cuando para producir agua dulce se sustituye la energía eléctrica producida a partir de diesel, por energías solar o eólica o la propia energía mareomotriz, el proyecto apunta a hacerse viable. La energía que se requiere para el sistema de impulsión del agua hacia los centros de acopio y distribución, puede provenir de un sistema integrado de generación a partir de recursos renovables y disponibles, como el sol, el viento y las mareas. Las primeras plantas desalinizadoras utilizaban diversas tecnologías de evaporación. Las desalinizadoras por evaporación más avanzadas, de múltiples etapas, tienen un consumo de energía de más de 9 kWh por metro cúbico de agua potable producido. Por esta razón, inicialmente las grandes desalinizadoras de agua de mar se construyeron en lugares en los que el coste de la energía era muy bajo, como el Oriente Medio, o cercanos a plantas de procesamiento con calor sobrante disponible.

He leído un artículo de Alexander Galetovic que cuestiona el costo que pueden tener las energías alternativas, dudando del efecto que tenga la medida de gobierno que apunta a lograr un 8% de la oferta de energía a partir se la geotermia, la energía solar, eólica, mareomotriz o el biogás. El estudio que respalda al columnista de la Tercera (domingo 2 de diciembre de 2008) es AES Gener S.A. y señala, en lo medular, que el costo de las energías no convencionales es muy alto.

Permitiéndome dudar de la validez que pueda tener ese enfoque, he podido informarme de los avances científico tecnológicos en materia de energía solar para la construcción de gigantescos parques de paneles solares que transmiten la energía a centrales usando como conductor el salitre, ese producto de nuestro desierto que ha vuelto en gloria y majestad al ranking de las exportaciones nacionales, con precios que se explican precisamente por el uso que se le está dando a este material como conductor calórico en las plantas modernas de generación de energía solar.

Mirando Atacama, con condiciones de energía solar incuestionables, con enormes espacios para ubicar en el borde costero estaciones generadoras de energía solar, no me explico porqué no estamos ya realizando inversiones en plantas desalinizadoras de agua que pueda ser impelida con esa energía renovable como lo es la solar a las ciudades y proyectos que requieren el agua para riego en hidrofertilización, o para proyectos mineros que usan los acueductos para traslado de concentrado de hierro de exportación. Pienso que las trabas están fundamentalmente en una visión centralista que esta amarrada a un modelo de manejo energético que ha atado de manos al Estado para la inversión directa o ha descartado los proyectos asociativos que integren en capitalismo abierto a los usuarios principales del recurso, visión que al trasluz del modelo económico vigente aparece innovadoramente trasgresor, pero que puede encontrar evidencias de éxito en otras realidades.

En lo personal, como consultor de CICOM-OEA en la década de los noventa, conocí de cerca el proyecto asociativo de Barranquilla, Colombia, denominado Triple A, Agua, Aseo y Alcantarillado, en donde el Municipio, encargado de estos servicios, entregó bajo una figura comanditaria esta empresa municipal a un grupo técnico que se ocupó de gestionar profesionalmente la misma. Y el modelo de cambio fue integrar al proyecto, en calidad de accionistas, a cada uno de los usuarios domiciliarios del agua y demás servicios, lo cual aseguró la participación y control ciudadano de la calidad del servicio, logrando la empresa, el municipio y los usuarios ganar un nuevo servicio, confiable y sustentable.

Mirando Atacama, la región que quizás con más urgencia requiere caminar por una solución innovadora, creo que podríamos anular la pesadilla con que inicie esta nota y mover a la comunidad a tomar partido en la solución, como parte interesada en un proyecto que no puede evaluarse con la mera óptica económica financiera, sino que debe ponderar el impacto social y ambiental, con una convocatoria a quienes disponiendo de agua y energía pueden radicar sus propios sueños y proyectos en esta promisoria región.

Una mirada libre a nuestro entorno

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