José Luis Rodríguez Zapatero, refleja un estilo que hemos conocido también en Chile. En una porfía absurda ha evitado reconocer que España y Europa están en crisis, para lo cual ha usado todo tipo de eufemismos con tal de esquivar la palabra crisis, evitando con ello asumir muchas críticas que le formula la oposición, la Iglesia Católica y los sectores empresariales afectados.
Porque esto no es un recalentamiento, ni una relentización de la economía. Hay que reconocer que la situación de protestas obedece a razones de fondo, en parte a errores de política exterior de la España de Aznar, que se alineó en una invasión a Irak, construida sobre mentiras, y al encandilamiento social de los europeos, que han vivido con un modelo de bienestar que colapsa con el modelo global multinacional. Para España los índices de progreso han sido consecuencia del reparto de los beneficios que realiza Europa comunitaria y su actitud soberbia frente a los inmigrantes es un síntoma de que España ha olvidado su propia historia.
Cuando enfrentan el desgaste de un modelo inviable que insisten en sostener, en Europa la reacción oficial ha sido apuntar con gran xenofobia a la reducción de la inmigración. Sin embargo, son los inmigrantes latinos y africanos los que realizan el trabajo de servicios, los que cuidan a los hijos y a los ancianos de las familias europeas, ya sea en España, Francia o Alemania; es esa migración la que realiza los trabajos despreciados por los nuevos ricos en que se han convertido los europeos, a partir de 1993 cuando se arribó a la Unión Europea. Cuando les tocó vivir sus guerras encontraron en América del Sur espacios generosos para rehacer su vidas, pero eso parece olvidado de adrede en boca de quienes se visten de progresistas y surfean las crisis con esquives mediáticos y mesiánicos.
Habría que restregarle al gobierno socialista de Zapatero la epopeya del Winnipeg, cuando Neruda organizó el rescate heroico de los perseguidos republicanos españoles, víctimas de la represión franquista, lo que significó para Chile abrir los brazos a una generación de inmigrantes que pudieron forjar nuevos destinos de progreso en nuestra tierra y enriquecieron nuestra sociedad con gigantescos aportes. Esa generación trajo a Chile cultura, poesía y espíritu emprendedor. Algo totalmente lejano a lo que se vive hoy en España, con el hedonismo y el individualismo consumista fragmentando la sociedad, con una actitud soberbia y de desprecio frente a los inmigrantes, a quienes se coloca en situación de inequidad legal, colocando barreras para el encuentro de familias y declarando delito la situación de indocumentado de un extranjero.
Europa tiene el problema social y político del pragmatismo, que ha deteriorado las familias. La baja tasa de nacimientos, la necesidad de recuperar las bases morales de la familia, constituye una realidad que cruza como telón de fondo a la sociedad española. Hijos mal educados, el idioma español mancillado por la ignorancia galopante, la Real Academia de la Lengua fustigada por el feminismo panfletario de quienes cambiaron la vieja lucha de clases por el sexismo, una escalada de desfachatez, falta de respeto y corrupción, tolerada como forma de acceder al estilo hedonista que pampea por todos los estamentos de un país que olvidó que fue uno de los pobres de Europa y actúa ahora con complejo de nuevo rico.
Madrid, 19 de junio de 2008.
Cuando enfrentan el desgaste de un modelo inviable que insisten en sostener, en Europa la reacción oficial ha sido apuntar con gran xenofobia a la reducción de la inmigración. Sin embargo, son los inmigrantes latinos y africanos los que realizan el trabajo de servicios, los que cuidan a los hijos y a los ancianos de las familias europeas, ya sea en España, Francia o Alemania; es esa migración la que realiza los trabajos despreciados por los nuevos ricos en que se han convertido los europeos, a partir de 1993 cuando se arribó a la Unión Europea. Cuando les tocó vivir sus guerras encontraron en América del Sur espacios generosos para rehacer su vidas, pero eso parece olvidado de adrede en boca de quienes se visten de progresistas y surfean las crisis con esquives mediáticos y mesiánicos.
Habría que restregarle al gobierno socialista de Zapatero la epopeya del Winnipeg, cuando Neruda organizó el rescate heroico de los perseguidos republicanos españoles, víctimas de la represión franquista, lo que significó para Chile abrir los brazos a una generación de inmigrantes que pudieron forjar nuevos destinos de progreso en nuestra tierra y enriquecieron nuestra sociedad con gigantescos aportes. Esa generación trajo a Chile cultura, poesía y espíritu emprendedor. Algo totalmente lejano a lo que se vive hoy en España, con el hedonismo y el individualismo consumista fragmentando la sociedad, con una actitud soberbia y de desprecio frente a los inmigrantes, a quienes se coloca en situación de inequidad legal, colocando barreras para el encuentro de familias y declarando delito la situación de indocumentado de un extranjero.
Europa tiene el problema social y político del pragmatismo, que ha deteriorado las familias. La baja tasa de nacimientos, la necesidad de recuperar las bases morales de la familia, constituye una realidad que cruza como telón de fondo a la sociedad española. Hijos mal educados, el idioma español mancillado por la ignorancia galopante, la Real Academia de la Lengua fustigada por el feminismo panfletario de quienes cambiaron la vieja lucha de clases por el sexismo, una escalada de desfachatez, falta de respeto y corrupción, tolerada como forma de acceder al estilo hedonista que pampea por todos los estamentos de un país que olvidó que fue uno de los pobres de Europa y actúa ahora con complejo de nuevo rico.
Madrid, 19 de junio de 2008.
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