sábado, noviembre 17, 2007

El 10º Zicosur y el terremoto en la Región de Antofagasta



El 14 de noviembre, después de una hora de haberse inaugurado oficialmente el Décimo Encuentro Internacional de Zicosur por parte de la Intendenta de la Región de Antofagasta, Marcela Hernando Pérez, en el Automóvil Club, ubicado junto al mar, en el acceso sur de la ciudad, se produjo un fenómeno telúrico de 7,7 grados de intensidad en la escala de Richter, que tuvo casi un minuto de duración.

Con la presencia de los representantes de los gobiernos regionales de Beni, Santa Cruz y Cochamba, por Bolivia; Jujuy, Santiago del Estero, Tucumán y Catamarca, por el Noroeste argentino; de Matto Groso Do sul, por el Brasil; el Dpto. central de Paraguay; de los embajadores de China y de la India, y autoridades de las tres primeras regiones del norte chileno, se daba inicio en Antofagasta a la Décima versión del encuentro internacional de la Zona de Integración del Centro Oeste Sudamericano (ZICOSUR).

Integrando la delegación oficial de la Región de Atacama a este encuentro, que presidía el Gobernador Provincial, Jorge Campillay, me encontraba participando en la comisión de Infraestructura, en donde unas 40 personas nos ubicábamos en un salón de material liviano, ubicado sobre una terraza en un segundo nivel respecto al acceso por el borde costero. Habías varias otras comisiones trabajando y la concurrencia en esos minutos bordeaba fácilmente las 200 personas.

Con una amplia vivencia personal en materia telúrica, inmediatamente aprecié que la fuerza del sismo demostraba que era de gravedad, que en alguna parte eso era terremoto. El movimiento volcó un televisor en nuestra sala, el cielo comenzó a soltar polvillo y con cuidado todos salimos a la terraza, todos observando el mar.

La angustia era comunicarse con la familia. Mi esposa, que por suerte había viajado conmigo, estaba en esos momentos en el centro de la ciudad y comunicarnos fue infructuoso. Inmediatamente se cortó la energía eléctrica, colapsaron los celulares y la incertidumbre acerca del punto en que había sido el epicentro, hizo cundir una generalizada ansiedad por información. La que por suerte llegó de la misma Intendencia, señalando que el epicentro de ubicaba a un centenar de kilómetros al norte de Antofagasta, entre Calama y Antofagasta. Todos bromeaban, pero todos en su interior temían por el comportamiento del mar luego del seismo.

Las personas extranjeras, brasileñas, bolivianas, paraguayas y argentinas, que integraban las delegaciones, tuvieron un comportamiento sereno, nadie levantó la voz, no hubo histeria ni pánico, lo cual aportó tranquilidad en la tensa situación. Las réplicas comenzaron a repetirse a los pocos minutos del sismo mayor. Las señoras embajadoras de la India y de China, destacaban entre los invitados y en ningún momento abandonaron el evento, cumpliendo con una actitud ejemplar toda la agenda que le tenían peparada los organizadores.

Los funcionarios de Obras Públicas de Antofagasta tuvieron que salir rápidamente a atender la emergencia. El camino de Tocopilla a Iquique estaba con derrumbes, suspendido el tráfico. El Aeropuerto funcionaba bien, pero la falta de energía dificultaba las comunicaciones. Ya se anunciaba la visita a terreno de la Presidenta Bachelet y sus Ministros. La Intendenta anfitriona, quien al momento del terremoto terminaba de inaugurar la Feria del Turismo que estaba preparada para Zicosur, debió tomar a cargo la emergencia y no pudo seguir participando en las actividades.

Luego de hechos anecdóticos, como lo fue el hecho que la Intendenta quedase prácticamente sola en el stand de la Universidad Santo Tomás, mientras los miembros de su equipo se apresuraban en salir del recinto ferial, en general, la respuesta de las autoridades estuvo a la altura de lo previsto para estas contingencias. La gente en la ciudad se movía en principio con mucho pánico, pero una vez que se descartó el tsunami bajó la tensión y la ciudad estuvo despejada de vehículos, relativamente tranquila.

En el Hotel Radisson se produjo el accidente más mediático de la jornada. Allí cayó con el terremoto la marquesina de la entrada sobre dos radio taxis estacionados frente a la recepción. Cuando vi. esa imagen, lo único que recordé fue que dos semanas antes, en ese preciso lugar, nos habíamos tomado una fotografía de todos los participantes de un encuentro de Conace con la Intendenta Marcela Hernando.

Con un gran compromiso se siguió desarrollando el encuentro. Sin Internet, sin luz eléctrica, hubo que volver a los apuntes manuales, al debate verbal y créanme que eso hizo de las sesiones un ámbito mucho más participativo y fraternal. Recién a las 16 horas, a través de una increíble triangulación vía Estados Unidos, pude saber que mi esposa estaba bien, en casa de nuestros amigos, en un piso 11, a unas pocas cuadras de donde yo me encontraba sesionando.

En Tocopilla, punto central del epicentro junto con la localidad de Quillagua, el desastre había sido generalizado. Logré recibir por la noche del jueves14 un mensaje de mi amigo y colega, José Luis Vera Lorca, Administrador de esa Aduana, que me informaba un escueto “Estamos bien”. Pude hablar con él dos días después y estaba colaborando con el Gobernador para el ingreso de la ayuda para la emergencia. A su Aduana no le ocurrió nada grave ni a sus funcionarios, pero en la ciudad la catástrofe era mayor.

El día jueves 14 por la tarde volvió la energía alrededor de las 21 horas. Antofagasta estaba cerrada, suspendidas las clases, no había señal para los celulares ni semáforos en las calles. Transitar era difícil.

Una frugal cena en el mismo lugar del evento, permitió cruzar visiones con los demás participantes. Las actividades sociales estaban suspendidas, los Jaivas no actuaron y estuvieron cerca del derrumbe del Radisson, ya que estaban hospedados en ese hotel. Mientras cenábamos y contábamos lo que había sido para cada cual este día, Enrique Jiménez, SEREMI de Obras Públicas de Atacama testimoniaba que la noche anterior había soñado con un gran temblor y que lo había comentado con su amigo Director de Vialidad, Raúl Cornejo, cuando desayunaban esa mañana. Nuestra propia vivencia fue que nuestra nieta en forma intuitiva, sin tener información alguna del viaje que habíamos hecho a Antofagasta, hasta donde habíamos llegado muy tarde el día martes 13, al escuchar las noticias del sismo, dijo en forma intuitiva “mi abuela está en el terremoto”, a lo cual su madre le dijo, cómo se te ocurre, ellos viven 400 kms más al sur, en Atacama. Seguramente, son capacidades telepáticas, de clarividencia o de precognición que se hacen evidentes en momentos de tensión como los vividos en las circunstancias relatadas.

La travesía de retorno a Chañaral estuvo marcada por dos réplicas que a mediodía del día viernes 15, de 6,6 grados en la Escala Richter, remecieron el evento ZICOSUR a la hora de la conclusiones finales. En la región estaba la Presidenta Bachelet. Mientras en Zicosur el embajador Luis Maira dictaba una brillante exposición sobre América del Sur y los corredores bioceánicos. En el café, dos temblores muy fuertes se hicieron sentir en forma casi continuada. Muchos ya habían traído su equipaje desde los hoteles y estaban con ellos en la redacción de conclusiones. Pero en ningún momento hubo deserciones y el trabajo se cumplió de manera ejemplar. No mermaron ni el entusiasmo ni la pasión del debate, demostrando que lo importante del Encuentro se había cumplido plenamente.

Junto a nuestro amigoJulio Palma, un avezado conocedor y pionero del desierto y la cordillera, Consejero Regional de Atacama, su esposa Patricia, recorrimos el camino de regreso, cruzando las experiencias de estos dos días intensos, que nos depararon una experiencia más para el conocimiento de la naturaleza. Con nosotros también venía Antonio Ruiz, quien como Consejero Regional había participado en la Comisión de Medio ambiente del Encuentro. Pero la conversación más que darle vueltas a Zicosur, fue una ronda de experiencias en torno a lo vivido, una situación que quedará como registro imborrable, con su secuela de adrenalina embargándonos por mucho tiempo.

No cabe duda que nadie olvidará este Zicosur 2007, con la carga de emotividad que se mantuvo a partir de un sismo que rompió los hielos, las distancias, haciendo brotar una fraternidad profunda y una común sensación de fragilidad frente a los eventos de la naturaleza.




Una mirada libre a nuestro entorno

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