Los españoles se miran el ombligo, pese a pertenecer a la Europa comunitaria. El viernes negro que acaba de transcurrir, trajo aparejada una realidad dura. La inflación se va de las manos, el superavit se esfuma. Los diarios publican en sus páginas económicas diversas noticias que dan cuenta de la situación.
El turismo ha bajado y los restaurantes comienzan a hablar de crisis y salen a buscar los clientes. Hasta ahora el español atendía con poco esmero, ya que la época de bonanza le llevaba clientes en forma natural, con pocas exigencias de calidad y precios. Acá en Madrid cuesta encontrar una mesa bien servida y a buen precio. Hay una suerte de acoso al turista, exprimiéndolo con recargos de propinas obligatorias de 20% sin importar que la atención no la merezca.
Se extraña la buena atención de los parisinos con los turistas, cuando, en principio, se suponía que eran más esquivos que`los españoles. El tema es que las franquicias de restaurantes, que han acuñado el barbarismo de "restauración" ( hay un mal trato a la lengua española que resulta casi un insulto) para referirse a su rubro, están hablando de crisis y deberán mejorar calidad porque los turistas gastan menos y prefieren locales como el Corte Inglés para comprar delicateces en pastelería, comida para llevar, licores y frutas.
Comentando algo más respecto a la actitud española frente al turismo, cabe señalar que en materia de servicios de Internet, WiFi, en los hoteles, existe un verdadero analfabetismo digital, ya que los empleados se han quedado unos 10 años atrás en estas tecnologías y ya lo ha apuntado el propio Felipe González al diagnosticar la crisis presente del sector servicios en España.
Lo que es un lujo es la red de transporte público de Madrid, en donde el Metro, los buses, los funiculares, están cronometrados y sincronizados en forma impecable. Esta sería la utopía de cualquier sufriente santiaguino y quizás es el paradigma que se debió seguir.
En fin, el paro se hace sentir, hay ambulantes en la Gran Vía, hay preparativos para un paro de camioneros que cruzará Europa. Los pescadores quieren soluciones frente al petróleo que está llegando a 140 dólares. La situación se ve clara para quienes como uno estamos acostumbrados a navegar en turbulencias. La comunidad reclama a Zapatero la lentitud en reaccionar preventivamente frente a la crisis.
Los españoles se dan cuenta de la fragilidad de su crecimiento basado en el sector inmobiliario y de turismo, dos áreas que están en crisis, con mucha gente devolviendo sus propiedades a los bancos que comienzan a convertirse en agencias inmobiliarias. El encarecimiento energético y la mala calidad de muchos servicios de turismo gastronómico, hacer ver que el turista de paso por España, busca sus alternativas por fuera de las cadenas franquiciadas, las cuales salen a captar clientes compartiendo comisiones con los hoteles. La salida, quizás, sea reeducar al español en un trato amable, que no le es normal y que hace a la calidad de fondo de un servicio de turismo.
Este domingo ha sido el preámbulo de una semana que se espera agitada. Es la globalización que mueve los mercados de capitales y evalúa el riesgo país de las economías. Nosotros los chilenos lo tenemos claro y asumimos que nuestra economía está directamente vinculada a los mercados mundiales, por lo cual en cada crisis se ha sabido tomar medidas sensatas en la Hacienda Pública. Los españoles parece que no están acostumbrados a bailar con la fea y han visto esfumarse de un plumazo su superavit. Y la mano viene dura.
Desde Madrid, para Periodismo Independiente.
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