Al amigo Joaquín Ferreira
Ha fallecido ayer, 30 de septiembre, mi amigo Joaquín Ferreira Órdenes, 1943-2022, Ingeniero de Ejecución en Electrónica de la UCV, 1968, Fundador de la empresa Síntesis, especializada en desarrollo de aplicaciones para la gestión hospitalaria. Conocí a Joaquín a través de su hija Paola, que estudiaba Ingeniería Comercial en la UCV. Tuvo la feliz idea de presentarnos y a partir de allí surgió una sólida amistad, que cruzó décadas.
Joaquín, para poder derivar al desarrollo de software hospitalario y poder
entender la cultura organizacional de los médicos y del personal del área de la
Salud, estudió el primer año de Medicina y con ese año propedéutico pudo
dirigir exitoso programa de control en gestión de hospitales. Joaquín estaba
dotado de una gran inteligencia emocional, que le permitía liderar con
solvencia técnica a sus equipos, pero en forma amigable, sin imponerse, sino
convenciendo.
El año 2000 invité a Joaquín a acompañarme a Ecuador, para trabajar en
equipo en un proyecto de modernización de la Corporación Aduanera de ese país,
proyecto que nos permitió desarrollar un
nuevo modelo de gestión para la fiscalización aduanera de ese país. Éramos dos
escorpiones, ambos de noviembre, complementándonos en una mirada fiscalizadora,
para detectar malas prácticas y erradicarlas, Recuerdo que nos entrevistamos
con el Gerente de la CAE una semana antes que asumiera, y él nos planteó su
idea de asumir el cargo para el que había sido nombrado por el Presidente de la
República, con una impronta anticorrupción, que permitiera reformar el sistema
aduanero integralmente. Le presentamos un plan integral que abordaba los
riesgos históricos que arrastraba esa Aduana.
El nuevo Jefe de Servicio asumió un día viernes y, ese mismo día,
respaldamos por su autoridad, nos constituimos en la CAE como Consultores
Externos, y tomamos el control inmediato de la Subgerencia de Informática y de los servidores centrales, en donde se determinaba
algo tan sensible como la selectividad para el Aforo de las mercancías de
importación. Ese día, junto con realizar un backup de todos los computadores
centrales, procedimos a cambiar las claves de acceso, de manera tal que pudimos
obtener la información completa de los sistemas y sus códigos fuente.
La Auditoría Informática se complementó con la Auditoría a la Subgerencia
de RRHH, y recuerdo que invité a apoyar el proyecto a dos colegas aduaneros
chilenos, quienes nos colaboraron en la implementación de filtros en el
sistema. Con este despliegue pudimos tener un diagnóstico del personal aduanero
y de los filtros que se venían aplicando para seleccionar mercancías para
inspecciones físicas o documentales. Detectamos en ese levantamiento que muchos
roles estaban específicamente anclados a luz verde, es decir, sin que nunca les
tocara presentar las mercancías al aforo. Hallazgo que nos permitió avanzar en
un reenfoque del sistema para limpiarlo de manipulaciones que, presumíamos,
eran intencionales y configuraban redes de corrupción y tráfico de influencia
al interior de esta área estratégica.
Fue así como fuimos desarrollando un proyecto que siempre tuvo el
respaldo de la Gerencia General, que sería equivalente a una Dirección Nacional,
con voluntad política del gobierno. Fue
así como pudimos proponer decisiones a
la Gerencia General que significó quitar privilegios a cargos directivos,
privilegiando el trabajo en zonas primarias, asignando, pro ejemplo, los
vehículos con chofer de las subgerencias, a las unidades de control operativo
en los puertos o aeropuertos. Estos trabajos siempre están ligados a
confidencialidad y creo que es la primera ocasión que lo comento, 22 años
después.
En reconocimiento a esta amistad que mantuvimos con Joaquín y por el
respeto profesional que siempre mantuvimos, debo hoy dejar este testimonio a
nuestra amistad, agradeciendo esas largas conversaciones de aliento cuando fui
yo quien sufrió un infarto y estuve en recuperación. Entonces, su palabra amiga
fue una ayuda emocional importante. Así, vivimos en paralelo nuestros proyectos
de vida, nuestras respectivas familias, él abocado totalmente al área
hospitalaria y yo reintegrado al Servicio Nacional de Aduanas, lo que puso fin
a muchos años que compartimos en la Consultoría Internacional, complementando
nuestras competencias con el resultado potente que les he referido. Fue el
tiempo de madurez profesional de ambos. Su muerte me remeció como un balde de
agua fría, vivíamos cerca, siempre nos comunicábamos, Pero en su enfermedad
terminal decidió ir a Santiago. Hoy, otro amigo común, me dio la infausta
noticia, que luego pude corroborar con sus hijos. Joaquín ha partido en un
período fulminante. Escribo este homenaje a su persona, a horas de conocer su
deceso. Pasó sus últimas semanas en Santiago, su compañera, Iris, está
desolada. Sus amigos, estamos conmocionados. Ha partido una gran persona, de
corazón generoso y con una gran inteligencia emocional. Sólo que se guardó su
enfermedad y no tuvimos por eso, ocasión de despedirnos.
Por esta razón, quiero acompañarlo en este cambio de dimensión,
convencido de que su bonhomía trascenderá porque ha dejado un legado de buenos
recuerdos, porque era una persona muy querida. Se han venido a la memoria esos
episodios que nunca trascendieron, pero que hoy valía la pena contarlo. Porque
siempre sus desarrollos informáticos buscaron evitar los fraudes, fortaleciendo
el control y la transparencia. Esa impronta la mantuvo siempre y por eso
nuestra amistad no fue circunstancial.
Dejo mi saludo para mi amigo Joaquín Ferreira Órdenes. Parte tranquilo,
tu memoria seguirá viva.
Hernán Narbona
Véliz, Periodismo Independiente, 1° de octubre 2022.
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