domingo, abril 16, 2006

La segunda venida de Jesus


Hoy el mundo cristiano celebra Pascuas de Resurrección, el misterio de fe que nos plantea que la humanidad, mediante el sacrificio del Hijo de Dios Padre, tiene la posibilidad de redimirse de sus pecados y llegar al Reino de Dios.

Trasladada la palabra al quehacer cotidiano de los creyentes, existe un imperativo por renunciar al pecado, en términos personales y sociales. Las Sagradas Escrituras anuncian que Jesús volverá y que habrá un Juicio Final, en donde habremos de dar cuenta por nuestras acciones. Dios no tiene tiempo ni espacio, es omnipresente y nosotros, humanas criaturas, debemos esforzarnos por actuar de acuerdo a los principios que él marcó, a través de su vía crucis. El mensaje de Amor es pluridimensional, abarcando en forma holística toda la existencia del hombre, con preceptos de ética cristiana que exigen actuar consecuentes en el Amor, en cualquier circunstancia que se enfrente en la vida cotidiana.

En este sentido, es un deber cristiano - y en términos ecuménicos esto es transversal a todos los hombres y mujeres del mundo- comprometerse para que en nuestra realidad se alcancen principios y valores del Amor, que se traducen en actitudes correctas, honestas, de solidaridad, de justicia y de verdad. El mensaje de Dios no excluye a nadie y a cada cual llega en forma adecuada. Las disputas religiosas en la historia han sido precisamente fruto del pecado de soberbia, de pretender con fundamentalismos imponer la propia verdad, aplastando a los herejes, persiguiendo a los que piensan distinto. Tan lejana está de los fanatismos la palabra de Dios que la tendencia universal es ecuménica, procurando un acercamiento de religiones, para establecer principios morales que eviten la imposición planetaria de los materialismos y los fundamentalismos de cualquier signo.

Quienes tenemos fe en que Cristo, Padre, Hijo y Espíritu Santo, volverá para juzgar a la humanidad, debemos prepararnos en la oración y en la acción diaria, para rescatar la verdad en todos los ámbitos, sin bajar los brazos frente al mal, sin caer en el relativismo moral que significa aislarse en sí mismos, sin pecar por omisión o por callar.

En este minuto de la humanidad, en que tomamos debida cuenta del daño irreparable que la accción humana está provocando al planeta, se debe reaccionar con fe y coraje para evitar que la creación misma sea destruida por el mal que habita en este mundo de materialismos y codicia.
La segunda venida de Jesús el Salvador puede estar cerca y la cristiandad, los hombres y mujeres de buena voluntad, deben ser capaces de salir de sus encierros personales para luchar por una sociedad planetaria diferente. Así podremos rescatar una mínima consecuencia respecto al mandato de amor que Cristo nos dejó.

¡Felices Pascuas de Resurrección!





Una mirada libre a nuestro entorno

1 comentario:

José Manuel Martínez Sánchez dijo...

Todos juntos por un mundo mejor. Para ello debemos de seguir el ejemplo de Cristo, en la medida en que nos sea posible.

Saludos desde España,
José Manuel.