viernes, julio 29, 2005


PROPUESTA A UN DEBATE PAIS
15/07/05

Los periodistas por esencia no suelen ser protagonistas de las noticias. Sin embargo, en los momentos actuales, han sido los profesionales de la prensa los que se han destacado por defender el interés público, luchando por la libertad de expresión, por develar la verdad cuando a muchos les interesaba el secretismo. En su reciente XII Congreso Nacional, el Colegio de Periodistas planteó una tajante defensa de la libertad de prensa, amenazada por un proyecto de ley que pretendía colocar una mordaza a los comunicadores sociales y un blindaje de impunidad y oscurantismo para quienes ejercen una actividad pública, ya sea por cumplir determinadas funciones o por haber sido elegidos representantes populares. Ha sido relevante y digna de elogios, la intervención que Alejandro Guillier, hiciera instando a sostener un debate país, para refundar esos principios republicanos que hoy parecen haber claudicado frente al poder del dinero.

Es así que, para el sano desarrollo y profundización de la democracia, el rol que ha cumplido la prensa en los últimos tiempos ha sido trascendental y sólo comparable con el que cumpliera en los peores tiempos de represión en dictadura. En esa época, mantener una voz libre en medios de radio o prensa, era casi heroico. Ahora, frente a la pretensión de los nuevos poderosos de cerrar espacios a la crítica, de mantener desinformada a la ciudadanía, de mantener actitudes inconsistentes gracias al secretismo, la prensa ha reaccionado con dignidad y fuerza, llamando a establecer en nuestra sociedad principios republicanos que, lamentablemente, se han ido abandonando en la sociedad mediática. Se ha hecho costumbre que sean los voceros o relacionadores públicos, los que colocan la agenda política y es normal que se reaccione a cuestiones de coyuntura, según lo que alguien haya puesto en el tapete. Por eso, el llamado del Presidente del Colegio de Periodistas ha sido llamar a un Debate Nacional con sentido de Estado.

La acción corporativa del Colegio de Periodistas, llamando a la Ética Pública, a la recuperación del rol fiscalizador de los colegios profesionales, fue afortunadamente escuchada en el Senado y se rechazó esa indicación que querían pasar de contrabando, para impedir que se informara de la vida privada y pública de las personas. Es decir, un intento, que pudo ser parado a tiempo, de dotar a los poderosos del privilegio de no poder difundirse sus actuaciones en cuanto representante popular o autoridad, lo cual significaba retroceder en la historia al medioevo.

En plena campaña electoral, los profesionales de la prensa, aquellos que pasaron por la universidad y aquellos que han hecho de la actividad periodística una vocación de vida, están diciéndole a Chile que hay que debatir un proyecto país, que se debe superar la superficialidad del discurso electoralista, que se debe proponer proyectos con responsabilidad, que se deben restablecer los principios de transparencia, acceso a la información pública, probidad, fiscalización efectiva de las instituciones y empresas públicas y también de las entidades privadas que operan en materias de interés público, como lo son las empresas bancarias, las administradoras de fondos de pensiones, las instituciones de salud previsional, los fondos mutuos, las empresas que manejan medios de radio, prensa escrita y televisión; entidades todas que deben rendir cuentas claras a la opinión pública de su quehacer. La clase política, por su parte, debe resignar sus pretensiones de legislar o gobernar en una cúpula de cristal o de vidrios empavonados.

En Chile, la sociedad mediática ha apostado a desinformar a la gente, metódicamente, llevando a las masas inconscientes a la farándula, al paternalismo populista y al consumismo. La prensa que busca ser libre ha cumplido una labor titánica frente a esa tendencia y ello ha significado que hayan sido los comunicadores sociales los que asumen en nuestra sociedad, ante la falta de otras instituciones como el Defensor del Pueblo, un rol escrutador, crítico y fiscalizador, que ha permitido abrir cajas negras celosamente guardadas y que, en múltiples casos, han evidenciado que ese secretismo ha servido para actuar en función de intereses corporativos, sectarios o personales, que se apartan del bien común.

Esta labor que cumplen los comunicadores sociales independientes es ardua, pero tiene la invaluable retribución de un reconocimiento creciente de parte de la gente. Esto implica un compromiso creciente, significa asumir riesgos, pero también conlleva la certeza cotidiana de que cada vez más personas se alinean con las banderas de la libertad de expresión, la transparencia y contra la corrupción, venga de donde venga, conjugándose en las redes ciudadanas para voltear molinos de viento, denunciando los abusos de poder, hostigando a los que se creen privilegiados con la punzante persistencia de un tábano que les susurra al oído que también son humanos.

No hay comentarios.: