El Turismo receptivo, pos pandemia:
Chile y su Nueva Constitución, una realidad que el mundo querrá conocer.
Una noticia motivó
esta columna: la recuperación de la película “Un verano feliz”, que rescata la
experiencia de Turismo Juvenil y Turismo Social, desarrollado por la Dirección
de Turismo, en el gobierno del Presidente Salvador Allende, cuando se
construyeron los albergues juveniles en ciudades costeras y miles de niños del
campo con sus familias pudieron conocer el mar. Con orgullo, puedo señalar que
participé como joven profesional de ese proyecto, atesorando vivencias que me
marcaron para siempre, entendiendo que el turismo es un instrumento de paz y la
recreación, un derecho.
Pensando ahora en reactivar
el turismo después de la actual pandemia, como forma de motivar un debate que
nos permita hacer de la recreación un espacio de fraternidad, conocimiento y
emprendimientos, pienso que, en el mundo, en distintos momentos, se ha cruzado
por hechos políticos y sociales críticos, que, lejos de paralizar la actividad
turística, la dinamizaron y transformaron, apareciendo nuevas motivaciones para
el intercambio, nuevos destinos y rutas, nuevos intereses especiales impensados.
Fue el caso de la caída del
muro de Berlín, o la Reforma de París de Mayo de 1968, o ese sueño de los mil
días, la vía chilena democrática al socialismo, que generó una gran atracción
mundial entre 1971 y 1973. Como lo fuera también la recuperación democrática de
los 90, pos dictaduras en Uruguay, Argentina y Chile, que provocaron un enorme movimiento
turístico, académico y político, en especial de europeos que venían a analizar
la nueva realidad de América del Sur. En este Siglo XXI el turismo académico y
de intercambio se intensificó tras causas ambientales y de pueblos originarios,
como el conflicto en la Araucanía y la realidad del pueblo mapuche, que son
experiencias que se han convertido en focos de interés mundial.
Sobre la base de esas
experiencias, me atrevo a afirmar que, después de la pandemia, se viene una
nueva forma de turismo receptivo en Chile, para seguir el, nuevamente inédito,
proceso político y social hacia una nueva constitución.
Se aprecia que, al vivirse en
la conectividad de la globalización, con redes sociales que no tienen fronteras,
la explosión social que vive el país desde el 18 de octubre de 2019,
repercutirá en un cambio del tipo de turista que llegará al país, generándose importantes
corrientes de viajeros de intereses especiales, que buscarán seguir en forma
directa un proceso constituyente que ha tenido impacto mundial: el camino
recorrido para ratificar un clamor popular y dar a Chile una Nueva
Constitución.
El visitante que se perfila
es una persona con cultura cívica, con actividad en periodismo o en ciencias
políticas y sociales, que buscará a través de un acercamiento a cabildos,
conversatorios, coloquios, pasantías en organizaciones sociales, seminarios
especializados, seguir de cerca este proceso, ya que, a nivel internacional, se
lee como una refundación republicana, como un movimiento socio político inédito,
en cuanto a participación femenina, profundización democrática y participación
popular.
La inteligencia del sector
turismo para dar contenido a programas de intereses especiales, dependerá de la
mente abierta de empresarios innovadores, para establecer alianzas con las
comunas, con las organizaciones sociales, con universidades, gremios, colegios
profesionales, organizaciones sociales, comunidades de pueblos originarios, para
poder levantar propuestas que sean de debate cívico, con miradas diversas y
multidisciplinarias y con conocimiento de ese Chile que no se promueve en
instancias oficiales, porque renace en la base social, con la política brotando
en los colectivos y con nuevos movimientos políticos y sociales, con los antiguos
partidos en crisis de legitimidad, por sus propias conductas cupulares.
Del mismo modo, la alta
probabilidad que existe de poner fin en Chile al modelo depredador de los
monocultivos, con una nueva cosmovisión respecto a la Naturaleza, potenciará el
ecoturismo, con grandes corrientes de intercambio hacia comunidades que emprendan
procesos de recuperación de sus territorios, dando lugar a nuevos intereses
especiales, científicos y de cooperación, que podrán significar una expansión e
innovación en los servicios turísticos asociados para viabilizar flujos de
visitantes.
Si se asume en el sector Turismo
y toda su cadena de valor, estar frente a una etapa auspiciosa en oportunidades,
se debiera coordinar a los operadores con las comunidades locales, las comunas
y barrios, en una nueva impronta. Incorporando las medidas sanitarias
aprendidas, se podrá ofrecer al mundo una nueva oferta turística, que incorpore
un cambio cultural frente a los bienes naturales, la recuperación del agua y
los territorios, con las comunas y barrios como protagonistas del cambio que
estamos viviendo. Este clima de construcción de una nueva forma de
relacionarnos, podrá hacer de Chile un foco de atracción que multiplicará las
opciones de colaboración entre organizaciones sociales de diversos países, que
busquen conocer y participar de la experiencia social que se generará a partir
de la Nueva Constitución.
Se vienen acciones de
turismo receptivo de intereses especiales, que dinamizarán la actividad de los
innovadores. Mostrar a los visitantes el proceso cívico histórico y único que
estamos viviendo, con todas las facetas que ello implica, será una tendencia en
el turismo receptivo, pos pandemia, por lo mínimo durante los próximos 5 años.
La industria del turismo podrá ser un importante factor de desarrollo sustentable
para Chile, dejando atrás al extractivismo depredador, en sintonía con las
tendencias mundiales que apuntan a frenar y revertir el cambio climático.
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