sábado, marzo 05, 2022

Diálogos con un Sobreviviente: Héctor Cataldo Ávila - 2006


Conversando con Héctor Cataldo Ávila: Prisioneros de Guerra o Presos Políticos

Diciembre, 2006

 

"Una plataforma común: Verdad, Justicia, Reparación y Educación"

Se  incorpora a estos "Diálogos con un Sobreviviente" un gran amigo de infancia,  Héctor Cataldo Ávila. Estudiamos juntos en el colegio experimental "Rubén Castro" de Valparaíso, entre 1961 y 1966. Hemos llevado en paralelo historias que ahora quieren volcarse testimonialmente, en el ejercicio de la Memoria.

Héctor Cataldo es un hombre inteligente, racional, con una trayectoria consecuente con sus ideales. Íntegro y vehemente. Compañeros de ruta, dos vidas en paralelo, con visiones ideológicas que pueden disentir, pero con principios comunes entronizados en el humanismo, en el respeto mutuo, la tolerancia y un común compromiso con la Verdad.

Sentamos ahora a la mesa virtual del debate a Héctor Cataldo, para remontarnos a esa época en que nos incorporamos a la vida universitaria, sumándonos con pasión y liderazgo a la construcción de un mundo más justo. Han pasado 40 años de entonces, pero aún quedan ganas de cambiarlo todo y eso es lo importante.

Me interesa desplegar estas conversaciones porque serán útiles para las generaciones actuales y futuras. Lo hacemos en las postrimerías del año 2006, cuando ya el ex-dictador ha muerto, quedando pendiente una enorme deuda con la Verdad, la Justicia y la Reparación.

 

Héctor: Me gusta el enfoque; histórico pero personal. Debo confesarte que me siento más cómodo con preguntas que tienen respuestas claras, precisas y demarcadas (como los test objetivos o de selección múltiple). Sin embargo, voy a hacer un esfuerzo por separar lo que fue, de lo que pensé o creí y de la imaginación que se cuela a caballo del tiempo, del olvido selectivo y del Alzheimer. Pero, como es testimonio me voy a tomar el tiempo, por razones obvias, tú marcas por donde comenzamos...

 

Hernán: Dejemos por ahora un título inicial. Me gustaría, para enlazar con los temas que revisamos anteriormente con Sapiains, clarificar un concepto. Tú perteneces a la Asociación de Ex Presos Políticos y Roberto a la de Ex-Prisioneros de Guerra... ¿Qué tal si partimos por este tema?

Héctor: En los primeros meses después del golpe, los propios militares nos denominaban prisioneros de guerra. Recuerdo que en la Academia de Guerra  Naval y en el Lebu éramos eso: prisioneros de guerra. Esto fue entre el 15 de octubre y el 20 o 25 de noviembre para mí. Después estuve incomunicado hasta fines de diciembre del 73, de tal modo que no se bien cómo ocurrió, pero al llegar a la cárcel de Valparaíso ya la denominación (auto denominación me parece) era de Presos Políticos. Estábamos en la tercera galería, la de los presos políticos… así era la cosa.

Para los militares y sus tribunales eran tiempos de guerra, sin duda alguna. Era el Estado de derecho por el que se regían. Y era el que violaban en el ejemplo de la Caravana de la Muerte. Pero también porque los juicios no eran realmente tales. No se permitió defensa. Se usaron como pruebas confesiones obtenidas bajo tortura, todo lo cual nos lleva a demandar anulación de dichos juicios y restitución de los derechos civiles perdidos.

Hernán: El 12 de diciembre de 1973 decretaron el Estado de Guerra interno. Ese estatus permitió que la Cruz Roja interviniera en gestión humanitaria, permitiendo que se les hiciera llegar ayuda a los detenidos, comunicándose con ellos en tarjetas que eran censuradas, pero que, al menos, permitían saber que estaban vivos.

Héctor: Aunque las ejecuciones, desapariciones y torturas se hicieron, en cualquier caso, al margen de toda juridicidad y esto, en mi opinión, se explica porque no hubo Guerra, esas fueron acciones represivas, expresión del terrorismo de estado que impuso Pinochet. No hubo caídos en combate. No se puede mencionar tal o cual batalla ni tal o cual combate. No existen generales vencidos que se pudieran haber rendido, ni clases ni tropas entrenadas, enroladas o convocadas para la defensa del gobierno de la UP. Así no más es (o fue).

 Yo saludo con orgullo y admiración la resistencia en la Moneda, la inmolación del compañero Presidente y las acciones del 11 en Santiago y en Valparaíso y Concepción, en los 3 o 4 días que siguieron al golpe. Pero sinceramente creo que todo eso no configura un escenario de guerra.

Lo que configura es un escenario de sedición, de traición, de violación de las obligaciones constitucionales que tenían no sólo los militares involucrados, sino también los civiles que los apoyaron, es decir, los empresarios como los de la Sudamericana de Vapores, los grupos paramilitares como Patria y Libertad (no entiendo cómo el Ambrosio Rodríguez estaba defendiendo a Pinochet y no estaba procesado junto a él), pero sobre todo los políticos con representación en el Parlamento como los Jarpa, los Frei Montalva, los Aylwin. Qué irónico fue que este último y el hijo del anterior hayan terminado siendo Presidentes de la democracia conquistada por el movimiento antifascista nacional.

Pero, volviendo al escenario del golpe, lo que ocurrió en mi opinión, fue una interrupción violenta y sediciosa de un proceso democrático y eso no es un evento militar sino un evento político.

Hernán: El gobierno constitucional tenía en su institucionalidad a las fuerzas armadas. Pero dentro de la coalición y más a la izquierda de ella, se contaba con cuadros - no podría determinar un número - que tenían formación militar, muchos habían recibido entrenamiento en Cuba. Había grupos extremistas que pregonaban la vía armada y eso, aunque en los hechos se haya desvirtuado, generó en la propaganda golpista una justificación para ese "estado de guerra interna". Recuerdo que hubo rudimentarias organizaciones de trabajadores o pobladores para resistir en caso de golpe. Por ello, en su discurso final el Presidente Allende dio orden de no sacar al pueblo a la calle, no quería una masacre. Pero la concepción de los golpistas era de aniquilamiento del enemigo...

Héctor: La condición de guerra implica reconocer legitimidad al concepto de enemigo interno, que a instancias del Pentágono acuñó la dictadura, pero hasta donde yo sé,  ninguna democracia, por tanto ningún demócrata, sostiene una idea de esa naturaleza. Si no hay un enemigo real al que el ejército deba enfrentar, no hay guerra posible. Hay otra cosa, pero guerra no.

Hernán: Las violaciones a los Convenios de Ginebra han sido hoy la clave para que se elimine la ley de amnistía que se creó la dictadura en 1978 y para que no prescriban delitos de lesa humanidad...

Héctor:  Otro cuento es que existan precedentes jurídicos internacionales que permitan procesar más eficazmente a los criminales de guerra que a los sediciosos que violan los derechos humanos. Incluso puede ser más fácil el camino de la reparación. Pero eso no cambia la naturaleza del fenómeno.

Hernán:  Pero, en definitiva, la tesis jurídica de "Estado de guerra interna" ha sido incorporada por la justicia y eso ha sido favorable para los procesos en marcha. Por lo que veo ya no caben grandes diferencias conceptuales entre Presos Políticos y Prisioneros de Guerra.

Héctor:  No obstante esta bien distinta manera de analizar las cosas, en términos de reivindicaciones y objetivos, no debe haber grandes diferencias entre ambos grupos. En eso coincido contigo, aunque aparte de Roberto yo sólo he escuchado a los Chacabucanos autocalificarse como ex prisioneros de guerra y a uno que otro socialista, como el viejo Eugenio Carramiñana. Pero no sé si por las mismas razones.

Hernán:  Eugenio Carramiñana junto a Roberto fundaron la Asociación de ex-prisioneros de guerra, por allá por 1996 más o menos...

Héctor: Veamos entonces; la búsqueda de Verdad y la verdad misma, no pueden tener más de una expresión. La Verdad es un tema común en cuanto objeto de estudio y en términos de metodología de investigación, o sea que da lo mismo ser ex PP o ex PG.

Por otra parte, la Justicia, en cuanto a incoar procesos contra los autores y coautores materiales e intelectuales de las violaciones a los DDHH, ante los tribunales de justicia ordinaria nacionales e internacionales, representa también un tema y un objetivo común. En realidad, no tiene importancia si un detenido desaparecido o un ejecutado político fue prisionero de guerra o ex preso político, para los efectos de que sus familiares, amigos y compañeros de partido persigan las responsabilidades legales que correspondan.

Donde aparecen diferencias es en el marco jurídico en el que se pretende realizar los procesos. Los ex prisioneros de guerra van a procesar a criminales de guerra y recurrirán a los precedentes establecidos por los juicios de  Nuremberg, con todo el peso jurídico, político y de opinión que ello implica. Esto puede servir - sobre todo las causas que se ventilen a nivel internacional - para apoyar la situación de los prisioneros de las aventuras militares del Imperio estadounidense que están en Guantánamo, en Irak, en Afganistán y en todos aquellos lugares que, en el futuro, alcancen a ser víctimas de esta forma violenta, sangrienta, antidemocrática y prepotente de imponer la dominación y el modo de producción capitalista.

Los ex presos políticos, por su parte, procesarán a criminales responsables de delitos de lesa humanidad. Los perseguirán por violaciones a los DDHH. Para ello recurren a las convenciones, acuerdos y declaraciones que internacionalmente se han hecho sobre el tema y a la obligación que tienen los estados firmantes de procesar, sancionar y reparar.

Con esto apoyarán todas las luchas que en el mundo se libran contra la dominación, contra la discriminación, por la democracia y por el respeto a los DDHH. Serán un precedente contra los excesos represivos en general, contra la tortura (en tiempos de guerra o no), contra la discriminación étnica, contra la represión a la movilización social. Son, los juicios por DDHH, un gancho para reabrir e impulsar la lucha por el Defensor Público. Son un precedente para sostener que los DDHH son defendibles, son sancionables y deben ser respetados.

Hernán: y en materia de Reparación, qué diferencias podría haber...

Héctor: En cuanto a la Reparación, es un hecho probado que el país entero está conteste en que debe hacerse y, salvo los Laguistas incondicionales, todo el mundo asume que los conceptos de “austera y simbólica” son un desatino que ofende en la dignidad a quienes pretende favorecer y hace incurrir al Estado chileno en una flagrante denegación de justicia y en una violación de las Convenciones sobre DDHH que Chile ha firmado.

Las diversas organizaciones de exPP han logrado avanzar en una plataforma común, o bastante común, de reivindicaciones que debería coincidir con los intereses y planteamientos de quienes se sienten ex prisioneros de guerra. Parece ser entonces que en el tema de la reparación debería haber también coincidencia.

Al respecto tengo una observación o crítica y por tanto una discusión pendiente, con mis pares exPP y que tiene relación con la extensión de las demandas. El anteproyecto de ley de reparación original contemplaba 6 ó 7 puntos reivindicativos que tenían el acento puesto en lo moral por sobre lo material, como resultado del equilibrio de fuerzas al interior de las orgánicas. Con el tiempo, debido a la reiteración de las ideas de fundamentación y a la aparición de nuevos sobrevivientes a la tortura en esas organizaciones y la revelación de los dramas económicos atribuibles directamente a la represión de que fueron víctimas, fue creciendo en importancia y contenido la parte pecuniaria. Esto permitió objetivar un poco más el tema de las demandas, como decía un amigo, puso un cable a tierra. Sin embargo, también dio pábulo para hacer crecer desmesuradamente las demandas llagando, en el último documento unitario a 16 puntos. Esto se traduce, con el seguro beneplácito de algunos sectores, en una plataforma inmanejable, imposible de satisfacer para el estado y de vigencia permanente para las organizaciones de ex PP. El segundo punto es el más preocupante porque los objetivos de una organización de exPP deben apuntar a resolver los apremios en los que viven las víctimas como resultado de la tortura y prisión política y no a prolongarlos. Deben obligar al estado a cumplir con su obligación de reparar Justa y Oportunamente. No puede la plataforma transformarse en la excusa para no reparar y, sobre todo en la principal dificultad para tratar comunicacionalmente la problemática de los exPP. Es por eso que mi propuesta va en el sentido de privilegiar las demandas que favorecen a todos los afectados por sobre las particulares (ampliar el universo de reconocidos, aumentar la pensión, obtener indemnización por cada día de detención, becas de estudio para hijos y nietos, mejor programa de salud), facilitando así su divulgación, la obtención de apoyo político y de solidaridad internacional.

Hernán:  Para que nunca más...la gran aspiración de una sociedad que erradique para siempre el golpismo, profundizando la democracia formal, bien, esto es un punto de futuro sobre el cual debe haber un consenso.

 

Héctor: Efectivamente, esto corresponde al tema de la Educación en DDHH que es un objetivo declarado por todas las organizaciones de exPP y sobre el cuál no sé cómo se plantean los ex prisioneros de guerra. El asunto es que la problemática de los DDHH ni empieza ni menos termina con las violaciones a ellos y sus consecuencias. Por el contrario, aparece como mucho más importante y urgente preparar a la sociedad civil y a los cuerpos militares en el conocimiento, respeto y práctica de ellos. Esta es una cuestión ética transversal de la que ningún sector se puede sustraer y forma parte de la columna vertebral de la conciencia democrática de la nación, que se mantiene en desarrollo pero que está muy lejos de fraguar en un proyecto propio con factibilidad histórica.

Extraído del libro “Crónicas de dos Siglos”, editado el 2010.Una mirada libre a nuestro entorno

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