Que unos facinerosos, a la primera hora de la mañana, ordenaditos, hayan llegado con más de una docena de neumáticos, encapuchados y en filita, a Cumming con Alameda, para encender una barricada, provocar gran humareda y partir, sin que ni un solo policía los viera, pero saliendo en cámara, claritos, casi recién duchados, para dar la vuelta al mundo; y que diga un titular de Clarín de Buenos Aires que "secundarios comienzan paros con barricadas ardiendo", me parece un montaje mediático grotesco.
Si a eso agrega lo que respondían los supuestos estudiantes en Plaza Italia, chis,loco, tamos de paro, cachai, con una cara de drogos neopreneros o pastabaseros, que daba miedo, Ud. con una pizquita así de sentido común, se dará cuenta de la intención de enlodar con este tipo de infiltrados un movimiento que se quedó en sus aulas, las cerró para que no se metieran extraños y se cuidaron de que sus asambleas cumplieran su orden. Un llamado desdedonde nunca se supo, hecha por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, un grupo que no representa a nadie y que debería estar sumamente identificado por la ANI, fue otro ingrediente o hecho de la causa, que nadie se tragó.
Resultado al final de la tarde, unas cuantas escenas que retransmitió la CNN y que pretenden desprestigiar un movimiento que ha ido madurando y que pide una agenda política pluripartidaria y plurisectorial, junto a la Presidenta, para empezar a cambiar los temas de fondo que se mandaron a la vía lateral de un "Comité Asesor Presidencial" no resolutivo, no vinculante.
¿Qué piden en cambio los secundarios? Una Comisión Nacional que recoja con capacidad resolutiva las inquietudes de los sectores para consensuar un nuevo texto para la LOCE. Donde se consagre el Derecho a la Educación - ya lo concedió el gobierno- pero además se fije un plan maestro nacional educativo, con cambios en los contenidos mínimos y que la cantidad de alumnos por aula varíe, que la subvención a los sostenedores sea en función a productos alcanzados, a resultados, y no a la simple fórmula de llenar las salas e impedir que los profesores tengan repitencia, porque eso es pérdida de plata. Aquí calza la creación de la Superintendencia de Educación ofrecida por el gobierno, pero habría que agregar la necesidad de un Ombudsman de la Educación, que represente a la sociedad civil.
No se trata de que los muchachos se sientan expertos, pero tienen voz legítima por haber auscultado los temas a nivel nacional, como sus protagonistas principales, los destinatarios de la educación que critican. Obviamente, deberán sentarse a la mesa otros actores.
¿Cuál la diferencia? La diferencia es que una Comisión mandatada para presentar un proyecto consensuado permitirá que la sociedad civil co-participe con la clase política, con las bancadas de gobierno y de la Alianza, para sacar un texto que refleje y acote los enfoques e intereses. Lo otro, es un Consejo Asesor sin capacidad resolutiva alguna, donde la Presidenta invita a quien quiera y eso es muy débil como compromiso político frente a lo que demanda el movimiento estudiantil.
Sin embargo, pareciera que en lo medular hay fuertes coincidencias. Pero todo el tiempo que se pierda, da pie para que la derecha reaccione con su poder mediático desprestigiando el movimiento y tratando de meter cuñas entre el gobierno y los líderes juveniles. Si Bachelet misma dijo que esta era una oportunidad, hay que tener presente que las oportunidades pasan y está en la conciencia mayoritaria del país que se aproveche para el cambio cualitativo profundo que los secundarios han explicado inteligentemente a la ciudadanía.
Una mirada libre a nuestro entorno
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