domingo, abril 05, 2009

Estados y consumidores contra la corrupción


El Estado y los Consumidores organizados se suman para salir de la crisis.

A partir de la Cumbre G20 se aprecia un golpe de timón en la economía global, que se traduce en un fortalecimiento del rol de los Estados para poder supervisar la marcha de los mercados, aumentando las capacidades de fiscalización sobre los agentes económicos, en defensa del interés general.


Se ha hecho evidente a nivel global, la necesidad de poner coto a las acciones de corrupción que provocaron la crisis presente y que han ido debilitando las instituciones. Se ha comprobado que esos intereses multinacionales están por encima de los Estados Nación y presionan para alcanzar sus intereses.


No es menor este cambio político, toda vez que es impulsado por el propio Estados Unidos, superpotencia que con Barack Obama ha girado en 180 grados respecto de la doctrina ultraliberal que representó la era Bush. Un pragmatismo transversal ha llevado al rescate keynesiano del Estado como entidad social que debe regular y orientar las energías del mercado, velando por la libre competencia y por una claridad en los orígenes de los capitales que circulan a nivel global. Esto ha significado asumir la vulnerabilidad del sistema neoliberal frente a las acciones especulativas, a la corrupción y el lavado de activos de las mafias internacionales.


Se ha marcado un cambio de paradigma: el secreto bancario ha terminado. Los paraísos fiscales que han servido para la triangulación de dineros sucios, para la evasión tributaria y para la defraudación a los Estados por parte de tiranos de todo signo, entran, al parecer, en una etapa terminal. Al menos así lo marcan las declaraciones políticas de esta Cumbre G20. Sin embargo, del dicho al hecho hay mucho trecho, ya que son precisamente las fortunas de dudoso origen, esas que se escudan cuentas cifradas, las que trafican influencias en las instituciones públicas y privadas y que resultan casi inalcanzables para los fiscalizadores públicos.


El escándalo de la colusión de farmacias

En Chile, en una particular sintonía con la nueva tendencia, hemos vivido el episodio de la colusión de las cadenas de Farmacias Ahumada, Cruz Verde y Salcobrand, que juntas representan más del 95% del mercado farmacéutico. La Fiscalía Económica dio un golpe a la cátedra al cumplir con efectividad su función fiscalizadora y denunciar al oligopolio que habían concertado estas firmas para subir los precios de los medicamentos.


Farmacias Ahumada reconoció la colusión, se abrió la caja de Pandora en un mercado abusivo, donde los gigantes literalmente le han robado a todos los chilenos. El hecho ha detonado como respuesta de bronca e indignación, la fuerza latente de los consumidores, que ahora se han coordinado a través de la redes y han hecho posible un boicot histórico a estas cadenas, prefiriendo a las farmacias no coludidas, que han aumentado sus ventas en un 30%. Los mapas de ubicación de las viejas boticas de barrio circularon por Facebook y los hackers pagados por las cadenas trataron de sabotear su circulación.


Las funas y protestas frente a las cadenas ha ido creciendo y todo esto ocurre en un marco global, donde se ha comprobado la fragilidad del discurso libremercadista, frente inmoralidad de sus mentores y principales operadores, los grandes gigantes bursátiles, aseguradoras y bancos, que causaron la crisis y que especularon, falsificaron balances, negociaron títulos incobrables, estafaron la buena fe de los pequeños accionistas, llevaron a la ruina a millones de familias y han tenido el desparpajo de seguir repartiéndose dividendos y bonos con la plata que el gobierno norteamericano les ha colocado para evitar su quiebra.


Hoy comprobamos con un mesurado optimismo que esos actores dispersos, que se supone son los soberanos de los mercados, los consumidores y usuarios, comienzan a tener, de hecho, el peso político que siempre debieron tener.


Periodismo Independiente, 5 de Abril de 2009.




Una mirada libre a nuestro entorno

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