viernes, febrero 03, 2006

Tiempo de cambios y de ordenar la casa



Realmente, febrero en Chile pinta como un mes reposado, que no debería traer mayores sorpresas. Un tiempo en que la Ministra de Cultura, Paulina Urrutia, deberá dejar las tablas para tomar a cargo la gestión promocional de la creación, en todas sus expresiones. Ella ya puede empezar a trabajar, como sabemos que lo ha venido haciendo como actriz exitosa y dirigente social. La divisaremos muy seguido allí en Plaza Sotomayor y nos alegramos por su designación.


CON EL PAÍS FUNCIONANDO a orilla de playa, la capital vacía, los espacios de comentarios políticos con poco tema que tratar y por eso mismo quizás, muchos medios estén extrañando esa agenda colmada de salidas en escena que marcaba a diario el Presidente saliente. Al parecer, la doctora Bachelet va a cambiar ese estilo mediático de gobernar, hablando cuando sea oportuno, lo justo y preciso.

Los ojos de la opinión pública quisieran saber qué ocurre tras bambalinas, con las nominaciones y todo eso, pero al final se han volcado a cuestiones más sencillas y locales, disfrutando eventos musicales y teatrales y celebrando, unánimemente, la nominación de la hermosa, cálida, sencilla y flamante Ministra de Cultura, Paulina Urrutia, que vendrá a engalanar Valparaíso. Ella ha sido la noticia y fue la decisión más certera de Michelle Bachelet para llegar al corazón de la gente.

Cada fin de año, casi como en un rito religioso, mi mujer y mis hijos me colocaban frente a un montón de cajas de archivos para ir eliminando lo que ya no servía. Esto que se repitió por muchos fines de año, redujo cada vez más la cantidad de papeles que en el siglo pasado se amarilleaban, portadores de invisibles ácaros que producían feroces alergias en mi familia. Por eso, el fin de año era en mi casa una comedia repetida, mezcla de estornudos y rezongos, intentos infructuosos de resistencia al orden matriarcal. Gracias a la rigurosidad de semanas en que me tuve que dedicar a deshacerme de papeles viejos, hoy marcho muy liviano de equipaje.

Quizás este afán esotérico de ordenarlo todo al inicio del año, sea en mi mujer la reminiscencia del tiempo que vivimos en Buenos Aires, donde los fines de años se acostumbraba tirar por las ventanas de las oficinas toda la papelería que sobraba. Una verdadera nevazón de papel y burocracia picada como chaya, blanqueaba la ciudad los 31 de diciembre, limpiando los espíritus de lastres, para recibir livianitos el nuevo año.

Actualmente, en general, los archivos de papel se han reducido a su mínima expresión. La maravilla de la digitalización ha permitido guardar grandes cantidades de recortes de prensa, documentos de variada índole, en unos pocos discos compactos. Si a esto se agrega un poco de tecnología de información, podemos tener verdaderas hemerotecas virtuales, reemplazando esos papeles que sufrían el acoso del tiempo. Disponibles nuevamente para repasar épocas recientes, una verdadera exploración a los tiempos que se atesoraban de alguna manera en esos espacios irremediablemente llenos de polvo.

Disponer de tiempo para ordenar, para releer antiguas crónicas, para revisar borradores de nuevos escritos, para ir podando las agendas antiguas de nombres que ya se han despedido, es un proceso que se da exclusivamente en la transición del verano, cuando las sandalias y los pantalones de baño sustituyen la formalidad de otros períodos. Relajadamente, uno puede organizar su tiempo, proyectar teóricamente sus energías vitales, proponerse metas, tomar aliento, cargar los morrales de entusiasmo y de esperanza, y salir presto a retomar el tranco habitual en marzo, para desde allí en adelante bregar, soñando con algún fin de semana largo que brinde de nuevo el reposo que en este tiempo se disfruta casi por decreto.

El verano propicio para la creación

Las vacaciones con vaguadas costeras son una oportunidad para escribir, son horas matinales disfrazadas de invierno, que te sirven para detenerte en lo que más te gusta, para leer el libro que dormía en la mesita de luz, para hacer esas llamadas y retomar contacto con amigos con los cuales !vaya que ha pasado el tiempo¡ hace más de un año largo que no nos llamamos. Y te bajan esos apuros, esas deudas inconscientes de no haberse juntado y la mentira conjunta de haberse dicho cientos de veces, te llamo, armemos algo, qué tal unas carnitas a las brasas o un pescadito a la lata…

Realmente, febrero en Chile pinta como un mes reposado, que no debería traer mayores sorpresas. Un tiempo en que la Ministra de Cultura deberá dejar las tablas para tomar a cargo la gestión promocional de la creación, en todas sus expresiones. Ella ya puede empezar a trabajar, como sabemos que lo ha venido haciendo como actriz exitosa y dirigente social. La divisaremos muy seguido allí en Plaza Sotomayor y nos alegramos por su designación.

Los únicos que de seguro están muy preocupados, a propósito de cambios, son los que no quedaron en el gabinete y los funcionarios de confianza que deberán desocupar sus escritorios para dejar ese espacio físico a las nuevas caras designadas por la Presidente Bachelet. Y es que en catorce años se juntan muchos papeles viejos y la mudanza, en estos casos, del poder al estado llano, suele ser muy dolorosa.



Una mirada libre a nuestro entorno

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