sábado, abril 22, 2006

China, el gigante conduce la locomotora


China, el gigante conduce la locomotora

Hernán Narbona Véliz

periodismo.probidad@gmail.com

Sutilmente, con esa suavidad y firmeza de quien no tiene prisa, China se ha convertido en la potencia oriental preponderante y está soportando la débil y endeudada economía estadounidense, hilando sus redes mundiales de influencia, mientras la superpotencia se debate en las arenas movedizas de su endeudamiento por gastos militares que han sido infructuosos. La debilidad de Estados Unidos para permanecer como la única superpotencia militar rectora del planeta, ha dejado espacios para que países como Corea e Irán acometan sendos programas nucleares los que, pese a ser para usos pacíficos, abre la puerta a una peligrosa dispersión nuclear que el tío Sam no parece poder controlar.

La estrategia china para emplazar sus compañías e inversiones en el mundo busca asegurarse el abastecimiento de los insumos y de la energía que necesita para poder seguir creciendo a tasas sobre el 10% anual. La OMC que recientemente hizo una auditoría de avance a las medidas que China debe aplicar para mantener conductas compatibles con el comercio libre, señaló que ha habido avances, pero que quedan aún “grandes desafíos”.

China es una economía dual. Totalitaria e igualitaria por un lado y neoliberal y competitiva por otro. Las libertades a las que se incorpora en términos comerciales, no se condicen con el régimen opresivo que rige al interior de su país continente. El trabajo de bajo costo ha atraído a gigantescas corporaciones americanas y europeas para radicar sus plantas en China. La fría conveniencia económica, por cierto amoral, hace vista gorda de las situaciones de opresión o de violencia que se vive al interior del país.

Circulan en la red denuncias de tráfico de órganos a partir de campos de exterminio, como el de Sijiatum, donde se “producen órganos” a partir de personas vivas, prisioneras de conciencia por practicar el Falung Gong, una secta espiritual rechazada por el gobierno. Algo (http://www.consciencefoundation.org ) que no es posible corroborar por la barrera comunicacional que impone China a la Internet. Cabe recordar que Gmail admitió la censura del buscador Google, para que no apareciese en él ninguna palabra que se refiriera a movimientos espiritualistas, prohibidos por la ortodoxia comunista que dirige el país.

En esta dicotomía ideológica, China aparece practicando la más cruda real politick, en la perspectiva de que se instale en el mundo un sistema multipolar flexible, en donde sus gigantescas compañías públicas hagan buenos negocios con las multinacionales privadas que manejan las dos terceras partes del comercio mundial. El rol de locomotora lo ha asumido China con bajo perfil, dejando que la supuesta potencia hegemónica le palmotee la espalda, cuando la verdad que quien está bancando el déficit estadounidense es precisamente China, que se ha convertido en el mayor acreedor de Estados Unidos. La interdependencia es fuerte y por ello, China no podría exigir el cobro de los bonos americanos, ya que eso causaría una profunda recesión mundial y eso no le conviene a la expansión de China y las multinacionales del mundo que se han instalado en su territorio. Por lo mismo, mientras el ingenuo pueblo norteamericano sigue apoyando la guerra preventiva de Bush y se agudizan las crisis hasta un grado inmanejable, el socio chino hace su negocio y realiza sus inversiones tranquilamente en países claves para sus intereses, como Bolivia o Venezuela, abastecedores de materias primas y petróleo y potencialmente de gas.

Como las relaciones internacionales son como son y no como guste a nadie, las lucubraciones ideológicas acerca de la China Comunista son totalmente irrelevantes frente al accionar concreto de sus piezas en el ajedrez del poder mundial. Los Estados occidentales han mirado para el lado frente a denuncias de trabajo esclavo y, lo que es peor, pretenden generar las condiciones locales, “en aras de la competitividad”, para que el trabajo precario o la cuasi esclavitud tengan espacio y atraigan a esas inversiones que pagan campañas políticas y compran conciencias en cualquier rincón del globo.




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