domingo, agosto 17, 2008

Atacama, donde el desierto tiene su cuna



La Región de Atacama tiene una extensa área del territorio nacional, con maravillas no difundidas que conforman un patrimonio turístico en bruto, que amerita ser gestionado con imaginación, calidad y creatividad.

Si Ud. coloca en Google la palabra Atacama, el mayor número de referencias lo llevarán a San Pedro de Atacama, pueblo enclavado en la Segunda Región, en la frontera que comunica a los pasos Jama y Sico. San Pedro ha tomado como propio el nombre Atacama y legítimamente ha implementado un proyecto turístico internacional exitoso. El valle de la luna, la artesanía, los géiseres, la diversidad cultural de la zona, dan cuenta de un tipo de lugar que atrae a viajeros jóvenes, de origen europeo principalmente. Este San Pedro de Atacama es un pueblo resort, ambientado con construcciones de estilo antiguo, pero que contienen modernas instalaciones hoteleras de 5 estrellas.

¿Pero qué ocurre con la Tercera Región de Atacama? ¿Cuáles son sus hitos turísticos relevantes? Si se aproxima la lente a la ciudad de Copiapó, capital de esta región, se encontrará información sobre los volcanes más altos del mundo, que superan los 6 mil metros y que resultan atractivos innegables para el turismo aventura. El parque nacional Pan de Azúcar es otro punto emblemático de este norte extendido en roqueríos naturales, cactus enormes, murciélagos vampiros, guanacos, zorros y pingûinos.

Sin embargo, más allá de esa definición clásica de turismo aventura, hay una gran caja negra de potencialidades turísticas que guardan relación con el relieve, especialmente bello y bien dotado, de las zonas costeras y cordilleranas y también con las leyendas e historias que anidan en Atacama, esperando volar a la globalidad como un interesante y seductor convite al realismo mágico de las epopeyas mineras, cuyas huellas son visibles en Atacama.

Cuando me avecindé en Atacama, me ocupé de conocer sus vericuetos, su historia, sus caminos de montaña, los pasos fronterizos autorizados y aquellos que quedaron tendidos como delgados hilos de comunicación con las provincias argentinas de Catamarca, La Rioja y San Juan. Se dice que no se puede construir un proyecto de futuro si se desconocen las raíces históricas. Me ayudó en este descubrimiento el libro Memorias de Cordillera del pionero Consejero Regional Julio Palma Vergara, el cual compila leyendas y episodios documentados de lo que ha ocurrido en esa cordillera que conecta gigantescas regiones de Chile y Argentina y que, con más de tres siglos a cuestas, ha unido las regiones mediterráneas trasandinas con el océano Pacífico.

Actualmente, a través del desarrollo de un proyecto que busca rescatar la identidad institucional de las Aduanas de Atacama, con su asiento histórico en Pan de Azúcar, desde donde se realizaron las primeras exportaciones metalíferas de Chile a fines del siglo XIX, he podido reconocer la potencia de Atacama como cuna de la minería que hoy soporta la economía de Chile. Fue en Chañaral donde se gestó la visión de futuro del norte de Chile y en esa época el Paso San Francisco era el canal de comercio para abastecer a los campamentos mineros de los alimentos que requerían los pioneros, a la vez que servía de vía de exportación para el comercio de productos que Chile canalizaba desde Copiapó a Catamarca y Tucumán. En esa época un prócer atacameño, Máximo Villaflor, soñaba con un desierto colonizado, industrial y poderoso como frontera norte de Chile.

Cuando se conoce esa historia tapizada de leyendas de montaña, cobra sentido el conocimiento del relieve de esta tierra de cerros coloridos, con la huellas de los piques que ha dejado el hombre detrás del tesoro.

Ayer crucé de nuevo esos caminos para despedir a un colega aduanero argentino que dejó su vida en un accidente cordillerano, cuando acudía a la frontera a realizar un relevo. El viento sonda esmerilaba los refugios de la frontera y trasladaba la nieve y la tierra por gigantescas mesetas, modificando el paisaje en ráfagas de viento y piedrecillas que golpeaban los cerros como un salvaje encajonado que despliega su furia amenazante.

Maravillado por la majestuosidad de Atacama, me extraña que muchas personas que toman decisiones sobre este patrimonio no conozcan estas bellezas andinas. Siendo esta parte de Chile la más ancha, alcanzando casi los 400 kms desde el mar a la frontera, es comprensible que las oficinas públicas funcionen en el llano, temiendo la altura, toda vez que en la frontera se alcanza los 4700 msnm.

¿Qué ocurre en las alturas cordilleranas?

Voy a comentar el triángulo de la tres lagunas, que se conforma en un territorio casi virgen, preservado como parque nacional bajo supervisión de CONAF, entidad que con mínimos recursos debe ocuparse de la protección de flora y fauna en el territorio del Parque Nacional..Es el Parque Nacional Nevado Tres Cruces, que está comprendido prácticamente en un triángulo conformado por la Laguna Verde, la laguna Santa Rosa y la Laguna del Negro Francisco.

Una rica flora de humedales y fauna de flamencos, vicuñas y guanacos existen en estos territorios preservados. El colorido de las lagunas es impresionante, aguas termales afloran junto a la laguna Verde, a 4300 metros de altura, con vientos que alcanzan los 100 km por hora. Acceder a ellas requiere disponer de vehículos de doble tracción y de la orientación de conocedores de las vías. El clima puede ser de gran riesgo y exige que se desarrollen servicios con garantías de seguridad.

Las instalaciones actuales son precarias y al recorrer estos parajes maravillosos y sus recursos naturales, se echa de menos un proyecto empresarial de envergadura, que potencie este patrimonio natural, histórico y cultural. Si alguien se asoma y se conecta con la Corporación para el Desarrollo de Chañaral, encontrará información valiosa, preparada para atraer inversionistas.

Es el camino para rescatar la marca Atacama para el desierto en donde se acunó la historia del norte de Chile.


Chañaral, Domingo, 17 de Agosto de 2008.


Una mirada libre a nuestro entorno

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy esperando un email tuyo. Me alegré mucho de recibir noticias tuyas y me extrañó que no me escribiste más.
Oscar Klier