martes, diciembre 31, 2024

2024: No hubo tiempo para recuentos


No hubo tiempo para recuentos. Hemos llegado al 31 de diciembre atiborrados de actividades en algo que apasiona, la literatura, la cultura, las letras. Sin embargo, el contexto sigue agobiante; todavía nos pesa esa derrota del rechazo de un 62% a la constitución que fue tergiversada por la mentira, denostada y marcada por la traición. 
Sufrimos la traición de jóvenes que creíamos iban a ser el gobierno  locomotora para la consolidación de esa nueva constitución, pero ellos no tuvieron convicción ni voluntad política para impulsar los cambios estructurales al modelo neoliberal impuesto en dictadura, al final optaron por el continuismo y se manifestaron con un cinismo político despreciable.
Hemos  involucionado, hemos caído en la desesperanza aprendida, porque  la generación que pusimos en el gobierno no ha dado el ancho, ha  carecido de valores y principios fundamentales para servir al pueblo, convirtiéndose  en eficaces esbirros del modelo, tratando simplemente de flotar,  manejando  una mísera cuota de poder que le permite la plutocracia nacional e internacional que nos dominan. Por lo tanto, en la hora de recuentos el contexto político interno pasa por una nebulosa y es preferible no entrar a esa niebla, porque en ella bulle la corrupción y la manipulación. En ese juego pragmático se traiciona lo más sagrado, la palabra.
El squetch de izquierdas  y derechas es una forma de engañar, porque en ambos sectores el poder del dinero obtiene lo que quiere, confusión, distracciones, falsos profetas. Hoy son tan pocos los que se salvan de este deterioro moral que, a horas de comenzar el año 2025, no hay un ánimo, una Lucecita al final del túnel. Estamos en la oscuridad y  por eso la única opción de mantener la palabra en dignidad, ha sido  desde la poesía y los libros, desde este gremio amorfo  y difícil de los escritores, seres algo raros que aún creen en el amor al arte. Desde allí he podido plantear ideas fuerza para  resistir al modelo individualista y depredador. Hemos podido decir que queremos que se vuelva a leer en Chile,  que la gente entienda lo que lee, que se invierta en cultura, que se deje de seguir tendencias de memes instantáneos y de fake news que deforman el pensamiento,  convirtiéndonos  en seres obsecuentes, coformistas y acríticos. Todo esto lleva a dejar este mensaje, que adolece de esa chispa de esperanza que siempre tratábamos de practicar en los mensajes de fines de año
Porque el mundo, sí el mundo real lejos de las pantallas, se debate entre los coletazos de una civilización anclada en la usura, el egoísmo,  la dominación de planificadores de agendas dantescas que aplican algoritmos para procurar  la destrucción de la persona humana. Pero hay alternativas y,  aunque las oculten o tergiversen, constituyen  una tendencia real, hacia un mundo multilateral, sin hegemones que articulan terror con mercenarios. 
Existe para el 2025 una compleja salida a la megacrisis global, un camino difícil hacia un mundo más equilibrado,  multipolar, con equilibrios relativos  que permitan mayores márgenes de soberanía a los pueblos. Hoy estamos en medio de una situación de cambio profundo. Por lo menos así  queremos leerlo.
Los grandes poderes se están ordenando y  una esperanza de paz se avizora.

 En este momento el planeta ve la posibilidad de una evolución positiva hacia la paz y el equilibrio de poder en el mundo. Esto va más allá del equilibrio nuclear , ya que esta guerra híbrida ha remecido todo. Se ha privatizado la guerra, los Estados sacan las castañas con la mano del gato, cada imperio genera sus propios brazos de terrorismo y ha habido una alta dispersión del armamento. Nuevas amenazas,  podría darse la situación de armas biológicas que pudieran destruir el mundo sin que el poder central que se supone controla a esos brazos terroristas sea capaz de llegar oportunamente a frenar una escalada. Por eso hemos estado como loros en el alambre,  es lo que estamos viviendo los armamentos y misiles  hipersónicos, los drones de espionaje y de destrucción, son el gran salto tecnológico en esta guerra.

Ser periodista es muy peligroso, los reporteros han sido víctimas preferentes del sionismo en Gaza, la persecución de los comunicadores sociales  de los activistas ambientales, de los dirigentes sociales, ha sido metódico: es la cultura de la muerte. Dentro de poco escribir en las redes sociales será un despropósito, un real atrevimiento, que puede conducir a convertirse en blanco de un dron o un teléfono preparado para convertirse en una bomba antipersonal.

El  mal ocupa la ciencia y la Inteligencia artificial y esto no tiene límites éticos. La fe en el poder del amor, del bien debiera frenar al dantesco gestor de muerte que está imperando en el mundo. Quizás sea solo ese hálito de fe lo que nos permite cruzar los umbrales y avanzar en nuestro metro cuadrado, en nuestro microespacio de barrio, de familia,de tribu, de clan literario, de amigos, de personas que  creen en el ser humano,  personas con las cuales se puede trabajar reconstruyendo tejido social, recuperando la esperanza y las confianzas.
 No dejemos que anulen nuestra rebeldía innata, esa que mueve a los pueblos a convertir revolucionariamente sus  espacios y condiciones de vida, para el bien común. Tengamos un año nuevo en el que se alcance la paz y un espacio mundial equilibrado y multilateral, en donde los poderes del demonio, del armamentismo, de la guerra, puedan ser destruidos por la fuerza del amor la fuerza proactiva del bien.

Hernán Narbona Véliz 
Periodismo independiente 
Corresponsal de La Razón.cl
Poeta, Presidente SECH-V 
Director SECH 


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