Quise reposar la noticia 24 horas, no escribir con la cabeza hirviendo, tratar de morigerar mis juicios, pero entendiendo que ello no puede significar relativizar un hecho repudiable, que atenta contra lo único válido que hemos logrado construir: el proceso constituyente.
Porque la irrupción de
la Lista del Pueblo respondía a un sentimiento colectivo de repudio a las
élites que habían concordado administrar el sistema por 30 años y lo que hizo el Pelao Vade fue una manipulación de
masas agobiadas de individualismo, sedientas de confianza, vapuleadas por casi
cinco décadas de violencia e ignominia.
Y me permito ser auto referente
como generación del 70. Siempre he dicho
que la traición desde tus cercanos es más dolorosa y letal que las heridas que
recibas en la lucha contra tus adversarios. Por eso, como periodismo
independiente, siempre he expresado mi dura denuncia a aquellos que, antes o
durante la dictadura, se ubicaron a tu lado y lo hicieron para venderte; el
soplonaje, las listas negras dan cuenta histórica de ello. Justo ayer partió de
este mundo Miguel Estay Reyno, el Fanta, que fuera declarado culpable como
autor material en el Caso Degollados, uno de esos monstruos que entregó a sus
compañeros comunistas a la tortura, la muerte y la desaparición, la bestia que
se convierte en un ícono de la traición y la cobardía.
Reiteradas veces hemos
tratado de explicar la emoción que se sufre frente a una traición cometida por
un cercano. Es un dolor que arranca las vísceras, porque en principio no se
asume, no se puede creer que alguien a quien apreciabas o amabas te defraude o
te robe. Esta es la sensación que hemos sentido millones de chilenos que
trabajamos en los 80 para recuperar una democracia real, que teníamos una
utopía y que nos dimos cuenta, al transcurrir la transición, que nuestros
compañeros se sentaron con los victimarios a consolidar el modelo neoliberal,
que fueron obsecuentes a la dictadura, al tiempo que marginaban a los conflictivos,
hacían quebrar sus diarios y revistas escritas desde las trincheras populares,
se codeaban y hacían sus alianzas estratégicas con los grupos económicos que
habían saqueado las empresas del Estado, protegiéndolos, de últimas, con el
silencio por 50 años de los testimonios recogidos por la Comisión Valech.
Como el sentimiento
brota de la experiencia, para quienes hemos vivido la lucha contra el cáncer en
un ser querido, haber compartido angustiado su lucha valiente, para superar
radiaciones y quimios que desgarraban su cuerpo, ver a esa persona sufrir en
silencio, recuperarse heroica, sin una queja, sin jamás victimizarse, en fin, cuando
se ha vivido de cerca esa epopeya, conocer del hecho en que un desalmado haya
usado la enfermedad del cáncer para victimizarse, para obtener adhesión a su
campaña y además sacar dividendos con
las tantas rifas en que se rió de la
buena fe, estrujando la solidaridad de
miles de personas pobres pero generosas; cuando se comprueba esa degradación
moral, esa frialdad para manipular, disculpen,
pero, desde la experiencia de haber conocido el cáncer de cerca, esa mentira,
en lo personal, no admite comprensión, explicaciones ni menos justificaciones.
No se puede
relativizar, mezclar por compasión en lo personal, esta estafa a la fe pública
con otros hechos peores, porque no se trata de jugar a los empates. Porque el
dolor es que uno de los tuyos haya traicionado tu confianza. Porque no se debe
relativizar el daño que ha producido al proceso de reencuentro colectivo, a
esta lucha desgastante de David contra Goliat que estamos dando, en pos de un
sueño que se afirma con alfileres como una bandera de esperanza.
Porque veníamos de 30
años en los que esa esperanza nos la robaron, como ya he dicho, esos otros traidores
que se vistieron de izquierdistas, manejando sus intereses corporativos con la
derecha. Veníamos de la corrupción entronizada, veníamos resecos de un individualismo
a la vena y buscábamos volver a creer. Y allí está el daño que ha provocado el
Pelao Vade y, reconociendo que integró una Primera Línea que merece el mayor
respeto, por eso mismo esto ha sido arrebatarnos ese puñado de confianza que veníamos
levantando con esfuerzo, porque veíamos en él a una persona jugada, que
mostraba esa alternativa esperanzadora del recambio en la política.
Por eso, el daño ha
sido profundo, nos ha remecido, y nos ha permeado como un ácido que corroe lo
colectivo. Objetivamente, acá debe haber otras personas que participaron de la
mentira, porque hubo un montaje publicitario engañoso que no puede haber sido
casual, que colocó a Rojas Vade en medio
de plaza Dignidad como un líder anónimo, que, de pronto, se catapultó desde ese espacio combatiente, como
un pseudo héroe popular.
Como la mentira tiene
pata corta, el Pelao Vade fue quizás una bomba de tiempo y este golpe
periodístico de la Tercera apuntó a la línea de flotación de la Convención
Constitucional y eso tampoco ha sido casual. Salir del shock exige tomar
decisiones oportunas y claras, para seguir navegando turbulencias con la
transparencia como bandera.
Periodismo Independiente, Hernán Narbona Véliz
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