En una cumbre que quedará reflejada en la retina por el impasse vivido por el Presidente Chávez y el Rey de España; Juan Carlos, las tendencias que muestran una región sudamericana que está recuperando espacios en el reparto de la riqueza global, pasarán casi desapercibidas para el gran público.
Porque el hecho que se haya avanzado en el reconocimiento previsional de los tiempos y ahorros de los trabajadores que hayan trabajado en cualquier país de ibero América, es sin duda un paso importante, que beneficiará a muchas personas, pero, para los medios es más contundente como noticia la discusión que enfrentó a Rodríguez Zapatero y el Rey Juan Carlos con el Presidente venezolano.
Todos lo comentan: De un lado, que el rey puso en su lugar a un irrespetuoso. Del otro, que Chávez es un mandatario elegido por su pueblo y que un rey que está puesto allí por una simple negociación de la transición española, no tiene derecho alguno para hacer callar a un Presidente republicano.
El punto medular de la tabla en esta reunión cumbre era
Como tendencia alternativa de esta posición oficial y hegemónica a nivel occidental, aparecen los claroscuros, que van desde las demandas de reforma del sistema de mercado para agregarle un carácter social, hasta posiciones que proponen un nuevo estilo de socialismo real, que procura un asistencialismo amplio, lo cual necesariamente requeriría de un Estado con una gran capacidad de gestión en materia de servicios de necesidad pública, para poder canalizar directamente la promoción a los más pobres.
El riesgo de los procesos sociales, cualquiera sea su signo, es que sean distorsionados por el monstruo mediático, que lee poco y se maneja con frases cliché, etiquetas incompletas que no llegan al fondo. Porque los destinatarios de la información quieren lo mínimo y por ello la manipulación es una probabilidad permanente. El cruce de ideas es desvirtuado por las barridas faranduleras y son los propios protagonistas los que pecan de obnubilación televisiva aguda, hablando con eslóganes que son burbujas de ínfimo plazo.
Para el resultado político que cierra la cumbre, un par de gallitos mediáticos quedan dando vueltas, pero el avance o capacidad de oírse los unos a los otros queda postergada una vez más. En Chile el discurso oficial es dicotómico, ya que apuesta a la inserción internacional de una economía abierta, con un Estado Subsidiario, pero, paralelamente intenta modificaciones al sistema, que no afecten la estabilidad macroeconómica, y que procuren una mayor equidad en la distribución del ingreso y las oportunidades.
En esta aparente contradicción vital, se ve la necesidad de un Estado con mayor capacidad de emprender y de ejecutar inversiones, un Estado que sea más transparente y efectivo como fiscalizador y, sobre todo, un Estado que sacuda los brotes de corrupción que constituyen un verdadero cáncer al interior de la institucionalidad. En este contexto, durante la cumbre, Chile fue un país de mensajes equívocos, ya que de una parte se defendió un modelo liberal y por otra, se coincidió en la necesidad de avanzar en reformas a un modelo injusto y depredador.
La lectura del día lunes no es motivadora. Todos se fueron amurrados y nadie quedó sinceramente feliz. Aunque de verdad los visitantes produjeron dos alegrías, cuando llegaron y cuando se fueron.
Desde Atacama, en la galería de la cumbre, 12 de Noviembre de 2007.
Una mirada libre a nuestro entorno
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