jueves, abril 13, 2006

Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen...


¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!

La cristiandad celebra Semana Santa. Se revive el Vía Crucis de Jesús.

El jueves Santo Jesús celebra la última cena y enseña a sus apóstoles el misterio de la Eucaristía. Anuncia su muerte, ellos poco entienden. Pide a sus discípulos que lo acompañen a orar al monte de los olivos, mientras él enfrenta con estremecimiento el próximo paso que significaría un máximo sacrificio por todos los hombres. Sin embargo, sus apóstoles se distraen, se duermen, son humanos.

El más fiel de sus amigos, Judas Izcariote, debe cumplir la profecía y entregarlo a los soldados. Lo hace con un beso en la mejilla. Se cuenta que recibe 30 monedas. Que luego se suicida. Por ello será estigmatizado por dos mil años, hasta que un manuscrito encontrado en Egipto, reconstruido con la tecnología del Siglo XXI, aporte una nueva versión a la tradición, señalando que ese apóstol cumplió una misión encomendada por el propio Cristo, y que Judas habría obedecido por ser el más lúcido para entender la profundidad del mensaje del Salvador.

En la tradición, el Viernes Santo es el día en que Cristo muere en la cruz. Poncio Pilatos lo entrega. Hace lo políticamente correcto. El rápido sondeo de opinión beneficia a Barrabás y el justo es condenado. Se revive el calvario, el evento se complementa con la crucifixión de dos ladrones. El circo de muerte entusiasma a la multitud, sólo María, su madre, y las mujeres que la acompañan lo lloran al pie de la cruz. Sus apóstoles lo niegan, escapan, son humanos.

Al morir en la cruz, Jesús hombre tolera el máximo sufrimiento. En el límite del sufrimiento es tentado por el demonio, que le insta a usar sus poderes y bajar de la cruz. Cristo se encomienda al Padre y pone en sus manos su espíritu. Al morir uno de los ladrones que acompañan su calvario, entra con Él al paraiso, había conocido el bien y se había arrepentido de sus pecados.

¿Cambia en algo la doctrina católica al conocerse un nuevo evangelio?

¿Varía en algo el mensaje profundo de Cristo?

Desde hace dos mil años , su mensaje de Amor se extendió. Pero el maligno también reaccionó, astuto, ofreciendo riquezas y poder, para distorsionar la esencia de su mandamiento de Amor.

Los primeros cristianos sufríeron la persecución y la muerte. Practicaron la fe en la clandestinidad de las catatumbas. Amar al enemigo, amar hasta el sacrificio, amar para darlo todo. Pero, cuando el poder manipuló la doctrina y la usó para su propia dinámica, el mandamiento de Amor y entrega pasó por alambiques que filtraron su esencia, adecuando la fe a la conveniencia temporal de los poderosos.

Si fuese cierto o no el evangelio que se ha conocido de manera planetaria a través del cable por NAGEO, ello no altera, sino refuerza la esencia profunda de la fe cristiana. Porque despejando las historias oficiales que han sido funcionales a intereses terrenos, en distintas épocas, lo importante y trascendente es entender que Cristo, el Hijo de Dios, vino al mundo para mostrarnos un camino de amor, un camino que no es fácil, un camino de redención.

Y al celebrar su resurrección y aguardar su venida, reivindicamos una fe atemporal, que se enclava en la búsqueda de la virtud y la erradicación de nuestros propios vicios y los de nuestra sociedad. El mensaje de Jesús es simple, pero es siempre comprometedor, ya que implica una entrega y generosidad que los humanos normales difícilmente alcanzamos. Cristo nos deja la esperanza de que, pese a nuestras debilidades, podremos lograrlo.






Una mirada libre a nuestro entorno

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