sábado, marzo 22, 2008

Semana Santa. reencuentro familiar

En medio del materialismo que nos rodea y contamina, esta Semana Santa ha significado para muchos una ocasión para el reposo, para conversar en familia y mantener un espacio para reflexionar sobre el alcance del mensaje universal que surge de la Pasión , Muerte y Resurrección de Jesús.

MEDITAR SOBRE LA FAMILIA
La tremenda necesidad de fortalecer el Amor en nuestra sociedad. recuperando una luz mínima de espiritualidad, de generosidad, es algo que se siente en forma especial en esta Semana Santa.

La violencia, el desamor. la decadencia moral, la corrupción, son síntomas de una enfermedad social extendida. Para cada hombre y mujer el gran desafío es poder corregir su micro espacio, si el amor es el signo de un reencuentro, de una resurrección, podemos, cada cual en su ámbito mínimo, recuperar los parámetros morales del Amor, para poder volver a ser generosos, comprometidos y preocupados del prójimo, sin paternalismos deformantes, pero sí con una mano y una palabra extendidas al que sufre, para ayudarlo a crecer, a salir con su voluntad, procurando la dignificación de la persona humana frente a tanto envilecimiento que se observa en nuestra sociedad depredadora.

Los materialismos, el amor al dinero, el buscar la satisfacción ególatra de nuestros instintos, ha llevado a la sociedad a un decaimiento ostensible, que se aprecia en actitudes que van socavando el respeto a sí mismo, que debe mantener siempre la persona, para mantener su semejanza a Dios, para ser hombre o mujer inteligentes, racionales y emotivos, capaces de darse mutuamente en un proyecto de vida.

Tuve este jueves santo una experiencia especial para un laico como yo. Tener que bendecir las alianzas de compromiso de dos jóvenes esposos, Janine y Héctor, que esa tarde celebraron su contrato de matrimonio. Fue una ocasión maavillosa para expresar en esa pareja que se comprometía para toda la vida, una esperanza para nuestra sociedad, para Chile, que ha visto reducir drásticamente el número de casamientos y el número de hijos por matrimonio. Por eso, al dirigirme a los esposos, sentí el deber de transmitir una vivencia personal en pro de este paso trascendental que es el compromiso de pareja, para enfrentar juntos un proyecto común, con hijos que tienen que gozar del amor de una familia unida, asentada en el respeto, en la tolerancia mutua, en la no violencia, en la pasión constante y en los sueños y proyectos compartidos.

Sinceramente, sentí que Dios me hacía su humilde instrumento para poder transmitir su profundo mensaje de Amor y entrega. Porque junto a mi compañera y amante esposa, Rosy, estamos esta Semana Santa 37 años de amor, con todas sus implicancias, recorriendo con tesón por los senderos del gozo, la alegría, el dolor y la enfermedad.

Si pudiera proyectarse esta sensación a nivel global, podría subrayar que en esta conmemoración de la cristiandad es preciso rescatar la esencia profunda del significado del mensaje de Amor que Cristo transmite desde el Calvario a la Humanidad.

En la esperanza de su regreso, defendiendo la Vida frente a la corrosión de la Muerte, su luz nos ilumina un camino que debe ser acción y compromiso: amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. En la célula básica de la vida, el amor de los esposos pasa a ser reflejo concreto y cotidiano de ese camino hacia la perfección, pese a nuestras falencias. Parecernos mínimamente a Jesús en nuestro derrotero, cimentando familias que hagan del amor la simiente de un futuro más sano para nuestra Patria.

Chañaral, Sábado de Gloria, Semana Santa 2008.



Una mirada libre a nuestro entorno

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