Apenas somos un 25% del Chile de hoy
Soy de esos viejos jóvenes cincuentones que se levantan día a día buscando aprovechar al máximo el tiempo concedido. He leído una reciente estadística que demostró una cruda realidad: apenas un 25% de la población chilena vivió los acontecimientos políticos de 1970. Sin darme cuenta cómo se han ido estos cuarenta años, debo asumir que estoy dentro de ese grupo que puede dar testimonio de una época.
Si me preguntaran por los compañeros de ruta de esa época, por mis viejos camaradas de trabajos de verano del 68, de Chauquear, Peñasmó, Calbuco; los que hicimos la reforma universitaria, esos grupos románticos y sensuales que nos juntábamos en las peñas o pintábamos promesas de amor en las murallas del Bar Roland, nos tomábamos unos shops en Il Corso, comíamos completos en el Navoli o en la Fuente Alemana, de todo aquello sólo quedan pinceladas, no hay nombres precisos, principalmente porque en el 73 tuvimos que quemar recuerdos, borrar de la memoria nombres y referencias. Después, el alejamiento, la depresión, el exilio y el miedo, dispersaron a esa generación.
Como poeta canté a esa Generación del Setenta en mi libro Miedo al Miedo, poemática para abrir nuestras ventanas. Esa obra reflejó un decenio que se hacía eterno. Los poemas de ese libro fueron surgiendo en Lima, Buenos Aires, México y Valparaíso. En la década de los ochenta volví a Chile y viví intensamente el proceso de recuperación democrática, haciendo radio, denunciando al alero de la cátedra universitaria la corrupción del mal llamado capitalismo popular y del saqueo a las empresas del Estado, escribiendo a cara descubierta por la libertad.
Participé entonces en el programa Contacto Directo en Radio Recreo; luego hice Integración Latinoamericana en la radio Cooperativa Vitalicia del puerto y Conversando al ritmo de los noventa en la Valentín Letelier. Formamos la agrupación de Poetas, Artistas e Intelectuales por la Democracia. Nos reencontramos en esa etapa personas de diferentes sensibilidades políticas y creímos entonces, generacionalmente, tener una segunda oportunidad para recrear un sueño libertario.
Han pasado 17 años de esa ilusión y nos hemos dado cuenta de ser apenas ese 25% de la población chilena, superando los cincuenta años, sintiendo que la memoria se debilita y aparecen las leyendas. No queremos pasar a la historia en un fardo distorsionado por las conveniencias del poder y sentimos tener una responsabilidad de clarificar la verdad histórica.
Un aporte pendiente
Creo que transitar la quinta década es ubicarse casi en la mitad de la vida. La esperanza de sobrevivencia va aumentando y la juventud se prolonga, aunque el envase muchas veces necesite mantenimientos urgentes. Por eso, arribar a este período de la vida debe asumirse con una renovada mentalidad juvenil, traducida en ese afán positivo de querer levantar nuevas ideas, rescatar los principios como bandera, una revolución que se sitúa en los deberes más que en los derechos, una madurez que busca postular a la sabiduría.
Aspirando a construir una sociedad diferente, convencidos de que se ha impuesto una neo-dictadura de la codicia que ha deshumanizado a la sociedad; que el sistema heredado con obsecuencia, ha implantado una estrategia comunicacional mentirosa, que nos vende una democracia imperfecta; que el capitalismo salvaje ha pauperizado la conciencia cívica de la gente, alienándola con el sobre endeudamiento y con el consumismo; debemos asumir una derrota profunda de la espiritualidad frente al materialismo.
Esa constancia no es pesimista ni significa bajar los brazos. Es un acicate para la acción, aprovechando las energías y experiencia acumulada. No admitimos los adultos mayores ser tratados como el descarte de la sociedad ni que se espere la solución biológica para que todo lo vivido quede sepultado literalmente con nosotros. Mantenemos una suerte de rebeldía perenne y hemos decidido convocarnos para conversar, para transmitir a las nuevas generaciones esa verdad que se construye como un mosaico comunitario de pequeñas memorias e historias diminutas.
Para ese empeño de rescate de la memoria histórica, nos hemos subido a la tecnología y usando las redes virtuales de la blogsfera, nos hemos convocado en una experiencia de periodismo ciudadano que busca asumir la autocrítica, impidiendo de paso, que las mentiras oficiales o las verdades a medias se instalen en el inconsciente colectivo.
Creemos que es un deber traspasar a la juventud las visiones de la historia reciente, sin pontificaciones ni pretensiones mesiánicas, simplemente hurgando tras la verdad y transfiriendo una experiencia de abuelos para que no se vuelvan a repetir situaciones dolorosas en el futuro.
Proyectándonos en una vejez digna y responsable, no aceptamos que la sociedad de consumo nos atosigue con gimnasias aeróbicas o que nos visualicen como clientes frecuentes de las cadenas farmacéuticas.
Tenemos una capacidad fresca aún para participar en la comunidad en forma activa, quizás no para correr los cien metros con vallas, pero sí para colaborar en los proyectos de ciudad, cuidando que las decisiones no rompan los equilibrios medioambientales ni atropellen a las personas y sus barrios.
Tenemos la chance de poder plantear nuestras ideas sin condicionantes, empujando proyectos desde la comunidad, nuestros barrios, nuestros pueblos y ciudades, sin conformarnos a los cementerios de elefantes, viviendo a concho todo el aire que nos haya regalado el Creador.
Hoy la esperanza de cambios debe transferirse a los jóvenes para que sean ellos los que mejoren las conductas corruptas, materialistas y sectarias que hoy afectan nuestra convivencia. En esa tarea política, los adultos mayores somos un eslabón necesario para escarbar en los hechos vividos y transparentar la verdad. Nunca es mala la verdad, lo que no tiene es remedio.
Para poder caminar al futuro libres de lastres, de inconsistencias, es importante poder contar a los jóvenes de esa calidad de vida republicana que tuvo el Chile en que nacimos y nos formamos. Debemos hacerlo con humildad y autocrítica, sin pretensiones de protagonismos, sin erigirnos en gerontes totalitarios que caen en la soberbia del poder sin dejar paso a la juventud, sino colaborando con humildad en la visión de un futuro de dignidad nacional, para bien de nuestros nietos y su descendencia.
28 dic 2006.
Una mirada libre a nuestro entorno
5 comentarios:
Estamos de acuerdo contigo, Hernan:LOS JOVENES DEBEN CONOCER LA VERDAD. Este texto nos recuerda tu "CARTA A MI NIETO:CHILE, ANO 2020", que leimos tambien en tu blog hace algun tiempo, con mucha emocion.
Tus amigas de Francia
Mo y Nad
ESTIMADO HERNÁN! HE VISITADO TU BLOG Y LO CELEBRO.
EN UN PAR DE DÍAS VISTARÉ SANTIAGO Y QUIERO HACER UNOS REORTAJES DEL CHILE DE HOY: ARTES, JUVENTUD, POLÍTICA, EN FIN. SÓLO ESTARÉ UNA SEMANA ASÍ QUE EL TIEMPO APREMIA. SI PUDIERAS DARME ALGUNOS OCMENTARIOS, NOMBRES DE PESONAJES QUE SEAN REFERENTES FUNDAMENTALES TE LO AGRADECERÉ...
ATTE. ARLETTE ROBLEDO. CANAL 22
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ATTE. ARLETTE ROBLEDO. CANAL 22
Arlette:
Me encantaría poder ayudarte. Pásame un correo a hnarbona@gmail.com para conectarte con algunas personas interesantes de conocer para tu trabajo.
Me recuerda esta columna, a aun cuento de borges sobre la tragedia de la memoria, sobre la ilusion de su consistencia. El memorioso entendio en su tragedia, la vanalidad misma de ella, la sinrazon de su permanencia, por que quiza toda memoria en cierto grado es olvido, es presente configurando una de las cuantas versiones con las que la vida se revaza a si misma, creo que asi al final lo entendio lihn, en ese tremendo poema llamado "La realidad y la memoria", poema que sin duda es el perfecto texto itroductorio para tu generacion.
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