Que la Concertación y la Alianza alcancen en la encuesta Adimark cada cual, apenas un 20% de la aceptación ciudadana, plantea en Chile una gran incertidumbre: casi un 80% de la población manifiesta un descontento con las dos coaliciones, de gobierno y oposición. En el fondo, se expresa una percepción de rechazo al actual sistema político, que tampoco se canaliza en una adhesión a la izquierda extra parlamentaria, que sigue estancada en un orden de 9% de aceptación. La pregunta clave es hoy ¿cómo manifestará esa mayoría silenciosa su voluntad soberana?
¿Quién será capaz de interpretar con nuevos liderazgos este potencial ciudadano?
El binominalismo está agotado al trasluz del sentir ciudadano, pero se mantendrá por ahora como instrumento de distribución del poder entre dos bloques de gran parecido. Pero, si decrece la legitimidad del sistema político, la estabilidad del país se debilita y si no se abre el sistema político de manera real, profundizándose la democracia, la desconcentración política, la regionalización y la participación ciudadana, Chile enfrentará escenarios de alto riesgo en términos sociales.
El gobierno no supo capitalizar el gran respaldo inicial de Michelle Bachelet de manera asertiva, rompiendo moldes, anticipándose a los conflictos, cortando amarras para evitar el lastre que la ha inmovilizado.
El chileno de hoy, al trasluz de estudios que perfilan sus conductas, no cree en la clásica división entre izquierdas y derechas y ello se refleja en esa distancia obvia de la clase política. Es peligroso para la democracia que exista esta tendencia de descreimiento en la institucionalidad porque puede llevar a escenarios de convulsión social demoledores.
Pienso que a partir de esta etapa se abre el juego político social y se profundizará la competencia por el liderazgo vacante en la sociedad chilena. quizás con la aparición de nuevos actores pertenecientes a esa mayoría silenciosa que reflejan las encuestas.
Una mirada libre a nuestro entorno
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