Estoy en una víspera para un nuevo cambio de folio y en un paréntesis preciso para recordar y mirar hacia delante. Siento la aprensión de un tiempo que se escapa y bullen en mí las energías que quieren finiquitar proyectos sin dejar nada pendiente. En este bregar sostenido, se viene a veces el cansancio, pero bastan unas breves horas de un buen sueño para recuperar los bríos y seguir adelante.
Tradicionalmente, los primeros de noviembre, la antesala de mi nacimiento, transcurrieron en torno a los cementerios, con recorridos aprendidos de memoria para ligarme con los ancestros familiares y reconocerme en un árbol genealógico lleno de vericuetos extraños, con paisajes que parecían grabados en mi código genético. Del tronco de la familia, en acequias que regaban los gigantescos paltos, fui conociendo de niño el valle de Petorca, Chincolco, Hierro Viejo y Cabildo, lugares donde aprendí de leyendas, de pirquineros, de tinajas de chicha y amores de verano y bicicletas.
Hoy la vida me ha dejado a la cabeza de una familia que crece. Ayer vi bailar a mi nieta en el Teatro Municipal de Valparaíso, ese antiguo Teatro Velarde, que mantiene su acústica y sus frisos, tal como lo conocí en mi infancia. Ayer Valentina Paz, que ya tiene 10 años, bailó pericona chilota y luego lorana koe de Isla de Pascua con el grupo de danza de su colegio Alborada, Pude presenciar emocionado su dulce belleza y la vi en las tablas, entre aplausos, proyectada como una próxima artista chilena. En estas cortas vacaciones, poder disfrutar de mi nieta por unas pocas horas, me hizo sentir orgulloso y regalado por la vida.
Al salir del Teatro Municipal, pasando por el Mercado El Cardonal, encontramos con Rosy a un personaje porteño, Bin Laden, dueño de dos burras a las que ha bautizado como “Sita Janette” y “Carla Balero”. Con esta última burra de sombrero, en el corazón del Almendral, donde las verduras del mercado son las nutrientes diarias de sus burras vedettes, este emprendedor porteño vende leche de burra, a la vez que ofrece a los turistas tomarse una fotografía con Carla Balero. En medio de sonrisas, registré ese momento pequeñito de alegría, en una mañana que ya era maravillosa. De la mano de Rosy recorrimos riendo los mercados olorosos y sentimos tal como hace más de 33 años que nos reencontrábamos con las raíces en que se forjó nuestro amor, en aquel breve período, después del golpe de Estado, cuando tuvimos nuestro puesto de sandías y ajedrez en un cerro de Valparaíso, como una bandera de dignidad en medio del terror que se imponía..
Debo dar gracias a Dios por lo mucho concedido. Por mis hijos, por mi mujer, por mi trabajo y por mis amigos. Por los talentos que me dio y que espero haber aplicado en el buen sentido, por las ganas de cambiar el mundo que no se agotan, por mis buenos perros que a lo largo de mi vida han acompañado en los muchos episodios, por dejarme aprender de mis errores, por aceptarme como aprendiz en ese curso de ángel con el cual bromeo y que espero no reprobar, por la salud que nos ha dado a Rosy y a mí y que, sin lugar a dudas, implica nueva tareas, nuevos compromisos de vida. Debo agradecer por permitirme la libertad de la palabra, por poder contar con buenas personas que me han regalado su amistad y apoyo.
Cuando se realiza un cambio de folio, cuando se reúne la mesa de la familia con la satisfacción de haber superado las barreras, las dificultades y las pruebas, pese a una nueva marca en el reloj de la vida, uno debe sentirse pleno de esa energía superior que significa estar en armonía con Dios.
Valparaíso, 1º de noviembre de 2007
Una mirada libre a nuestro entorno
1 comentario:
Tio Hernan,
un gran saludo a la distancia para toda la familia y feliz cumpleanos. Gracias por tener este blog. Me senti como si estuviera caminando por ese "puerto querido" al leerlo.
Gonzalo
Nueva York
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