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sábado, marzo 09, 2024

Entre el caos y la esperanza


Entre el caos y la esperanza

 

En el cine de catástrofe las primeras tomas muestran una vida que se desarrolla normalmente. La gente al trabajo, los niños a la escuela, los negocios abriendo sus locales, alguien organizando la presentación de esa mañana, muchos saludando por las redes sociales con emoticones. El inicio de un día más, una mañana cualquiera, hurgando en el celular quién cumple años ese día para no olvidar saludarlo…

Tal cual, estamos viviendo este tiempo complejo, donde estamos presenciando una guerra híbrida, cínica, que está allí, ocurriendo. Mientras dormimos, amamos o nos lavamos los dientes, en Gaza mueren niños, mujeres y ancianos en un campo de exterminio a cielo abierto; en el Mar Rojo hay combates navales, drones hunden un portaaviones israelí; en Ucrania, misiles hipersónicos de la Federación Rusa destruyen un edificio donde se reunían tropas mercenarias extranjeras y numerosos militares ucranianos y de la OTAN, de alto rango. Todo está ocurriendo, envuelto de eufemismos, frente a nuestras narices. La televisión abierta apenas incluye el tema en sus noticieros y sigue dándole con la delincuencia local, con el circo de la política, con la carencia de ética. 

En este nuevo Mundo al instante, casi en tiempo real, nos llenan de imágenes, las redes sociales. Pero hay que filtrar, la propaganda es un arma de guerra y se debe desconfiar.  Nos informamos por canales independientes, como Negocios.TV de España, Top de Impacto, Prensa Alternativa.   Sin embargo, en esta vorágine diaria, es reducida la población que entiende y asume a cabalidad el momento crítico que atravesamos como humanidad. El cambio climático ya nos ha golpeado con sequía e inundaciones; el modelo neoliberal y depredador nos ha impuesto un Estado débil que no regula ni fiscaliza debidamente. Es algo que hemos sentido recurrentemente y estamos aún en medio del duelo por la reciente catástrofe de los incendios intencionados, que devastaron Viña del Mar y el Marga Marga. 

Es cierto que, si uno se asoma a diario a los escenarios mundiales, debe cuidar la cordura. Estamos en medio de una realidad caótica. Se dice que está surgiendo un nuevo orden mundial, pero que el viejo régimen se resiste con todo para mantener el statu quo que le conviene. Se avizora un nuevo orden que sería más equitativo, multipolar, con mayor equilibrio de poder entre los actores internacionales. A partir de la expansión de la OTAN, acercando bases de misiles apuntando a Rusia,  se provocó la operación militar de la Federación sobre Ucrania; es un conflicto que se agudiza el 2014 cuando en un golpe de Estado se derroca al gobierno pro ruso de Ucrania e instala un gobierno neonazi que pide entrar a la OTAN. En este conflicto, que lleva dos años, la gran perdedora ha sido Europa, en especial Alemania, con una economía en recesión, teniendo que comprarle gas más caro a EEUU. A esta guerra se ha sumado, a partir del 7 de octubre, la ocupación de la Franja de Gaza y su asimétrica invasión y devastación genocida, con más de 40 mil muertos, la mitad de ellos niños. En la escalada, Yemen defendiendo a Palestina, ha declarado la guerra a Israel, lo mismo ha hecho Argelia. La guerra mundial está ocurriendo, tal como lo señalara hace años el Papa Francisco. Hoy Irán, Siria , El Líbano, están intercambiando misiles y drones con Israel y EEUU. Se ha entrado en un clima de beligerancia maniquea, que no deja espacios para tonalidades y se impone la fuerza por sobre la razón y el Derecho.

Un nuevo orden mundial se esboza, está por nacer, mientras lo viejo se resiste a morir y como reacción plantea una peligrosa huida hacia adelante, que extienda la guerra de Ucrania a toda Europa, como palanca de crecimiento económico para el sector armamentista de la potencia imperial, en una estrategia casi suicida.  Los pueblos marchan contra el genocidio del sionismo en la Palestina ocupada. En Europa marchan los agricultores, la Unión Europea se convulsiona. Hay una anomia por todas partes. La lógica belicista manda que si no estás conmigo eres mi enemigo y tengo que destruirte. Sin embargo, el nuevo orden sigue creciendo, los BRICS se expande y se convierte en el bloque que más población y producto bruto interno acumula; el jaque mate al orden de Bretton Woods será cuando un nuevo sistema monetario, alternativo al FMI, abra un nuevo sistema para los pagos internacionales, con divisas alternativas que tengan el oro como respaldo. Los tiempos del dólar y de su emisión afiebrada están por concluir. El tema que debe preocuparnos es cómo sobrellevar económicamente como país pequeño, este profundo cambio, manteniendo la integridad territorial y la soberanía, asumiendo que somos un país exportador que tiene como principal socio a China.

Si el nuevo orden mundial cimenta la paz en la colaboración y el comercio, para ser distinto a lo actual, debería imponer a los poderes corporativos mundiales reglas el juego que eliminen sus trampas y la evasión, características del orden colonial anglosajón. Con el peso del Derecho Internacional, se debería terminar con la expoliación de sus recursos naturales, que realizan a las economías nacionales, con toda la corrupción asociada. El orden actual, consagrado en organismos como la OMC, establece una preminencia de los intereses multinacionales por encima de los Estados. Acuerdos como el TPP 11 (increíblemente suscrito por el gobierno de Boric)  han buscado consolidar los amarres que inmovilicen al Estado frente a las multinacionales. Es algo que habría que corregir, si se pretende que el nuevo sistema multipolar sea de mayor equidad para los pueblos del mundo.

Los poderes globales supranacionales y corporativos deberán resignar sus pretensiones de dominación mundial y de concentración de la riqueza, para someterse a un orden con Estados fuertes, que regulen y fiscalicen las economías en pro del bien común y la preservación de la naturaleza.  Esta aspiración debiera significar que podamos erradicar la corrupción estructural de las élites y su poder criminal, que son las que se nutren de la guerra, los genocidios y los ecocidios, basando el modelo neoliberal en el crecimiento ilimitado.

Estamos viviendo un conflicto entre un sistema que concentra el poder económico, financiero y militar en una potencia hegemónica, EEUU con sus diferentes alianzas militares estratégicas, y los BRICS, como bloque emergente que levanta una propuesta multipolar que vendría a instaurar un nuevo orden.

En este conflicto, nos toca estar en el patio trasero, territorio que la política estadounidense considera como propio. La opción de neutralidad es difícil; a nivel de la política interna la influencia o intromisión se ha hecho patente y como sociedad estamos permeados por intereses foráneos que se han aliado a grupos de poder internos. La opción que se jugara en los 80 de una integración regional, es hoy más difícil por la penetración de corrientes globalistas y el renacimiento de la ultraderecha, ambas camufladas en la mirada maniquea de izquierdas y derechas.

Por eso, educar cívicamente al pueblo es urgente, porque un pueblo consciente es fundamental para ser un país soberano. Actualmente, los poderes de la ultraderecha neoliberal han desplegado su poder mediático y han logrado llevar a los países a situaciones regresivas, como lo ha sido negar el rol conductor que debe tener el Estado y la necesaria cooperación regional que debe existir en Sudamérica. Resulta urgente que las fuerzas progresistas de América Latina y el Caribe puedan sumarse a la recuperación de una nueva política, que coloque la integridad como valor central y el bien común como norte. Señales positivas que nos llenan de esperanza, han sido el gobierno de AMLO en México con su Cuarta Transformación y los logros objetivos de su gobierno; el superávit fiscal que ha logrado Lula en Brasil al aplicar un impuesto a los super ricos; o el éxito de Bukele al erradicar las maras y dar seguridad al Salvador, incluso contra la intromisión demagógica de los globalistas.

 Frente a este momento de alto riesgo, con una soterrada guerra mundial en ciernes, que podrá culminar en una paz estable o escalar hasta la autodestrucción, la humanidad debe jugárselas por la Paz y la Justicia, resistiendo la embestida de los poderes globales que buscan mantener un estado de cosas que asegure sus privilegios, en desmedro de las mayorías. Esas fuerzas globales que buscan consolidar su dominación y nos quieren inconscientes, incapaces de esgrimir la crítica o levantar nuevas utopías de paz y cooperación. Entendamos que, como pueblos soberanos, podemos echarlos del poder y develar sus mentiras, con la no violencia activa.

Valparaíso, 9 de marzo 2024

Hernán Narbona Véliz – Periodismo Independiente

Corresponsal de diario La Razón.clUna mirada libre a nuestro entorno

jueves, diciembre 21, 2023

¿Distopía o cambio de era?

¿Distopía o Cambio de era?
Los sicarios salieron tras los primogénitos que saltaron torniquetes. Los pretorianos y sus publicistas llenaron de pantallas y cámaras las urbes. Los banqueros afilaron sus espadas. El circo mediático creció vía streaming, la palabrería inundó los espacios y los verdaderos gladiadores de la palabra volvieron a las catacumbas, fueron dispersados por balines y mutilaciones.
Los metales pesados horadaron el hemisferio de la voluntad y la carencia de emociones llenó los barrios de zombies. Los catecismos de la ambición instalaron nuevos becerros de oro en los malls. Los grupos financieros multiplicaron su oro en medio de la plaga.
Habían convertido la vanidad de los idiotas en una constante oportunidad de negocios. En medio de villancicos, la codicia metió sus garras, el retail se saltó cuarentenas. La humanidad conjugó la egolatría y la pasión se llenó de siliconas y muñecas inflables. Para la vanidad, llenaron de espejos las murallas, el muro espejado impidió ver la hecatombe, La felicidad siguió la moda mientras el desierto avanzaba y la muerte se solazaba en el cemento y el plástico. Los ciegos se calzaron lentes para ver eclipses.
Los arribistas aspiracionales compraron doctorados al hombre del maletín. Comieron por delivery. Para lograr fantasías se repartieron emoticones y aplausos grabados. Lo fatuo se vistió de sensibleros verbos. Cada cual caminando por su metro cuadrado de nube.
En sus burbujas, se sentían seguros; se sentían integrados, pertenecientes a un sueño americano. Pero el tiempo los golpeó en sus bunkers, los espejos de moteles apolillados reflejaron flaccideces con mascarillas. En los cruceros, los cadáveres saturaron las cámaras de frío y fueron lanzados al océano donde se mezclaron con cuerpos náufragos de desplazados que buscaban sobrevivir en tierras promisorias.
Pero, de pronto, en medio de la primavera, los jóvenes, saltando torniquetes incendiaron el becerro de oro. Las termitas devoraron los expedientes de la injusticia, la luz recuperó la mirada de los mutilados. Los sicarios huyeron y tomaron contratos con nuevos depredadores y juntos celebraron en paraísos fiscales, los trofeos del exterminio.
Las dimensiones del caos siguen a altos decibeles proclamando nuevos imperialismos. La esperanza muere por traidores que se sumergen en su propio estiércol. Los calendarios pierden vigencia, el tiempo y el agua se transan en la bolsa de Wall Street y la vanidad socava las cavernas del opio, Platón es exiliado. Todo se licúa. Séneca no encuentra el número de justos para evitar nuevos Sodoma y Gomorra.  En su salsa, la gonorrea baila con las nuevas cepas del Sars, la regla del megáfono oficial es dividir, desconfiar del hermano, no pensar, no soñar. La deslealtad pampea, no quedan lágrimas, asido a un sueño, escarbo en el recuerdo por un pesebre.
Hernán Narbona Véliz, 21,12,2020.

martes, mayo 09, 2023

Reflexiones frente a una potencial catástrofe


Reflexiones frente a una potencial catástrofe

 Mucho se viene hablando de las consecuencias que podría tener sobre nuestro actual sistema de vida, la ocurrencia de riesgos que resulten incontrolables para la humanidad y el planeta. Desde nuestra dimensión de país del sur del mundo, abro alas para sobrevolar escenarios para el día después… 

Catástrofes naturales, terremotos, maremotos, tormentas solares, cambios en la electrostática del planeta, recalentamiento del magma y una consecuente cadena de erupciones volcánicas, fenómenos climáticos inusuales, deshielo de los polos y hasta un posible cambio en los ejes de la tierra; la posibilidad de colapso de los sistemas eléctricos, de los sistemas de comunicaciones; paralización de cada elemento electrónico de nuestra vida cotidiana, aprender a vivir sin redes, sin Internet ¿una pesadilla?

Sí, una verdadera vuelta al Medioevo. A partir de allí, superar el shock y enfrentar la necesidad de volver a reinventar la sociedad, superando el caos, el pánico colectivo, la desaparición de Estados que sean capaces de imponer el orden y conducir a un nuevo estilo de convivencia. Recuperar habilidades para poder mantener comunicaciones, volver a formas murales de comunicación, retornar al periodismo de papel roneo y de mimeógrafos, escribir de nuevo a la familia y amigos esas viejas cartas que nobles carteros juramentados para cumplir su misión llevaban a destino a como diera lugar; guardar los escritos que hoy son instantáneos en cuadernos de papel.

Cuesta sinceramente imaginar una vuelta atrás, almacenes en vez de malls, con un abastecimiento de barrios, comunidades locales organizadas para procurarse los servicios básicos. La radio local como nexo básico de la gente con su vecindad volverá a ser lo único confiable. Lo importante frente a estos escenarios terribles, es la organización de las personas, el necesario fin de los egoísmos, evitar las tentaciones autoritarias o devaneos mesiánicos. En un escenario de catástrofe, lo más importante es que la gente se una para reimplantar la ayuda mutua, el compartir y declinar los egoísmos. Pero también habrá que unirse para acciones de defensa colectiva, por el  miedo a los desalmados que querrán aprovecharse de la confusión para saquear y delinquir.

Es allí donde preservar el orden público es fundamental y en esas circunstancias no se puede ser débil y el poder policía del Estado debe imperar con uso de la fuerza disuasiva. La ley marcial que se aplicó en el terremoto de 1906 en Valparaíso, tendrá que ser recordada. Por lo tanto, en una situación de catástrofe se necesitará de hombres y mujeres que sean capaces de asumir sus responsabilidades sociales, no puede haber soluciones light o individualistas luego de una destrucción, tiene que haber generosidad y mucho sacrificio.

El hedonismo, ese afán de gozar a concho el aquí y ahora, deberá frenarse si se asume situaciones de tragedia colectiva, si se trata de sobrevivir y renacer. Por eso se habla de un nuevo estilo de relación entre las personas, por eso talvez todo apunta al surgimiento de una cosmogonía diferente a los valores materialistas que han movido a la sociedad por siglos. Ese rescate del trabajo, de la solidaridad, del deber antes que el derecho, es un tema espiritual de fondo.

Me imagino a mis hijos y nietos desplegando inventiva para generar electricidad, muchos vecinos rotando para pedalear las bicicletas que con dínamos elementales puedan generar energía, me imagino el reciclaje de las cosas, la reutilización de todo, el encontrar destino a las excretas, desalar agua de mar, generar economías básicas a escala humana, huertos orgánicos en las áreas verdes, practicar quizás por largo tiempo el trueque solidario, sin perder el conocimiento, sino reorientándolo a un mundo solidario, que no oculta descubrimientos para el lucro de unos pocos. Esas energías no se perderán y podrán abrir espacios a situaciones más justas de convivencia.

Cuidar el conocimiento almacenado en el ciberespacio requerirá medidas precautorias, cuidar los equipamientos o inventar otros, será la labor de las vanguardias científicas de ese nuevo amanecer que habrá de vivir el mundo. Sin embargo, aun creyendo en la solidaridad y las buenas intenciones de los individuos, mantener vertebrado el territorio para que la nación supere las catástrofes es una gran apuesta, un tema geopolítico sustantivo. El Estado debe velar por la seguridad, tener fuerza disuasiva; deberá por ello erradicar los dogmas del neoliberalismo para cambiar y quizás concentrarse en ser  locomotora del nuevo orden, con una visión nacionalista, sin poder depender de mercados externos que podrían haber colapsado; dirigiendo directamente las nuevas obras, sin escatimar en recursos, pensando que luego de una catástrofe es necesario la sobrevivencia y ser débil pone al Estado en situación de alto riesgo frente a las ambiciones de agentes externos.

Dentro de un ordenamiento territorial, el Estado deberá reordenar su población para cubrir su territorio, evitando que pueda ser tentador para otros entrar a ocupar territorios que no hayan sufrido mayor deterioro por los eventos. La guerra será una amenaza que debemos racionalizar en una estrategia post catástrofe. Los recursos naturales, como el agua, la tierra, minerales, flora y fauna,  deberán volver a propiedad del Estado soberano. La vida en localidades a escala humana se podrá recuperar y lo hará mucho más rápido que en las grandes urbes, donde existirán los mayores riesgos de explosiones sociales o desplazamientos de población desprovista de todo, que debe ser atendida  en sus necesidades mínimas. En ese orden de ideas, el traslado de gente a otras zonas seguras del territorio debe ser decisión drástica en beneficio del bien común.

El sentido liberaloide que ha puesto en tela de juicio el sentido de autoridad, hace difícil concebir un escenario de post catástrofe donde la autoayuda sea la regla y el que no trabaje no tenga nadie que pueda asistirlo. El hombre solo quedará desprotegido, en cambio, si se une, organizado en su vecindad lo fortalecerá y le hará superar lo dramático que pueda ser la situación vivida. Son reflexiones que reflejan el sesgo profesional de estar formado en la gestión pública o también por la experiencia de haber vivido y participado en situaciones de emergencia con organización de comunidad.

Abrir la conciencia a los desafíos de salvataje de un planeta generoso, al que hemos conducido a su mayor crisis, dejándolo a merced de la codicia irrefrenable de seres que endiosan el dinero y la tenencia de riquezas, será, Dios lo quiera, el punto de inflexión para recuperar la Tierra en un espíritu de fraternidad de hombres y mujeres laboriosos y de buena voluntad. Ese sería, de verdad, el cambio de era.

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Periodismo Independiente, Hernán Narbona Véliz, 04 Mayo 2012.


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