sábado, agosto 26, 2006

Llegan los chinos: TLC ad portas


¿Cuanto representan 15 millones sobre 1100 millones? Esa es la asimetría volumétrica entre nuestro país y el gigante chino. Pero somos socios, se ha suscrito un TLC y la Presidente Bachelet lo ha promulgado esta semana. Conversando en Punta Arenas con estudiantes universitarios, identificábamos un mercado potencial de 20 millones de chinos que están autorizados para viajar al exterior. Chile es un destino autorizado para esos turistas. ¿Qué tal si la mitad de esos 20 millones viene a conocer las Torres del Paine? ¿Cómo acomodariamos a esos visitantes chinos? ¿Están dispuestos a instalar literas y agrandar sus casas?

La potencialidad de Chile frente al nuevo socio es ser plataforma de servicios hacia América del sur. Es poder ofrecer servicios para la triangulación comercial. Deberíamos rayar la cancha para que necesariamente China deba relacionarse con el mercado americano a través de agentes chilenos, profesionales competentes como para apoyar proyectos de comercialización regional de productos de origen asiático.

El TLC genera mucha incertidumbre porque China es el comunismo neoliberal, una realidad ambigua, totalitaria y centralmente planificada hacia adentro y altamente competitiva en los mercados externos. Cuando llega a un mercado lo hace con redes que tienen como partida un Estado que se asocia con compañías extranjeras en partes iguales, que iguala o parea las gerencias y mandos medios, que asegura una estabilidad política que impide protestas, paros o acciones sindicales. Un fenómeno raro que tiene de cabezas a los estados occidentales, que ven con asombro y temor que las multinacionales se van a producir a China y dejan el desempleo a sus espaldas.

Un país pequeño como el nuestro debe apurar el paso para que ese TLC signifique que China venga a complementarse con trabajo, ingeniería y recursos originarios chilenos, para poder salir desde acá a los mercados que tienen preferencias para nuestros productos. Y esto significa que hay que articular proyectos dentro de los márgenes de participación no originaria para poder calificar en las reglas de origen de las contrapartes que tiene Chile. Se trata de identificar y ajustar las producciones a esas reglas y por ello, el socio chino (que es el brazo múltiple de un Estado empresario) deberá sentarse a armar los proyectos con los chilenos que sean lo suficientemente rápidos e inteligentes como para gerenciar nuevos emprendimientos conjuntos.

Es un desafío enorme. El lenguaje, una barrera, el chinglish y el espanglish deberán ser los códigos intermedios que resuelvan esta barrera. Soñar con aprender chino mandarín es para el mediano y largo plazo. Pero el TLC ya está aquí y nadie nos avisó qué hacer.
Por lo tanto, chilenos, a las cosas ( parafraseando a nuestros hermanos argentinos, también necesarios para enfrentar a este gigante con mayores capacidades de negociación).

Desde Punta Arenas, 26 de Agosto de 2006

Una mirada libre a nuestro entorno

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