viernes, septiembre 18, 2009

En Dieciocho, abriendo el año del bicentenario


En Dieciocho, abriendo el año del bicentenario

El viento sopla fuerte, con silbidos inusitados. La mar se ha rizado y las olas rompen con ruido ronco sobre el borde costero. El viento traslada las gotas de mar y el aire se hace salino, propicio para el beso y la pasión. La carretera ha disminuido su tráfico. Es dieciocho de septiembre, el inicio del año del bicentenario. La Presidenta bailó cuecas, en Santiago la fiesta recién empieza. En el resto de Chile se replican las celebraciones.


Los actos cívicos, la música nacional, los trompos, el palo encebado, las carreras de ensacado, el emboque y la rayuela, todo junto como para incentivar en los niños el mundo real de los juegos, aquél en que nos formamos los abuelos y bisabuelos.


Un dieciocho emblemático, que perfila Chile hacia el siglo XXI, un siglo nuevo que ya ha dado su primer paso y llega a su primer decenio sin que lo hayamos sentido. En medio de cuecas y tonadas, estoy con mi compañera, preparando la parrilla para la ceremonia máxima del patriotismo criollo: el asado al carbón, con mucho aroma y entreveros de vino, choripanes, empanadas, el viento que se cuela acelerando las brasas, el sol primaveral que despeja la vaguada matinal y se yergue orgulloso entre volantines de papel y de plástico, chilenos y chinos, en un cielo límpido que canta libertades y nostalgias.


Es septiembre, endieciochados, en pareja, solitos, con los hijos y nietas lejos, sabiendo que ellos también están cumpliendo en sus casas, la ceremonia ciudadana de la parrilla, lugar donde convergen opiniones, sugerencias y comentarios democráticos que dan cuenta de lo último novedoso de la campañas políticas. Y aunque estemos lejos de los hijos, el computador encendido nos permite conversar a la distancia, en redes sociales y tecnologías que ya forman parte de nuestro metabolismo urbano, y que nos marca de virtualidad, con miles de conocidos nuevos con quienes simpatizamos, con los pocos amigos de siempre en el corazón, compartiendo la vorágine de la convergencia tecnológica, aprontándonos para la televisión digital, cruzando posteos al paso, escuchando la cueca en videos, con deseos patrioteros circulando por la galaxia, en un cyber Chile que a sus entrados ya 200 años es una sociedad multifacética, enjambre de individuos que se parecen en algo, pero que son integralmente diferentes en su unidad precisa.

Este es el Chile del bicentenario, con costumbres que se alargan, que se recrean sobre plataformas maravillosas de interacción, un Chile instantáneo, que se comunica a velocidades siderales, para decirse quizá cosas simples, improvisando ceacheíes virtuales, para colocar cuecas en los ringtones de millones de celulares que superan en cantidad a los habitantes reales de esta tierra huasa, minera, pesquera, chilota, rapanuí o mapuche.


En breves minutos, el Tedeum y mañana la Parada Militar, replicado en cada ciudad de Chile con los civiles aplaudiendo orgullosos el paso marcial de las tropas. Porque hay dimensiones que están en el ADN de nuestra identidad nacional, por encima de episodios abyectos que nos han cruzado de tanto en tanto en la marcha de estos 200 años y que nos avergüenzan como chilenos, pero que hemos asumido como períodos oscuros que es preciso develar para seguir avanzando, reconociéndolos como espinas para ir superándolos. Para seguir como sociedad, con respeto por nuestros antepasados, buscando por la fuerza de la razón y el diálogo, espacios más justos para una convivencia en paz.


Chile del bicentenario, y con casi 40 años al lado de la mujer amada, nos divierte comprobar que vamos juntos y de la mano, disfrutando la modernidad avasallante, pero manteniendo, gracias a Dios, esa savia profunda que nos permitió fundar familia y que es nuestra epopeya diminuta, un pétalo más de la flor gigantesca que formamos todos y que llamamos Patria.

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Chañaral de las Ánimas, Región de Atacama, 18 de septiembre de 2009.

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Una mirada libre a nuestro entorno

1 comentario:

Ruy Mora dijo...

Don Hernán; Me alegro de haber encontrado su blog, el que está lleno de poesía.
Tal cual como usted dice "hay cosas que están en el ADN Nacional"...mientras leía su post, pensé en el 18 que pasé, en familia, con un asado y bailando cueca.
Soy de Santiago, pero vivo en Arica y en esta ciudad fronteriza es donde mas me he sentido chileno. En Santiago nunca disfruté tanto el día de mi querido País.
Bueno, lo felicito por su blog, yo podría decir que usted se adelantó 30 años a lo que hoy llamamos "periodismo ciudadano". Además me siento identificado con usted, ya que no soy periodista pero sueño con algún día reportear la realidad que vivimos tal como lo ha hecho usted.
Un abrazo afectuoso!!!