¿Una nueva era, un nuevo orden en paz?
Hernán Narbona Véliz
Estamos siendo
espectadores de un cambio de era. Los actores que participan de esta
reformulación del poder mundial son múltiples e identificarlos es de suyo
complejo, toda vez que las interrelaciones e intereses en que confluyen o
conflictúan son diversos.
A grosso modo, tenemos
el mundo corporativo multinacional, que funciona por encima de los Estados y cuya influencia ha ido
cooptando las instituciones para que sus intereses particulares pasen a ocupar
el lugar del interés colectivo o bien común, operando desde el Estado profundo
que controla los mercados de capitales, la industria armamentista, la farmacéutica,
la alimentaria, la tecnológica, etc., lo que les permite colocar en los
gobiernos a políticos que sirvan a sus intereses. Estas élites corporativas se han
instalado en las instancias públicas restando metódicamente competencia a los
Estados.
Antecedentes del
orden unipolar que termina
El Estado, cuyo deber
ser es velar por la integridad territorial, por la soberanía y el bienestar de
sus habitantes, ha sufrido en los últimos 50 años la embestida privatizadora
del modelo neoliberal. A través de procesos de integración regional se ha
buscado fortalecer la capacidad de los países frente a la globalización. Pero,
como a las multinacionales aquello no les conviene: el neoliberalismo ha buscado
instalar estados débiles, corrompibles, que no conduzcan la economía o que
puedan ser alineados a la fuerza mediante golpes de Estado. Así ha quedado en
descubierto al saberse en qué gastaba
sus fondos la USAID, que ha congelado
Trump. Se han evidenciado los gastos para medios y periodistas corruptos, para
desestabilizar gobiernos, financiar partidos, etc..
En el fondo, a nivel
global se ha ido quitando facultades al Estado para dejarlo inválido para fiscalizar
los flujos de comercio o conducir la política económica, obligándolo a aceptar
reglas impuestas desde el mundo corporativo dominante, con acuerdos leoninos
como el TPP11.
La globalización, a
partir de la caída de los muros al término de los ochenta y la desaparición de
la URSS, significó de manera multidimensional la conformación de un sistema
geopolítico unipolar, con una superpotencia hegemónica, defensora de un orden
económico neoliberal auspiciado por las corporaciones multinacionales. Esto, en
el plano geopolítico, significó que USA
se erigiera como el gendarme del orden mundial como la única superpotencia
militar hegemónica, invadiendo y destruyendo a los países que pretendieron una
opción nacional independiente.
En el plano
tecnológico, la globalización se expresó en un mundo interconectado que significó
que los países, las empresas, la sociedad civil las personas interactuaran, generándose nuevas dinámicas en todo ámbito,
en especial en el comercio internacional, la logística, las finanzas, las
relaciones internacionales no gubernamentales y la política.
Cuando China ingresa a
la OMC el año 2001, comienza a usar las reglas del orden mundial imperante, tejiendo
estratégicamente sus intereses comerciales, a la par que va captando inversión
extranjera, asegurando con su régimen autocrático estabilidad, además de costos
de producción ventajosos. Cabe recordar que al inicio de los 90, China dicta la
ley de equity joint ventures, que le permitió absorber el conocimiento
tecnológico de occidente, al tiempo que Europa y Estados Unidos iban perdiendo parque
industrial en sus territorios, encandiladas las multinacionales por la optimización
de ganancias. Pisaron el palito y se dieron cuenta demasiado tarde. China fue
capitalizando e innovando, con una planificación de largo plazo, llegando a
poner en jaque a occidente en industrias claves, como el sector automotriz y la
electrónica de punta. Además con su oferta de inversión ha favorecido la
descolonización de África, en perjuicio de países europeos que saqueaban a
países africanos de valiosos recursos.
¿Hacia dónde vamos?
Donald Trump en su
primer mandato declaró la guerra comercial a China, al asumir la posición
debilitada en que se encontraba su país, con un enorme déficit fiscal, una
balanza comercial negativa y un enorme gasto militar derivado del rol asumido de
superpotencia gendarme del orden mundial. En el plano interno, un país cuyos intereses de Estado habían sido impuestos
por las multinacionales desde el “Estado Profundo”.
En este minuto
histórico, a un mes del inicio del segundo mandato de Trump estamos
presenciando un cambio de era, transitando a un orden de imperios, donde China
y Rusia emergen como actores de un nuevo
equilibrio multipolar de poder mundial, en el que los demás países del orbe podrán
jugar estrategias para convivir con un mayor margen de maniobra. El orden de
post segunda guerra mundial con la ONU y su Consejo de Seguridad y el derecho a
veto de los países que en su momento fueron vencedores, parece cambiar
radicalmente. Los BRICS emergen con fuerza y ya representan un 40% del
intercambio mundial y la mayor población del planeta.
Trump ha anunciado que
EEUU se saldría de la ONU, como ya lo hizo de la OMS. El objetivo de Donald
Trump parece ser el desmantelamiento de las élites globalistas, para generar un
período de paz que le permita, nacionalismo económico y proteccionismo
mediante, recuperar la economía interna de su país, desligándose de la
institucionalidad construida en los últimos 70 años. Defender al dólar de su
crisis estructural quiere hacerlo con tratos bilaterales. El bloqueo a Rusia
aceleró el proceso de los BRICS y nuevos países se han ido sumando a esta
opción alternativa.
En las turbulencias
que han marcado este primer mes de gobierno, Trump ha expresado su interés
expansionista de anexar a Canadá y Dinamarca. Países de la periferia están viendo
el regreso del Gran garrote, que parece ser una bravuconada o un bluf, de un
jugador de póker que sabe bien sus
debilidades. Sin embargo, con ello perturba flujos históricos de comercio en un caos acotado, que parece ser el preludio de
un ordenamiento en el cual la sensatez marca términos medios, como lo que
Claudia Sheinbaum manejó magistralmente al punto de lograr que Trump elogiase a
“esta mujer maravillosa”. Eso es sensatez, la bravuconada deviene en trabajo
conjunto contra el tráfico de drogas, su
producción y distribución en destino, más los entramados para el lavado de
activos en algún recóndito pasillo de Wall Street y los paraísos fiscales.
En el fondo, en este
proceso se observa que a nivel bilateral, estos gallitos son parte del estilo
acaballado o supremacista de Trump, pero se desinflan cuando se encuentran con
un interlocutor coherente, que lo ve como un par y no se impacta con la
fanfarronería. Llevando a la razón a Trump, con energía y legitimidad, Claudia
Sheinbaum logró revalidar la interdependencia y ello está llevando a la paz, en
respeto mutuo, sin retorsiones gansteriles, con equidad y no injerencia en la autonomía
soberana de los pueblos. El resultado final de esta forma de convivir sin
aplastar al otro, será una paz de los equilibrios, de las necesidades recíprocas.
Esto requiere mejor Estado, para ir recuperando un Estado fuerte y probo, capaz de
ordenar la casa.
Otros hechos de la
causa
Como situaciones
sintomáticas de esta necesidad de limpiar
a los países de corruptos, hemos visto el reciente escándalo de la
estafa con la memecoin Libra, que promovió Javier Milei, ya sea por ser cómplice
del delito o por ser un estúpido
redomado, lo que permitió que los desarrolladores se embolsaran en Panamá, 87
millones de dólares en 4 horas. Las víctimas de la estafa fueron más de 40 mil
personas y están demandando en Argentina y los Estados >Unidos, lo que augura
en el corto plazo el fin de este personaje desquiciado y su anarco liberalismo.
Seguramente Trump, descartará a Milei, tal como lo ha hecho con Zelenski en Ucrania. El
pragmatismo impera.
Lo último, como
evidencia de la corrupción asociada a la guerra, ha sido la constatación por parte
de Elon Musk del desvío de la mitad de la ayuda destinada a Ucrania, hacia el
partido Demócrata, lo que explica la tozudez de Biden y Harris por continuar la
guerra a todo trance. Cuando se termine de investigar este escándalo, volarán
plumas en las elites ligadas al armamentismo, la guerra .
Como corolario, se
advierte la decadencia de Europa, por sus propios errores estratégicos frente a
Rusia, que le proveía energía barata, y todo por haber seguido las políticas
globalistas de las élites europeas y su agenda 2030, sumisas ante la
Administración Biden y Gran Bretaña. El
resultado de haber continuado la guerra de Ucrania, que pudo resolverse en
Estambul a pocos meses de iniciada, es esta dolorosa lección para Europa. resignarse
a ser vagón de cola, quedar fuera de la mesa donde se negocia el término de la
guerra, y arreglárselas en adelante sola, asumiendo su pérdida de relevancia
global. La crítica situación política y económica de Alemania y Francia demuestran
esa pérdida objetiva de poder de la Unión Europea en el nuevo orden emergente .
¿Por fin, la paz?
Ahora la paz está
cerca. Algo une a Trump y Putin y es que a ambos interesa reforzar al Estado
Nación y recuperar soberanía económica y
geopolítica. También coinciden en que negociar equilibrios les permitirá
retomar crecimiento interno.
El globalismo que
impulsan las élites que están en el Estado Profundo de Estados Unidos, están
quedando desnudos en la vía pública. Elon Musk acaba de detectar que de los
aproximadamente 300 mil millones de dólares que USA entregó en ayuda a Ucrania
por la guerra, la mitad quedó en el Partido Demócrata. Trump ya ha ordenado que
no habrá más ayuda militar a Ucrania y la persecución interna de los corruptos
que han lucrado con la muerte, será su vendetta contra quienes intentaron asesinarlo
en varias ocasiones.
En este momento, la
tendencia es hacia la paz en el conflicto de Ucrania. La real politik
funcionando a todo vapor.
El mundo multipolar
emerge y el poder corporativo globalista que aspiraba a un supra gobierno
mundial, con reducción de la población y control total incluidos, parece ir en
retirada. Queda en carpeta el conflicto de Medio Oriente. La pretensión de Trump
de expulsar a los palestinos de la Franja de Gaza para instalar un negocio
inmobiliario, ha provocado el repudio mundial. ¿Será otro pulseo para probar
los escenarios? El hecho de que China y Rusia se hayan opuesto inmediatamente a
dicha pretensión, augura una nueva reculada de Trump, en este complejo ajedrez
global.
En Indo América,
rescatando la identidad ancestral, rechazando la doctrina Monroe 2.0, con
liderazgos nuevos y potentes como el de Claudia Sheinbaum en México, de Petro
en Colombia o Lula en Brasil, la gran conversación vuelve a ser la integración regional.
Las respuestas
soberanas y dignas de estos Jefes de Estado nos dan un aliento esperanzador de
poder alcanzar como Indo América un espacio de colaboración y unidad para participar
en función de intereses comunes, en este baile que se está orquestando ante
nuestros ojos.
Es de esperar que la
sensatez haga ver a nuestros pueblos que la única forma de convivir en paz es
con equilibrios de poder, devolviendo la soberanía al pueblo, educándonos
permanentemente para tener un pensamiento crítico que nos haga dudar siempre de
las verdades oficiales que buscan imponernos. Recuperemos soberanía e
independencia, en unidad y respeto mutuo.
Hernán Narbona
Véliz
Periodismo
Independiente
Corresponsal de La
Razón.cl
No hay comentarios.:
Publicar un comentario