sábado, septiembre 16, 2006

¿Nuestra independencia de España?





Fiestas Patrias. Una larga conmemoración de chicha y chancho, de paradas militares y ramadas oficiales. Una semana de farra, que abre un espejismo grato de país unido.

La cueca se viste de rock y se hermana con la cumbia para convertirse en himno. Como en la fiesta de Serrat, pobres y ricos, el prohombre y el gusano, bailan y se dan la mano, sin importarles la facha.

El calendario regala 4 días para celebrar nuestra independencia de España.

Los chilenos y chilenas se llaman por celulares de compañías españolas para arreglar un carrete en el fin de semana largo de fiestas patrias.

Esa agüita de mi tierra que corría limpia y serena, ahora les pertenece a las sanitarias españolas, que nos la venden con sus medidores indescifrables. Las iluminadas fondas usan la energía eléctrica ¿de quién? Por supuesto, también de los españoles.

Pasamos al bancomático a sacar plata p'al carrete y seguro que también es español.

Vamos de fiesta, cruzamos las carreteras y les pagamos peajes ¿a quién? a las concesionarias españolas.

Así, omnipresentes y echando raíces profundas en la “amistad socialista renovada internacional”, los españoles también celebran: bailan sus bailes flamencos y con una sonrisa disimulada, ven crecer los saldos postivos de sus pingües inversiones en la ex-colonia. Sus cajas registradoras cantan ·olé" y recolectan por distintos ductos el producto de la fiesta masiva.

Los pobres indios que en la conquista entregaban sus vírgenes para que el conquistador no se aburriera solo en estos confines, siguen siendo los mismos 500 años después, rindiendo pleitesía a los nuevos conquistadores, que han sido, obviamente, mucho más ilustrados que los primeros y nos han vendido su modelito ejemplar.

Y en medio de la curadera chovinista, no faltará el roto nacionalista al cuete que se mande algunos chistes. Por supuesto, sobre los brutos gallegos. Patético ¿no?




Una mirada libre a nuestro entorno

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