viernes, noviembre 01, 2019

Cambio de Folio


Desplegando las celestes utopías, del brazo de mi compañera, compartiendo la lucha popular con mis hijos, entregando lo recibido generosamente en el largo camino, sirviendo de retaguardia para cuidar los nietos, estoy cruzando a mi séptima década con un ramillete de violetas en la solapa de un traje de gala y mis zapatos cómodos, gastados, me llevan en sobrevuelo a recorrer adoquines de entonces, con el aire enrarecido picando en la garganta, recordando a los pioneros heroicos, aún capaz de desplegar la palabra franca y rebelde y de abrazar los sueños como si fuese la vez primera.

Hoy, sueños maduros, que no serán quizá los que alcancemos a vivir, pero serán sí los que vivan nuestros nietos. Por este derrotero, esquivando los estoques, protegido de fe, inflamado de paz y amor, aplaudo por la vida y doy gracias al Padre por el tiempo concedido, llevando en la memoria la experiencia, los aromas y risas, los buenos amigos que te dan fuelle para nunca decaer, portando algunas lecciones dolorosas, resumidas y arrugadas, que siempre sirven para no equivocarse de nuevo. Así, en el beso del amanecer y la madrugada, me deleito de esperanza y sueños, como adolescente que vibra descubriendo el amor primero, dispuesto a trepar tras volantines fugaces, de la mano de mi compañera ejemplar, con la pausa precisa para musitar en una esquina un gracias, Señor.

Una mirada libre a nuestro entorno

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