miércoles, agosto 02, 2023

Tropezar con la misma piedra


TROPEZAR CON LA MISMA PIEDRA

Quizá suene a juego de palabras: cuán desconcertados están los cabreados de la ex Concertación, al ver que, por pases esotéricos, de nuevo esos mismos concertacionistas siguen en el poder, en su misma parada histórica: trancar la pelota.

 En el proceso vivido a partir de los 90, se derrumbaron los sueños de una conquista democrática real. Yendo más atrás, remontándonos a aquellos principios republicanos que formaron nuestra adolescencia, cuando la Universidad tenía compromiso con su entorno, había debate y se esgrimían visiones de mundo, con vehemencia y respeto cívico, al retornar la democracia, vimos imponerse la lógica mercantil, que de todo hizo negocio. La masiva aspiración de acceder a la Universidad, se tradujo en la proliferación de las universidades igual que los malls, con proyectos educativos febles, sin rigor, asfixiando la saludable crítica de otrora.

Cuando en 1973 se rompió la convivencia y vino el terrorismo de Estado, luchamos por recuperar la democracia. Pero, se impuso el oscurantismo mercantil y. con él, un negacionismo que ha buscado lavar de sangre a la dictadura. Muchos viejos líderes revolucionarios, al parecer, se dieron cuenta que, para una movilidad social express, bastaba con cruzar la vereda y servir al adversario ideológico. Así lo hicieron y sus aspiraciones ya no fueron vivir en Ñuñoa sino en la Dehesa. Ya no fueron dirigentes poblacionales de la Legua, sino miembros de directorios de corporaciones multinacionales. En el exterior, aprendieron a coludirse con los intereses del neoliberalismo global y adecuaron su discurso para vestirlo de "realismo político", de "pragmatismo", de "la medida de lo posible", tratando de justificar su obsecuencia y traición.

Ese es el fondo emocional de la frustración de la vieja izquierda y que explica la abstención, el desencanto y su alejamiento de la política. La disidencia, los díscolos, aquellos que eran excluidos por ser francotiradores y conflictivos, esa mayoría que fue premeditadamente desmovilizada, esos comunicadores y trabajadores de la prensa que habían abierto camino a la democracia, quedaron al margen del binominalismo y sus medios alternativos desaparecieron. El pueblo no ha perdido su sensibilidad con las ideas progresistas, pero descree de la partidocracia. Y ha sido ese pueblo sufrido el que masivamente se fue sumando a las movilizaciones sociales, los que se plegaron a los espacios que abría una nueva generación joven, que repudiaba expresamente el continuismo de la Concertación, mientras sufría en carne propia un Estado Subsidiario enclavado en el sistema. Pero, el motor principal han sido las mujeres, que se convirtieron en vanguardia; los ancianos empobrecidos por la estafa previsional de la dictadura y profundizada por la Concertación, llenaron las calles. Muchas causas fueron vectores simultáneos del descontento social. La depredación, el saqueo del agua, las zonas de sacrificio, el sobre endeudamiento, la usura de la banca y el retail, fueron elementos de una tormenta perfecta. 

El 18 de octubre de 2019, fuerzas telúricas remecieron el sistema. Las deslegitimadas instituciones estuvieron al borde del colapso. Entonces vino el Acuerdo por la Paz. A regañadientes de las élites, se abrió el proceso constituyente, que no lograron amallar, que se les fue de las manos y cobró vuelo propio desde la base social. Con un 2% de aprobación, las élites políticas en ejercicio, parecieron estar en vías de desaparición. 
Cuando se inicia la Convención Constitucional y se logra superar la camisa de fuerza de los 2/3, con participación de independientes y pueblos originarios, creímos que se allanaba el camino. Sin embargo, la naturaleza humana tiene fuertes cargas de ruindad, que parecen ser insoslayables y en la Convención eso se vivió. Durante el año que duró la Convención, se perdió el halo principista con que habían sido electos los convencionales. Despropósitos, situaciones mezquinas, una campaña metódica de desprestigio de la Convención por parte del Rechazo más convencionales ex concertacionistas o ex nueva mayoría, serán episodios que la historia deberá registrar en su dimensión e impacto. El asunto es que, con las elecciones presidenciales y parlamentarias se vivió un contrataque de la reacción y la política partidista excluyó a independientes y volvió a un cauce binario, forzándose así alianzas con personeros profundamente cuestionados, que volvieron al gobierno con Gabriel Boric, ocupando áreas claves. En paralelo, la Convención siguió su propia odisea y la cumplió. 

Pese a todos los escollos, desde la sociedad civil se logró incorporar en el texto de la Propuesta de Nueva Constitución Política de la República de Chile, un conjunto sistemático de principios que configuran una forma más democrática y descentralizada de ejercer el poder; un capitalismo de economía mixta y sustentable, con mayor regulación y fiscalización; un Estado Regional Ecológico, Plurinacional y Social de Derecho. Un nuevo diseño institucional que rompe las bases del modelo, abandona el individualismo, la concentración del poder y procura la participación vigilante de la ciudadanía y los territorios, fijando una hoja de ruta para una convivencia con mayor justicia y paz social. Se establece un Estado responsable de entregar y asegurar los derechos fundamentales.

El 4 de septiembre el plebiscito tiene sólo dos opciones. El Rechazo, con todo su poder mediático, busca mantener el sistema incólume. El Apruebo es un derrotero de cambios profundos y graduales, fijado en las disposiciones transitorias de la Nueva Constitución.

Ha sido el gobierno, surgido desde la generación de recambio de la izquierda, el que, por consideraciones de realismo político, que suelen llamar gobernabilidad, ha declinado elementos sustantivos de su programa, al incorporar personeros que han sido protagonistas de aquél pasado que condujo a la explosión social de octubre. Es lo que está dando botes en el área chica de la izquierda chilena no militante, histórica y cultural. ¿Qué necesidad tuvo el equipo de gobierno de incorporar al gobierno a quienes han sido parte del problema y nunca de la solución?

Un 95% de la población no milita en ningún partido. Un 50% de la población se ha abstenido en las elecciones con voto voluntario. El plebiscito es de voto obligatorio y sobre 15 millones tendrán que votar. Hay una izquierda latente, que no milita, descontenta, víctima persistente de los abusos y asimetrías del modelo. Esa población no se siente representada por los partidos, pero sí confió en el camino constituyente, concurriendo masivamente a las urnas señalando con un 80% de los votos, preferir que representantes populares, no parlamentarios, escribieran la nueva constitución. En poco ha ayudado a fortalecer el Apruebo esta mala junta del gobierno y eso habla de una mala lectura de la élite política frente al proceso social y sus dinámicas propias.

Al parecer el equipo político ha sobredimensionado la influencia que pueden tener los partidos para lograr avances en el Congreso, toda vez que el accionar del Ejecutivo ha sido ripioso y poco eficaz. Si abrirse a la ex Concertación hubiese sido para asegurar un trabajo legislativo de piso, esto les ha fallado y ese error estratégico le ha significado aplazar decisiones claves, como nombrar nuevo Presidente del Consejo de TVN y nuevos consejeros, o mantener sin nombramiento de nuevas autoridades, servicios claves para combatir la evasión y el contrabando.

En este mes de agosto, de cara a la ciudadanía, se deben sincerar intenciones. Las élites políticas quisieran monopolizar el debate, pero no tienen legitimidad para hacerlo. Pese a haber terminado la Convención Constitucional el 4 de julio, la soberanía ha vuelto al pueblo soberano. Desde el mundo social se reconoce como nuevos líderes legítimos emergentes, a ex convencionales. Los políticos sólo profitan de los espacios en medios controlados por la derecha, pero en los barrios son otras las conversaciones y son sin ellos.

Los senadores, que ven el término del Senado en la nueva Constitución, actúan como incumbentes y desesperan, esgrimiendo argumentaciones capciosas, pretendiendo ser los únicos lúcidos para mostrar caminos a Chile. Pero el pueblo los conoce, hace décadas cayeron las caretas y, aunque ellos piensen que el pueblo no lee o no entiende lo que lee, se equivocan. Las personas sencillas, las trabajadoras y los trabajadores no comulgan con sus ruedas de carreta y tienen muy claras las causas profundas de la situación que los agobia.

Con la memoria fresca, aunque quieran disimular sus conductas, su traición de fondo, esa alianza servil a grupos que manejan los hilos del poder, los amarillos, los gatopardistas, se enredarán en sus propias mentiras. Por todo ese historial, poco aportan a la tendencia social que está emergiendo. No serán esos zombies los que orientarán el voto de las grandes mayorías. Serán los líderes del pueblo sencillo, esos que hicieron pan de la nada y nos entregaron el 4 de julio el borrador de Nueva Constitución, a quienes el pueblo cree y respeta. 

La intención de los políticos históricos de aferrarse como se pueda al poder, no sólo es patético, sino recuerda un mensaje popular al gobierno del Presidente Boric: Dime con quién andas y te diré quién eres.

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Hernán Narbona Véliz, Periodismo Independiente, Corresponsal en Valparaíso del diario La Razón.cl, 02/08/2022.

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