domingo, septiembre 10, 2006

La pildora del día después y ¿después qué?


El libertinaje está campeando en Chile y una avalancha de desvalores inunda el inconsciente colectivo. Esta semana el gobierno aprobó la entrega gratuíta de la píldora del día después a niñas de 14 años, sin consultar a sus padres. Esta semana salieron al mercado y se agotaron las tarjetas pre-pago publicitadas como la forma de entrar anónimamente a sitios triple x.

Estos hechos nos muestran que la sociedad chilena ha entrado en una pendiente de hedonismo, donde, al parecer los padres dejan hacer, dejan pasar, sin asumir que a los hijos se les debe dedicar tiempo, que no son amigos, que son hijos y esperan autoridad materna y paterna para fijar límites a sus demandas. Lo contrario no forma, deforma.

Escribo estas líneas con profunda preocupación. El relativismo moral cunde y va invadiendo los espacios, ante la mirada displicente de la comunidad, que se cierra en sí misma y evita comprometerse o discutir.

¿Cómo se puede aceptar que un gobierno dirigido por una mujer que también es madre, fije la distribución de la píldora del día después indiscriminadamente, cuando siempre se habló de que esa era una opción para casos de sexo no deseado, como violaciones?

¿Por qué se convierte ahora en un medicamento que se entrega sin cuidar contra indicaciones a toda mujer que lo pida, desde los catorce años en adelante?

La promiscuidad que existe en la pubertad tiene como ingredientes el alcohol y las drogas, que consumen en forma desmedida los jóvenes, con situaciones lamentables de sexo en grupos, luego de carretes que se hacen a la luz del día, en playas facilitadas, con el beneplácito de adultos inescrupulosos, autoridades comunales, que encuentran que estos eventos "le dan movimiento a sus comunas y a sus comerciantes". No importa el daño que puedan producir el alcohol y las drogas. En la práctica hay intereses muy turbios, verdaderas mafias, ligadas a esta forma desaprensiva y libertina de vivir la sexualidad.

Creo que ya son extemporáneas también las engoladas llamadas de la jerarquía católica, pues la oposición constante de los sectores católicos conservadores, a que se enseñara sexualidad como es debido en los colegios, ha impedido las JOCAS y ha llevado, ante la ausencia objetiva de los padres (abocados quizás a producir dinero) a un aprendizaje del sexo por otras vías, por las amigas, por pobres programas televisivos que enseñan a mover el culo, por bajadas de reality porno desde Internet con esas promocionadas tarjetas de prepago, que a horas de salir al mercado se habían agotado.

Entre actitudes conservadoras y mojigatas y el libertinaje favorecido por un Estado incoherente, la sociedad se ve controvertida, ya que el sexo se aparta del amor para ser un producto de simple placer, con peligrosas consecuencias como la extensión de pandemias, como el SIDA.

Sinceramente, siento que el mundo está patas p'arriba. Que el sentido común se pierde. Que la pubertad y la adolescencia se están perdiendo en las arenas movedizas de la libertad mal entendida. Padres que esperan los viernes para carretear, padres que en su propia relación afectiva han flaqueado.

Si el Estado fuese coherente pondría una ley similar a la del tabaco a la venta de alcohol en los radios cercanos a las escuelas. Eliminar las botillerías de urgencia y prohibir que menores de edad circulen después de las 1 de la mañana. Medidas que hacen falta para que los jóvenes tengan un control básico. Frente a padres cuarentones que tienen estilos de vida hedonistas, el reflejo en los púberes y adolescentes es una copia aumentada que lleva a que tengamos jóvenes profundamente confundidos, que caen fácilmente en las sirenas del consumismo del placer, la pornografía, el sexo libre y sin compromiso. El descarte la maternidad sería una forma de disfrutar, los hijos terminan siendo un problema.

El problema es que ser progresista de manera inteligente pasa por fortalecer la célula social, la familia. Buscando que los niños estén protegidos de la depravación que tiene la calle. La pedofilia, el sexo en medio de la borrachera, sin un mínimo de afectividad, deja a niños y niñas en un punto sin retorno. La pérdida de la inocencia en manos de delincuentes que pagan impuestos jugosos y por eso son tolerados.

Un gobierno con integridad en el campo valórico, no puede admitir que por un fin recaudador se busque entregar señales populistas en un tema tan precioso como es la sana vida afectiva de la juventud. Padres que fallan, gobierno que sigue las encuestas y es tolerante con caminos que llevan a la depredación moral del capital humano del país.

Sacaron la píldora del día después. ¿Es el sexo casual un nuevo escapismo que los padres neoliberales y seudo progresistas aceptarán tomándose un copete con el hijo, tratando de que sus problemas no le echen a perder su propio carrete de fin de semana?

La familia está en crisis. Y es un problema común de los sectores de más altos ingresos como en los más pobres. Sólo en sectores de clase media se mantiene ese espacio formativo y protector de una familia que fija una jerarquía de valores que se enseñan con el buen ejemplo, con una sexualidad franca y basada en el amor.
Una mirada libre a nuestro entorno