domingo, mayo 03, 2009

Los miedos del Siglo XXI


Tenemos el deber de actuar con sensatez, sin alarmismo, pero al mismo tiempo, generando en las familias la conciencia de que se debe prevenir y estar preparados para combatir la epidemia de gripe con la mayor energía, echando mano a la sabiduría popular, sin prejuicios ni descalificaciones oficiales.

Haciendo un paréntesis en medio del bombardeo noticioso que provocan las comunicaciones a nivel global, cabe preguntarse en qué medida un alerta mundial de la OMS pueda terminar afectando la vida de las personas en sus espacios locales. El virus H1N1 ha sido llamado ahora "gripe humana" y se aclara que no es mortal, pero que sí ataca a ciertos grupos de riesgo, con una tasa peligrosa de casos mortales.

Prevenir los contagios evitando ingresar a espacios cerrados con aglomeración de personas, es una recomendación que resulta difícil de aplicar en las grandes ciudades. Ingresar a un Metro por la mañana en la capital de cualquier país, podría ser de alto riesgo si alguien afectado de la gripe comienza a estornudar sobre el resto de los pasajeros. Las mascarillas tienen algún efecto protector, pero, por sobre todo, entregan un ancla de seguridad psicológica.

Hace un par de semanas, viajando por Argentina bajo la amenaza del dengue, comprobé que se debe separar claramente la realidad de aquello que se difunde como realidad por los medios de comunicación. Ahora, en medio de la avalancha informativa que ha acompañado los hechos sanitarios de México y Estados Unidos, la opinión pública comienza a sumergirse en el miedo del siglo XXI, donde la pandemia aparece como un hecho apocalíptico, sin serlo, provocando un efecto sico-social perverso porque el pánico distorsiona la razón.

Por ello, frente a una gripe "asesina", que se compara ahora con aquella gripe aviar que asoló Europa durante la Primera Guerra Mundial, en 1918, recordada como la Gripe Española, las cadenas noticiosas poco ayudan al manejo práctico y preventivo. Entonces, más allá de las potenciales vacunas que habrán de inventarse, importa, a mi juicio, tomar medidas desde las capacidades que cada comunidad tiene en su acervo cultural para atender este tipo de epidemias.

La medicina alternativa, ésa que no camina por los rieles comerciales de las grandes cadenas de laboratorios globales, podría proporcionar elementos para reforzar la salud y defensas de la personas y medidas para soportar el ataque virósico de la mejor manera, ayudando al organismo a ese trabajo de supervivencia.

La homeopatía, la medicina naturista, ofrecen visiones a las que se debiera echar mano en forma consciente cuando se vive una amenaza como la actual. Higiene, calidad alimentaria y difusión de remedios populares que van pasando de generación en generación y que algunos proyectos farmacológicos han rescatado de la sabiduría popular y ancestral, son en la práctica alternativas cercanas a las familias como para reforzar una acción de defensa frente a la amenaza de este virus mutante.




Una mirada libre a nuestro entorno

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