EDUCACION PARA LA TOLERANCIA
El acuerdo y la negociación son la única posibilidad de vivir en paz y armonía. Practicar el acuerdo es la única forma de ser verdaderamente hombres libres y de buenas costumbres.
Debemos aprender a defender nuestros intereses. Entender que la fuerza de la razón abre caminos a la paz. Que la interrelación de los seres humanos no puede excluir a nadie, pero que los espacios de armonía se ganan una vez que se toma debida cuenta de los límites y responsabilidades que implica ejercer un derecho.
Saber con quienes se conflictúa y porqué, para proyectarse en función de negociar una salida armónica al problema. En las sociedades latinoamericanas contemporáneas, la desventaja estructural de los sectores más débiles, ha puesto en el tapete un valor: la equidad.
Aspirar a relaciones más equitativas en la sociedad es mucho más que un compromiso de la alta política. Debe motivar una acción cultural profunda, que rescate los principios de la cooperación, esa básica acción gregaria para mejorar las capacidades de participar en ámbitos competitivos.
La igualdad de oportunidades, constante utopía social, debe ser plasmada en la vida real, en función de medidas que vayan mejorando las fortalezas de las grandes mayorías, entregándoles opciones de crecimiento, de construcción asociativa de una mayor capacidad negociadora.
Educar para fortalecer la familia chilena. Educar para una relación activa en la sociedad, educar para la cooperación, conduce a una forma diferente de actuación en todo orden de cosas.
Negociar significa establecer comunicaciones, negociar significa construir con dinamismo relaciones equitativas, negociar significa aprender a resolver los conflictos de intereses, antes que ellos detonen con grave daño para todos los involucrados.
Deponer el autoritarismo en el corazón de los hombres
La solución imaginativa de los problemas, con una acción integrativa que vincule e involucre a todos los interesados, aportará equilibrios casi naturales al problema.
En este sentido, la participación social se levanta como una columna vertebral para soportar una organización social responsable y creativa. La participación debe recoger como elemento sustancial, la conjugación equilibrada de deberes y derechos.
Cualquier postura facilista que se centre sólo en reclamar derechos o intereses, deja rengueando la idea de responsabilidad ciudadana. El correlato de ambos aspectos nos puede nutrir eficazmente para cimentar una sociedad moderna, equitativa, segura de sí misma.
Una mirada libre a nuestro entorno
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