TROPEZAR CON LA MISMA PIEDRA
Quizá suene a juego de palabras: cuán desconcertados están los cabreados
de la ex Concertación, al ver que, por pases esotéricos, de nuevo esos mismos
concertacionistas siguen en el poder, en su misma parada histórica: trancar la
pelota.
En el proceso vivido a partir de
los 90, se derrumbaron los sueños de una conquista democrática real. Yendo más
atrás, remontándonos a aquellos principios republicanos que formaron nuestra
adolescencia, cuando la Universidad tenía compromiso con su entorno, había
debate y se esgrimían visiones de mundo, con vehemencia y respeto cívico, al
retornar la democracia, vimos imponerse la lógica mercantil, que de todo hizo
negocio. La masiva aspiración de acceder a la Universidad, se tradujo en la
proliferación de las universidades igual que los malls, con proyectos
educativos febles, sin rigor, asfixiando la saludable crítica de otrora.
Cuando en 1973 se rompió la convivencia y vino el terrorismo de Estado,
luchamos por recuperar la democracia. Pero, se impuso el oscurantismo mercantil
y. con él, un negacionismo que ha buscado lavar de sangre a la dictadura.
Muchos viejos líderes revolucionarios, al parecer, se dieron cuenta que, para
una movilidad social express, bastaba con cruzar la vereda y servir al
adversario ideológico. Así lo hicieron y sus aspiraciones ya no fueron vivir en
Ñuñoa sino en la Dehesa. Ya no fueron dirigentes poblacionales de la Legua,
sino miembros de directorios de corporaciones multinacionales. En el exterior, aprendieron
a coludirse con los intereses del neoliberalismo global y adecuaron su discurso
para vestirlo de "realismo político", de "pragmatismo", de
"la medida de lo posible", tratando de justificar su obsecuencia y
traición.
Ese es el fondo emocional de la frustración de la vieja izquierda y que
explica la abstención, el desencanto y su alejamiento de la política. La
disidencia, los díscolos, aquellos que eran excluidos por ser francotiradores y
conflictivos, esa mayoría que fue premeditadamente desmovilizada, esos
comunicadores y trabajadores de la prensa que habían abierto camino a la
democracia, quedaron al margen del binominalismo y sus medios alternativos
desaparecieron. El pueblo no ha perdido su sensibilidad con las ideas
progresistas, pero descreen de la partidocracia. Y ha sido ese pueblo sufrido
el que masivamente se fue sumando a las movilizaciones sociales, los que se plegaron
a los espacios que abría una nueva generación joven, que repudiaba expresamente
el continuismo de la Concertación, mientras sufría en carne propia un Estado
Subsidiario enclavado en el sistema. Pero, el motor principal han sido las
mujeres, que se convirtieron en vanguardia; los ancianos empobrecidos por la
estafa previsional de la dictadura y profundizada por la Concertación, llenaron
las calles. Muchas causas fueron vectores simultáneos del descontento social.
La depredación, el saqueo del agua, las zonas de sacrificio, el sobre
endeudamiento, la usura de la banca y el retail, fueron elementos de una
tormenta perfecta.
El 18 de octubre de 2019, fuerzas telúricas remecieron el sistema. Las
deslegitimadas instituciones estuvieron al borde del colapso. Entonces vino el
Acuerdo por la Paz. A regañadientes de las élites, se abrió el proceso
constituyente, que no lograron amallar, que se les fue de las manos y cobró
vuelo propio desde la base social. Con un 2% de aprobación, las élites
políticas en ejercicio, parecieron estar en vías de desaparición.
Cuando se inicia la Convención Constitucional y se logra superar la
camisa de fuerza de los 2/3, con participación de independientes y pueblos
originarios, creímos que se allanaba el camino. Sin embargo, la naturaleza
humana tiene fuertes cargas de ruindad, que parecen ser insoslayables y en la
Convención eso se vivió. Durante el año que duró la Convención, se perdió el
halo principista con que habían sido electos los convencionales. Despropósitos,
situaciones mezquinas, una campaña metódica de desprestigio de la Convención
por parte del Rechazo más convencionales ex concertacionistas o ex nueva
mayoría, serán episodios que la historia deberá registrar en su dimensión e
impacto. El asunto es que, con las elecciones presidenciales y parlamentarias se
vivió un contrataque de la reacción y la política partidista excluyó a
independientes y volvió a un cauce binario, forzándose así alianzas con personeros
profundamente cuestionados, que volvieron al gobierno con Gabriel Boric, ocupando
áreas claves. En paralelo, la Convención siguió su propia odisea y la cumplió.
Pese a todos los escollos, desde la sociedad civil se logró incorporar
en el texto de la Propuesta de Nueva Constitución Política de la República de
Chile, un conjunto sistemático de principios que configuran una forma más
democrática y descentralizada de ejercer el poder; un capitalismo de economía
mixta y sustentable, con mayor regulación y fiscalización; un Estado Regional Ecológico,
Plurinacional y Social de Derecho. Un nuevo diseño institucional que rompe las
bases del modelo, abandona el individualismo, la concentración del poder y
procura la participación vigilante de la ciudadanía y los territorios, fijando
una hoja de ruta para una convivencia con mayor justicia y paz social. Se
establece un Estado responsable de entregar y asegurar los derechos
fundamentales.
El 4 de septiembre el plebiscito tiene sólo dos opciones. El Rechazo,
con todo su poder mediático, busca mantener el sistema incólume. El Apruebo es
un derrotero de cambios profundos y graduales, fijado en las disposiciones
transitorias de la Nueva Constitución.
Ha sido el gobierno, surgido desde la generación de recambio de la
izquierda, el que, por consideraciones de realismo político, que suelen llamar
gobernabilidad, ha declinado elementos sustantivos de su programa, al incorporar
personeros que han sido protagonistas de aquél pasado que condujo a la
explosión social de octubre. Es lo que está dando botes en el área chica de la
izquierda chilena no militante, histórica y cultural. ¿Qué necesidad tuvo el
equipo de gobierno de incorporar al gobierno a quienes han sido parte del problema
y nunca de la solución?
Un 95% de la población no milita en ningún partido. Un 50% de la población
se ha abstenido en las elecciones con voto voluntario. El plebiscito es de voto
obligatorio y sobre 15 millones tendrán que votar. Hay una izquierda latente, que
no milita, descontenta, víctima persistente de los abusos y asimetrías del
modelo. Esa población no se siente representada por los partidos, pero sí confió
en el camino constituyente, concurriendo masivamente a las urnas señalando con
un 80% de los votos, preferir que representantes populares, no parlamentarios,
escribieran la nueva constitución. En poco ha ayudado a fortalecer el Apruebo
esta mala junta del gobierno y eso habla de una mala lectura de la élite
política frente al proceso social y sus dinámicas propias.
Al parecer el equipo político ha sobredimensionado la influencia que
pueden tener los partidos para lograr avances en el Congreso, toda vez que el
accionar del Ejecutivo ha sido ripioso y poco eficaz. Si abrirse a la ex Concertación
hubiese sido para asegurar un trabajo legislativo de piso, esto les ha fallado
y ese error estratégico le ha significado aplazar decisiones claves, como nombrar
nuevo Presidente del Consejo de TVN y nuevos consejeros, o mantener sin
nombramiento de nuevas autoridades, servicios claves para combatir la evasión y
el contrabando.
En este mes de agosto, de cara a la ciudadanía, se deben sincerar
intenciones. Las élites políticas quisieran monopolizar el debate, pero no tienen
legitimidad para hacerlo. Pese a haber terminado la Convención Constitucional
el 4 de julio, la soberanía ha vuelto al pueblo soberano. Desde el mundo social
se reconoce como nuevos líderes legítimos emergentes, a ex convencionales. Los
políticos sólo profitan de los espacios en medios controlados por la derecha, pero
en los barrios son otras las conversaciones y son sin ellos.
Los senadores, que ven el término del Senado en la nueva Constitución,
actúan como incumbentes y desesperan, esgrimiendo argumentaciones capciosas,
pretendiendo ser los únicos lúcidos para mostrar caminos a Chile. Pero el
pueblo los conoce, hace décadas cayeron las caretas y, aunque ellos piensen que
el pueblo no lee o no entiende lo que lee, se equivocan. Las personas
sencillas, las trabajadoras y los trabajadores no comulgan con sus ruedas de
carreta y tienen muy claras las causas profundas de la situación que los
agobia.
Con la memoria fresca, aunque quieran disimular sus conductas, su
traición de fondo, esa alianza servil a grupos que manejan los hilos del poder,
los amarillos, los gatopardistas, se enredarán en sus propias mentiras. Por todo
ese historial, poco aportan a la tendencia social que está emergiendo. No serán
esos zombies los que orientarán el voto de las grandes mayorías. Serán los
líderes del pueblo sencillo, esos que hicieron pan de la nada y nos entregaron
el 4 de julio el borrador de Nueva Constitución, a quienes el pueblo cree y
respeta.
La intención de los políticos históricos de aferrarse como se pueda al poder,
no sólo es patético, sino recuerda un mensaje popular al gobierno del
Presidente Boric: Dime con quién andas y te diré quién eres.
Hernán Narbona Véliz, Periodismo Independiente, Corresponsal en Valparaíso
del diario La Razón.cl, 02/08/2022.
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