Cada año, en Septiembre, se vienen a la retina las vivencias cruzadas de la sociedad chilena. La memoria trata de aflorar con sus requerimientos de reconquista de la dignidad, pero la tendencia a la amnesia colectiva le juega en contra.
En Septiembre, finalmente, nos llenamos de ritos. Aunque los porfiados hechos demuestren la verdad histórica, las conveniencias y cálculos presentes y futuros, terminan por adulterar la verdad, sacarle sus aristas dolorosas y alivianar su impacto en la coyuntura. En ese sentido quienes están en el poder se cuidan de que septiembre pase rápido, sin muchos cuestionamientos. Del otro lado están los que esperan este mes para saludar a sus muertos, reclamar por reparaciones incumplidas, increpar a las instituciones por la lentitud maquiavélica que conduce a la impunidad.
Los ritos se multiplican, Están los que insisten en venerar un ídolo caido, desaforado, escrutado por crímenes y acciones mafiosas de lavado de dinero. Están los que han esperado 33 años un gesto de arrepentimiento de parte de los victimarios. Y están los administradores del sistema que, insensiblemente, han caido en la trampa de "la sana gestión financiera" para mantener un discurso ambiguo que a la hora de la reparación cae en "lo simbólico", con compensaciones mezquinas, que terminan siendo insultantes para la dignidad de exonerados políticos, perseguidos, torturados, en fin, los derrotados por una máquina tenebrosa, cuyas ramificaciones recién se conocen. Administradores del orden establecido que han impedido que los testimonios vertidos en
Los jóvenes que no tienen porqué entender o descifrar un pasado que se remonta a 40 años atrás, reclaman en septiembre por su situación presente, perdiendo de vista los referentes añejos que en nada les representan.
En septiembre brotan estas expresiones de una sociedad que tiene aún heridas profundas en su ser profundo. Pero, increiblemente, luego de las acciones de protesta que se instalan en torno al once, reaparece luego el dieciocho largo, para invitarnos a ver la parada militar con orgullo, comer empanadas y bailar cuecas. En medio de la fiesta, aparece esa cara distinta de septiembre, donde todos se abrazan como en un gol breve y gritamos "somos amigos o no somos amigos".
Y en este ritmo dislocado, pasar septiembre es más difícil casi, que pasar agosto.
3 de septiembre de 2006Una mirada libre a nuestro entorno
No hay comentarios.:
Publicar un comentario