Pos Verdad: la distorsión de la Historia
Chile se está mostrando con sus grandes mentiras, en la percepción
distorsionada y frontal de vencedores y vencidos, de victimarios y víctimas, de
apatía e ignorancia cívica, en un remolino que nos envuelve en lecturas que nos
emborrachan, las mil historias distintas de los últimos 50 años. La distorsión
ideologizada de hechos que ocurrieron en medio de sensaciones distintas, de una
escalada de violencia, que las personas vivimos desde posiciones diferentes,
desde edades diferentes e intereses distintos.
La forma cómo se percibe la historia de los sesenta a la fecha genera
una lectura difícil. Son 50 años de historia, conquistando la nacionalización
del cobre, levantando la reforma agraria, disfrutando el espacio ganado con la
reforma universitaria, sin imaginar que la guerra fría tendría su etapa más
sangrienta en el golpismo y la reacción de los setenta.
Con actores de la élite que se repiten pero en roles contradictorios,
con protagonistas que se repiten, pero que ahora defienden un modelo
neocolonial, como representantes y administradores de un nuevo orden en donde
les tocan sus migajas. La visión nuestra, con manos limpias, había sido de
idealismo, una utopía llena de sueños, recibiendo los coletazos de la historia,
hechos que troncharían familias, que cambiarían nuestras vidas. Priorizando la
sobrevivencia, generando proyectos de familia contra viento y marea,
desplegando la inteligencia para mantener la dignidad y la voz crítica, aunque
ello haya sido un acicate para seguir adelante tozudamente, pese a las
zancadillas y las traiciones.
La historia oficial se impone. La dictadura tuvo el buen cuidado de
mantener y concentrar la propiedad los medios de comunicación. La Concertación
destruyó los medios independientes con los que se había abierto espacio a la
transición. La asfixia económica los fue matando. El servilismo y la traición
hoy se traduce en una Memoria dispersa, deteriorada, con la solución biológica
en marcha, con etiquetas interesadas que buscan dividendos presentes con cargo
a mentir retrospectivamente.
Haber impuesto el silencio a las declaraciones de las víctimas en la
Comisión Valech, es evidencia de esta destrucción premeditada de una historia
realista. Gracias a la desclasificación de archivos de la CIA pudimos leer el
Pinochet File que reforzaba los hechos acaecidos desde el día en que Allende
sacaba la primera mayoría, en el Chile democrático de los tres tercios. De allí
en adelante los hechos confusos, el complot asesino, las justificaciones de
adherentes y adversarios de la Unidad Popular, la quinta columna desintegradora
de la revolución cubana, apretando el acelerador y ayudando implícitamente al
golpe y el odio. Dineros sucios pagando los paros de camioneros, colas, mercado
negro, desabastecimiento, pero también honestidad en barrios donde se actuaba
correctamente.
Pero, al trasluz de la experiencia ulterior, queda la evidencia de
traiciones, aprovechamiento, egoísmo recurrentes, porque los mismos que
rasgaban vestiduras por la revolución armada, desestabilizando el gobierno
democrático, fueron los serviles sicarios de la social democracia europea que
se vendió al modelo transnacional, en relaciones corruptas que les permitieron
gozar del poder, hasta la quiebra del modelo. Los mismos que se quedaron con
esos recursos de solidaridad, para instalar en la transición sus partidos
instrumentales, negociando los acuerdos secretos que nunca se alcanzará a
destapar y que a los jóvenes que perdieron la confianza ya no les importa en
sus urgencias presentes.
La generación perdida tuvo idealistas consecuentes que hoy son adultos
empobrecidos e ignorados y un puñado sectario, coludido férreamente, para usar
cuotas de poder, con pragmatismo y cinismo, echándole la culpa a la dictadura,
a las turbulencias, a alguien siempre.
En la realidad que tiene desmantelada la izquierda, es el resultado de
una total mentira, con verdades a medias, con sensibilidades que son
expectativas de justicia, de verdad, que no cumplió ninguno de los 5 gobiernos
concertacionistas, verdadero engendro político que nos vendió una transición
mentirosa, que perpetuó y profundizó el modelo, rindiendo pleitesía al dios
dinero.
La pos verdad duele.
Periodismo Independiente 16 de marzo de 2018.
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