Bachelet: navegando en aguas turbulentas
Conversando con mujeres de la Concertación, preocupadas por la marcha del gobierno, me planteaban que Michelle Bachelet tiene el deber de hacer un buen gobierno “porque si lo hace mal los hombres dirán que son las mujeres las que no somos capaces de hacerlo bien”.
Entendí la lógica del argumento porque el machismo existe y por ello, en un simplismo total, muchos podrían decir que el gobierno necesita de un hombre que lleve las riendas. Aunque este argumento carece de lógica, entiendo que es consecuencia de un bombardeo comunicacional de campaña, que marcó el género de la candidata más que sus competencias para postularla al cargo.
Creo que el género masculino o femenino, es decir ser hombre o mujer, no tiene nada que ver con la capacidad de liderazgo y de estadista de un político, pero fue una exitosa campaña comunicacional la que instaló como idea que un gobierno “femenino” sería mas acogedor, más comprensivo y más sensible que uno manejado por hombres. El caudal de popularidad a raíz del posicionamiento del producto “Bachelet”, tuvo además un gran promotor en el Presidente Lagos, quien, con un sutil golpe de timón, le quitó todo el piso a Soledad Alvear, impidiendo que las internas se definieran en competencia y con debate de ideas.
Pero ha pasado la campaña, los cien días no fueron luna de miel y la política real se expresó con todo su peso sobre las espaldas de un gabinete dubitativo. En los primeros cuatro meses de gobierno, Michelle Bachelet se ha visto atada al padrinazgo político de quien fuera su jefe y mentor, Ricardo Lagos Escobar, por lo que su capacidad de conducción política está restringida por la horma cancerbera que le puso su antecesor, lo que le ha impedido, por las lealtades propias de una sucesión, llegar a develar en una gran auditoría política los errores de la gestión anterior.
El gobierno se ha entrampado en una serie de amarres que le han impedido actuar capitalizando la energía ciudadana. El problema es que a nivel de Ministerios y Servicios, el cuoteo atenta en contra de una unidad de dirección inequívoca, que resulta imprescindible para la coherencia política de un gobierno. En el conflicto estudiantil se pudo apreciar que mientras Educación buscaba establecer un diálogo, el Ministro del Interior y
La opinión pública percibe que la Concertación aparece aglutinada hoy por el puro y simple pragmatismo de mantener el poder y que Michelle Bachelet no logrará imponer los cambios claves, como la eliminación del binominalismo, por una razón existencial: esto no interesa a los políticos del conglomerado gobernante ni a los de la Alianza por Chile. A ambos les resulta seguro el sistema electoral como está.
Del mismo modo, Bachelet no ha capitalizado la energía joven que presiona por espacios, pues no se atreve la clase política a abrir las compuertas, a través del registro automático al cumplir los dieciocho años, a un electorado que puede irrumpir con nuevos e impredecibles liderazgos.
Al enfrentar la huelga de camioneros que interrumpían la carretera 5 Sur, el Ministerio del Interior también demostró debilidad. Esos sectores transportistas tienen un gran peso político, históricamente han actuado como instrumento de presión y desestabilización y un gobierno debe ser fuerte y hacer respetar
En la lectura de estos escenarios, la derecha puede cosechar del descontento sin moverse del escritorio. Sólo algunos sectores de
En el contexto internacional, la situación se enturbia y no se logra una buena performance a nivel regional, en circunstancias que el mundo se debate en peligrosas tendencias de guerra que agudizarán el efecto sobre los combustibles. La buena vecindad que era una aspiración del gobierno, no se está logrando y se ha sido reactivo antes que propositivo frente a nuestros vecinos que han actuado unilateralmente trasladándonos los costos del gas o simplemente negándose a vendernos. Se echa de menos una propuesta chilena agresiva para promover los corredores bioceánicos, aduanas integradas, proyectos que hagan sentir a los vecinos que hay cuestiones de largo plazo en que podríamos sentar grandes proyectos regionales, sin entramparnos en el corto plazo.
En definitiva, el gobierno va navegando en aguas turbulentas, con una enorme ancla que limita su accionar y amarres a un sistema que no es aceptado por
Una mirada libre a nuestro entorno
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